La presente charla magistral sobre la literatura de Georgia tuvo lugar durante la celebración del V Festival Hispanoamericano de Escritores, celebrado en Los Llanos de Aridane, isla de La Palma, Canarias, en septiembre de 2023. En ella, el escritor y parlamentario Rostom Chkheidze hace una defensa de los vínculos de Georgia con Occidente a través de los hitos culturales y literarios, repasando la historia de la literatura georgiana.
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TRADUCCIÓN: LANA KALANDIA
Buenas tardes a todos los participantes del festival. Este encuentro es crucial para tender puentes y acercar culturas. Les saludo como amigos, porque aquellos que aman los libros y la literatura los considero amigos en todos los rincones del mundo, especialmente los escritores que han sido víctimas de represalias, cuya representación simbólica en este festival es Sergio Ramírez.
En esta primera reunión, prefiero presentar una imagen general de nuestra literatura, la literatura georgiana, en lugar de hablar directamente sobre mis libros. Que esta también sea nuestra presentación personal. ¿De dónde vengo, cuál es mi entorno histórico y cultural y cuál es el futuro de la literatura georgiana?
Me alegra que aquí, bajo el cielo canario, se oiga mi idioma. La lengua georgiana es música, una canción que trae melodías lejanas con una gracia y un poder inusual, confirmando la singularidad de todos los idiomas y la fuerza de cada voz. El idioma español es igual: es música, es una canción y nos hace sentir el aliento del universo.
En la inauguración del festival, su fundador Juan Jesús Armas Marcelo dijo medio en broma: «No somos África ni Europa, estamos en algún lugar, perdidos en el océano». Georgia es a la vez Europa y Asia, incluso Europa, pero por ahora aún estamos en algún lugar, perdidos en el mundo. Dos siglos de ocupación rusa nos sacaron del camino natural del desarrollo.
Sin embargo, espero que el tuyo y el nuestro se crucen en algún lugar, y este será el comienzo de la armonía que los escritores llevan a la humanidad.
Ha habido una serie de valoraciones y metáforas elegantes aquí estos días, pero esta vez me gustaría resaltar esta comparación: “Debido a los regímenes dictatoriales, trasladamos el festival que hacíamos en Centroamérica a Madrid como un caracol se lleva su casa”. Tengo la impresión de que podemos generalizar esta metáfora y decir: “Así es como cada uno de nosotros lleva consigo su escritura, cultura para cumplir con el deber que al mismo tiempo nos ha sido asignado: encontrémonos en nuestras casas, nosotros en nuestras literaturas”.
En 1928 en Alemania se publicó la novela de Grigol Robakidze —La piel de serpiente— con la introducción del reconocido escritor e intelectual Stefan Zweig, quien escribió que: «Con esta novela aparece nueva gente: los georgianos, pueblo muy antiguo localizado en un lugar hermoso de la Tierra, conocido por sus canciones y leyendas”.
Y Stefan Zweig se atrevió a decir: “No conocerlos es nuestra vergüenza, la de los europeos”. La publicación de La piel de serpiente cautivó a Europa. El elogio que le dedicó el escritor terminó con estas palabras: «Esta novela, en nuestro país tan materialista y conocedor de todas las ciencias, no se puede catalogar en ninguna categoría. El libro expresa toda la fuerza de la viveza creativa de la mitología infinita.”
Stefan Zweig consideraba que la novela georgiana era la luz del amanecer en el mundo europeo. Georgia, como parte del Cáucaso que mantuvo en esta parte del mundo durante mucho tiempo la hegemonía política y cultural, es occidente y oriente a la vez, al contrario de lo que opinaba Rudyard Kipling, que decía que occidente y oriente nunca se encontrarían. Ambos se encuentran precisamente en Georgia.
