Entreverado entre el teatro y la poesía, el trabajo de Millán Picouto sorprende. Y no sorprende solo por la exquisita factura de sus versos —tanto en la obra lírica como en la dramatúrgica—, sino que sorprende por el amplio sentido del ritmo, por la gran fuerza expresiva de su lenguaje, por la variada temática y por la búsqueda incansable de la perfección de la forma.
En la poesía de Picouto, el diálogo con la tradición esta patente en el propio armazón del poema, en la forma clásica de dos cuartetos y dos tercetos rimados que componen el soneto. Pero su conversación con la historia de la poesía no se reduce a la mera forma. Picouto entiende que es un trasmisor, un aedo, un juglar, que tiene como tarea decir aquello que ya se dijo, traerlo otra vez a la lengua del presente dándole de nuevo significado: «Cuanto yo rimo alegremente triste / no es original, yo nada invento; / cada canción que el alma mía asiste / ya otros la pusieron sobre el viento», escribe en el poema IV de Sonetos de la luna llena. El compromiso de Picouto es con el poema, con el canto, con la búsqueda de la belleza en la forma perfecta: «Mas yo juré a la vida andar cantado / o ya no más andar; cumplo los tratos / y el canto, aun en el llanto, me sentencio. / Y que la muerte venga no sé cuándo / esconda bajo tierra mis zapatos / y clave mi garganta en el silencio», dirá en otro de los poemas que componen el primer libro.
La valía de Sonetos reside en la actualización de la métrica clásica, en la renovación de sus temas y la profusión de recursos estilísticos que, como un maestro, utiliza Picouto. El poeta gallego ofrece además la imagen insólita, sorprendente; un verso rítmico y musical que renueva los significados a través de nuevos símbolos. Geómetra de la palabra, arquitecto del verso, delineante de estrofas, Picouto navega a la contra, rehúye la novedad, ancla su trabajo poético en la raíz clásica para demostrar que la poesía se alcanza en la medida perfecta de las cosas: «Cabal emulación de la textura / celeste, eso es la Poesía / una cordial y oral arquitectura / que aúna música y geometría». Picouto nos recuerda que bebemos de los ecos del pasado, que el poema sobrevive al paso del tiempo y que, sin embargo, todo es, desde el amor a la vida, efímero, porque al igual que la poesía «de frágil fuego estamos construidos». Y el fuego hay que cuidarlo con el mismo celo que las antiguas vestales.
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Autor: Millán Picouto. Título: Sonetos de la Luna llena / Sonetos Omega. Editorial: Linteo. Venta: Todos tus libros.
Me parece un gran libro, por fin alguien que entiende de poesía llega a Zenda. Un saludo
Me sumo a su opinión, prometen esos sonetos.