Nuestra literatura y cultura, en la Edad Media, se revestía del color y el estilo oriental generalmente, pero por su aspiración siempre pertenecía, más bien, al occidente. Se sentía más natural en este ámbito y por eso hoy el pueblo georgiano aspira a volver tanto a Europa como a una parte de su cultura y política. Georgia intenta recuperar las relaciones y los vínculos que fueron arrancados con fuerza en los últimos dos siglos, bajo dominio ruso. Entonces esos vínculos llegaban tan solo como una voz lejana, como un eco. El científico georgiano Pavle Ingorokva, que ha estudiado la civilización georgiana, llegó hasta la época de los hititas y la escritura jeroglífica. Se ha confirmado que la escritura georgiana se creó antes de nuestra era. En el libro histórico La vida de Kartli, Pavle Ingorokva encontró las huellas de los poemas épicos en el siglo III a.C., que estaban dedicados al rey Farnavaz.
Por un lado, la revelación de antiguas leyendas mitológicas y, por otro, la confirmación de doctrinas heréticas en la Georgia del siglo XII, preparó la introducción para la teoría del Renacimiento oriental, que finalmente formuló otro científico georgiano, Shalva Nutsubidze.
El renacimiento georgiano, adelantándose al occidental, alcanza su cima en el poema épico «Caballero en la piel de tigre» de Shota Rustaveli. Este no solo resalta por su arte poético, sino también por celebrar la riqueza del idioma georgiano. Las preocupaciones de Umberto Eco sobre la falta de conocimiento en occidente, expresadas en 2010, plantean la pregunta crucial: ¿podemos ajustar la educación al mundo globalizado si muchos cultos occidentales desconocen la magnitud literaria de «El caballero de la piel de tigre» de Shota Rustaveli?
Esta época, el siglo XII es el «siglo de oro» en la historia georgiana, liderada por el rey David, el constructor.
Durante el reinado del rey Tamar, Georgia conservaría su poder, pero primero la invasión de los mongoles, luego la lucha incesante con Irán y Turquía y finalmente la ocupación del imperio ruso expulsarían a nuestro país del mundo histórico.
En el siglo XVIII Sulkhan Saba Orbeliani, el autor del diccionario georgiano y del libro de cuentos La sabiduría de las mentiras —una colección de cuentos alegóricos—, viaja en vano a Francia e Italia con una misión diplomática. Aunque recibió una cálida bienvenida en muchos lugares, su misión no tuvo el éxito esperado en términos de conseguir un apoyo militar significativo. Sin embargo, estableció importantes contactos culturales y diplomáticos, y su viaje aumentó la visibilidad de Georgia en Europa.
En 1801 el imperio ruso anula la soberanía georgiana. En 1832 Georgia vuelve a formar parte de los acontecimientos históricos mundiales, surge una conspiración contra la ocupación rusa, liderada por figuras como Solomon Dodashvili, Alexander Orbeliani y Elizbar Eristavi. En la conspiración participaban también Grigol Orbeliani, Dimitri Kipiani, Giorgi Eristavi, Solomon Rasmadze. Georgia tenía que ser una monarquía parlamentaria. Para el puesto de Primer Ministro tenían la candidatura del poeta Alexandre Chavchavadze, que a sus 17 años había participado en la insurrección de 1804 y por ello había sido castigado.
Para la participante de nuestro Festival Hispanoamericano de Escritores Sarah Kuzmicz, de origen polaco, será significativo saber que en la preparación de este levantamiento participaron los polacos reprimidos que fueron exiliados en Tbilisi, a quienes se confió la artillería.
Esta lucha por escapar de los tiranos rusos se llamaría romanticismo político y se asemeja a otros levantamientos de este espíritu que se extendieron por el mundo: el movimiento de los carbonarios italianos contra los austríacos, la lucha de los polacos por liberarse de la esclavitud rusa, la emancipación de Bélgica de la dominación holandesa, la liberación de Egipto, Grecia, Serbia, Rumanía y las naciones cristianas de la península de los Balcanes (excluyendo a los búlgaros) de Turquía, así como los movimientos nacionales en América Latina, que llevaron primero a la independencia de México y luego de Brasil resultando en la creación de estados independientes al escapar de los colonizadores españoles. Estos hechos históricos marcaron la lucha por la autodeterminación y la emancipación de diversas naciones.
Ilia Chavchavadze, poeta y escritor, lideró el movimiento de liberación nacional, personificando el rol del poeta-profeta como un deber directo del escritor georgiano hacia su país. Su vida concluyó trágicamente al ser asesinado por el Partido Socialdemócrata. Dimitri Kipiani, otro detractor de la rusificación, también enfrentó un destino similar tras exigir su renuncia al exarca ruso, que había anatemizado a la nación georgiana.
Desde la segunda ocupación rusa —cuando la Rusia monárquica fue remplazada por la Rusia bolchevique— la lucha contra los ocupantes, encabezada por Kakutsa Cholokashvili, la lideraban a su vez dos escritores georgianos: Shalva Amirejibi e Mikha Khelashvili.
En la Segunda Guerra Mundial, surgieron esperanzas de liberación de la Rusia bolchevique-comunista gracias al liderazgo de Kote Khimshiashvili, quien, a pesar de su juventud, ya había publicado una novela. Fue fusilado junto con dieciséis compañeros durante la conspiración de 1942. El gobierno soviético destruyó los grupos armados en la región montañosa de Tusheti en 1943, y estos eran comandados por el escritor Adam Bobghiashvili, que fue decapitado.
Es relevante subrayar que Zviad Gamsakhurdia, líder de la lucha nacional, desempeñó un papel crucial al restaurar la independencia estatal de Georgia el 9 de abril de 1991, convirtiéndose en su primer presidente. Además de sus logros políticos, Gamsakhurdia era escritor, traductor y erudito. En los tiempos contemporáneos, continuó la tradición de los reyes georgianos, dejando un valioso legado poético.
Los procesos de escritura occidentales se entrelazaron con la vida literaria georgiana, revelando numerosos puntos de convergencia que se definen por una lógica interna compartida. Surgieron corrientes como el romanticismo, el realismo y el simbolismo georgianos, aunque con cierto rezago en comparación con las búsquedas modernistas. En la escritura georgiana también se manifestaron el futurismo y el dadaísmo, así como las tendencias impresionistas y expresionistas.
A pesar de que, en las últimas décadas del siglo XIX, la literatura georgiana parecía estar cerrada en su propio mundo, Vazha Pshavela desafiaba esta tendencia al crear una epopeya heroica y revivir el pensamiento mítico. En este sentido, su obra reflejó paralelos notables con la labor de William Butler Yeats en la literatura en lengua inglesa, donde la poesía y la dramaturgia estaban impregnadas del espíritu de la época pagana.
Más tarde, cuando James Joyce fue reconocido como el abanderado del modernismo gracias a su Ulises, Thomas Stearns Eliot señaló que la alternancia de lo antiguo y contemporáneo, una innovación esencial, se originó en el pensamiento artístico de Yeats.
Aunque Vazha Pshavela no influyó en la formación del modernismo occidental, su epopeya, compuesta por cinco poemas, comparte similitudes con las obras de Yeats, demostrando las leyes misteriosas de la literatura que llevan a la concurrencia de eventos simultáneos independientes.
La breve restauración de la independencia estatal revitalizó la escritura georgiana, dando paso a una novela tras otra. Aunque la segunda ocupación rusa inicialmente no parecía deprimente, el régimen comunista bolchevique pronto intensificó medidas drásticas, haciendo insoportable la vida de los escritores.
En este contexto, Erekle Tatishvili se negó a comprometerse y, antes de ser encarcelado, intentó compartir valores occidentales con los estudiantes de la Universidad Estatal de Tiflis. Las fronteras cerradas al mundo occidental alejaron a la literatura georgiana de los círculos europeos, impidiendo que escritores como Konstantine Gamsakhurdia, autor de la novela La sonrisa de Dioniso, de características propias del modernismo, fueran reconocidos como modernistas.
A principios del siglo, Mikheil Javakhishvili emergió en la literatura con un exitoso debut, pero los turbulentos eventos sociales y políticos lo llevaron a una tragedia. Tras el establecimiento del régimen soviético, fue arrestado y sometido a once fusilamientos, convirtiéndose en una víctima de la represión brutal que caracterizó esa época. Su exitosa novela Kvachi Kvachantiradze destaca como una joya de humor y sarcasmo, representando un ejemplo destacado de la novela picaresca que se originó en España y se extendió por Europa. Mikheil Javakhishvili sobrevivió a las represiones de la década de 1920, pero no resistió a la Era del Gran Terror, marcada por las crueldades de 1937, que se cobraron la vida de destacados miembros de la orden «Los cuernos azules»: los poetas Tician Tabidze, Nikolo Mitsishvili, Grigol Tsereteli y Vakhtang Kotetishvli. Previo a su arresto, Paolo Yashvili se suicidó en el edificio de la Unión de Escritores, expresando así una protesta pública contra la tiranía que dominaba el país.
A los verdaderos escritores no se les permitía trabajar. En cambio, los escritores proletarios que obedecían las órdenes del gobierno y ejecutaban obedientemente sus tareas incluso organizaban tribunales públicos para aquellos que se apartaban de la línea general del Partido Comunista. En esa época, las “desviaciones” incluían la condena de los sentimientos humanos naturales como amor, compasión, perdón y generosidad, considerándolos vestigios burgueses que debían erradicarse por completo. Términos literarios inofensivos se transformaron en etiquetas políticas amenazantes, como lirismo, simbolismo, modernismo, vanguardia e individualismo, sin mencionar el decadentismo.
El estilo artístico fue condenado como un fenómeno de clase, y el gobierno buscó evitar la búsqueda estilística y su peculiaridad. Todos estaban obligados a escribir de la misma manera, utilizando el lenguaje seco, anémico y sin vida de los periódicos. El gusto también se consideraba un signo de clase.
Los absurdistas occidentales, que pintaban con mucha imaginación, podrían encontrar su equivalente en los escritores georgianos, que traducían esas ideas al realismo, incluso al naturalismo. No se podían mencionar los tres años de independencia, la rebelión de 1924 o las personas que se dedicaron a la patria, que fueron declaradas culpables. En cambio, se ensalzaba a escritores falsos, cuyos nombres quedaban grabados en la mente de la sociedad como figuras dignas, convertidos incluso en héroes.
La anarquía no solo afectaría a individuos verdaderamente dignos, sino también a militares y funcionarios gubernamentales, ya que nadie podía esperar que escaparía del terror, ni siquiera aquellos cercanos al gobierno. Los escritores que acusaban a otros de traición y malicia podían ser castigados como enemigos del pueblo al día siguiente. La crítica literaria se convirtió en un complemento y un rama del servicio secreto, desempeñando una función punitiva, como se veía en las reuniones de la Unión de Escritores.
Cuando los revolucionarios franceses enfrentaron la guillotina tuvieron la oportunidad de dirigirse al pueblo heroicamente antes de su muerte, aunque de ese modo pudieran conseguir que algunos de sus eslóganes perduraran en la memoria pública. La era comunista, en cambio, eliminaba a las personas-objetivo en secreto, sin permitirles despedidas públicas. Las víctimas y sus seguidores a menudo desconocían su destino, y mencionar sus nombres estaba prohibido.
La verdadera escritura y la historia se movían clandestinamente, conocidas en secreto y transmitidas por escrito u oralmente, esperando un momento mejor para escapar del dominio ruso. Muchos escritores y eruditos sobrevivieron en el exilio o en prisión, como Levan Gotua, que al cabo de veintidós años en campos de concentración logró escribir y enviar página por página a Georgia el primer libro de la novela en cuatro volúmenes El calvario de los héroes, desde el campo de Vorkut, arriesgando la vida de once personas en el proceso.
Las novelas históricas también fueron inaceptables para la ideología y el régimen soviéticos, se consideraba que era un intento criminal de preservar los ideales del pasado. En realidad, para los escritores la apariencia y el entorno del pasado se convirtieron en una tapadera para presentar los problemas contemporáneos más agudos. La obra de Konstantine Gamsakhurdia La mano derecha del gran maestro era una novela histórica que aparentemente presentaba el mundo de la Georgia del siglo XI, pero en realidad intentaba describir la tragedia existencial contemporánea: el amargo destino de un artista en un estado totalitario.
Debido al tema patriótico e histórico, se canceló la edición del libro de poesía Ancestros, de Lado Asatiani, lo que agravó la enfermedad del poeta, que falleció muy pronto. La publicación de la primera colección de poesía de Ana Kalandadze se retrasó mucho tiempo, ya que tenía la connotación de los himnos religiosos. Incluso en condiciones tan duras, los escritores encontraban formas de expresarse, a menudo escondiéndose detrás de cuentos y fábulas. Sin embargo, la impresión era aún más impactante cuando los escritores abordaban la realidad contemporánea y denunciaban las barbaridades que el gobierno intentaba encubrir. Otar Chkheidze fue uno de esos autores que se atrevió a hablar sobre la realidad contemporánea. En su novela Dique dejaba claro que la colectivización en la agricultura destruiría la economía del país. Con esta novela él tendió un puente misterioso con la historia Invítame, de Mikheil Javakhishvili, donde el escritor predijo las peores consecuencias que se esperaban de la agricultura colectiva. Por este cuento el escritor soportó los ataques de la crítica chekista, al igual que su sucesor espiritual Otar Chkheidze, por Dique, y especialmente por las novelas satíricas Niebla y Plataforma continental, aunque escapó del arresto. En medio del cambio de gobierno, a mitad de los años 50, ya no pudieron hacerlo. Pero lo intentaron reprimir con severas críticas.
En la literatura rusa de los años 50 se reflejaron fenómenos similares a los que la literatura georgiana había abordado en las décadas de 1920 y 1930 a través de las novelas de Mikheil Javakhishvili y Konstantine Gamsakhurdia. Los escritores georgianos se atrevieron a denunciar el sistema marxista, aunque el nombre de Otar Chkheidze fuera silenciado. En contraste, aunque el gobierno ruso no favorecía a los escritores, tampoco impedía que alcanzaran fama.
Cuando Alexander Solzhenitsyn publicó los horrores de los campos de concentración basándose en materiales documentales y memorias, estos libros, como exposición del estalinismo, recibieron luz verde del gobierno, porque Solzhenitsyn se oponía al estalinismo, no a las aspiraciones imperialistas de Rusia, que apoyaba. Y cuando los escritores georgianos también expusieron los horrores de los campos de concentración, Konstantine Gamsakhurdia ni siquiera pudo publicar su cuento, y Levan Gotua lo publicó con muchas dificultades y solo después de la intervención de la censura.
Los rusos trataron de la misma forma a sus escritores emigrantes. Mientras estuvieron vivos y continuaron una acalorada polémica con el régimen comunista, ni siquiera fueron mencionados, pero cuando murieron, sus libros fueron publicados —excepto aquellos que criticaban directamente al régimen soviético—. Incluso se escribieron ensayos y monografías sobre ellos. Pero la mención de los escritores y eruditos georgianos estaba prohibida incluso después de su muerte. Es el caso de Grigol Robakidze, Mikhako Tsereteli y Viktor Nosadze.
No podemos olvidar los diccionarios que se escribieron en esta época. Estos diccionarios contienen no solo las definiciones de las palabras, sino que representan pequeñas miniaturas. Algunos son pequeños cuentos donde se acumulan los estudios lingüísticos, etnográficos, folclóricos, sociales, históricos y de tradiciones.
El diccionario de Tedo Sakhokia Los dichos artísticos georgianos, junto con el diccionario de Giorgi Shatberashvili, representa más bien la vida rural de los georgianos. El de Giorgi Abashidze (El diccionario urbano) está enfocado al lenguaje de Tbilisi y conserva todas sus características del pasado, que hoy estamos perdiendo poco a poco y solo quedan como vestigios de otro tiempo.
La estructura original de estos diccionarios se parece mucho a El diccionario Jazaro, de Milorad Pavić, que es el fruto de la imaginación del autor, pero los diccionarios georgianos se basan en el material documental.
La restauración de la independencia estatal en 1991 también abrió el camino hacia occidente para la literatura georgiana. Antes de eso, también en el campo de la traducción estábamos sujetos principalmente a las leyes rusas: no teníamos derecho a traducir nada que no estuviera traducido al ruso. Si los rusos traducían con recortes, nosotros también teníamos que eliminar las partes correspondientes de nuestras traducciones. Ahora nada nos lo impide y por eso se traducen muchas obras de forma intensiva, incluso del mundo hispanohablante. Antes perseguíamos traducir y publicar en georgiano alguna muestra de cada autor, y ahora libro tras libro.
Precisamente, muestras de literatura georgiana aparecen cada vez más en idiomas extranjeros, pero esto es así gracias a esfuerzos particulares, personales. La literatura georgiana debería entrar y establecerse en el espacio cultural occidental como una parte de pleno derecho, de modo que, sin su comparativa, los críticos occidentales no pudieran alcanzar una comprensión de los procesos de escritura europeo-estadounidenses.
El conocimiento de la literatura georgiana enriquecería mucho la perspectiva del lector occidental. Así, no tendríamos que decir mañana, como Stefan Zweig, «Nosotros, los europeos, para nuestra vergüenza, no conocemos la cultura y la literatura georgianas». En cambio, podríamos referirnos, como el propio Zweig, a «El amanecer georgiano que brilla en el espacio europeo».
Por eso, hoy la participación en la fiesta literaria española debe considerarse un paso crucial en este importante proceso: un puente entre culturas, un acto de apertura de corazones entre personas que, aunque ahora desconocidas, mañana pueden descubrir mucho en común y sentirse cercanas.
Al principio, tenía la intención de incluir una breve descripción de las obras traducidas del español al georgiano y de la literatura en español en general, y hablar solo sobre los ejemplos en el idioma georgiano. Sin embargo, esta breve descripción resultó ser tan extensa que ciertamente requeriría un informe separado. ¿Tendremos la oportunidad de hacerlo?
Seguramente vamos a tener la oportunidad de que los críticos e investigadores españoles conozcan las traducciones de la literatura georgiana, veremos cómo se combinará todo esto con el río de la escritura española, tendremos el tiempo para familiarizarnos detenidamente con la publicación de la antología Poesía Georgiana Contemporánea (Huerga y Fierro editores, 2024, edición, selección y traducción de Lana Kalandia y Rodolfo Häsler). Espero que este pequeño regalo les despierte el interés de la realidad poética georgiana —en general, de la realidad literaria georgiana— para comprenderla mejor. Es significativo: la artífice de esta antología es Lana Kalandia, no solo una excelente traductora sino también una persona involucrada en tejer hilos espirituales entre el mundo georgiano y el español. Estas relaciones creo que serán coronadas con la luz del amanecer.
Por muy diferentes que sean nuestros gustos artísticos e intereses, estar aquí, como siempre sucede cuando se encuentran verdaderos escritores, nos une en el deseo de libertad, bondad y amor.
Deseemos que esta sed nunca se apague. Sigamos caminando por los senderos espinosos hacia las estrellas.
Es muy bueno que los lectores de literatura en español hayan tenido la oportunidad de seguir la historia del desarrollo de la literatura georgiana. Rostom Chkheidze es un escritor y crítico literario que conoce perfectamente no sólo los ejemplos clásicos de la escritura georgiana. -poesía, prosa, teatro, traducción, pero también con el desarrollo de la literatura mundial La tendencia…Gracias a la Sra. Lana Calandia por traducir este maravilloso texto al español y presentarlo a los profesionales y amantes de la literatura…