Carne cruda
Un día de verano, de hace más de veinte años, el director de una oficina bancaria de cierta población de la Costa Brava decidió abandonar su familia y su trabajo para fugarse con una prostituta. O lo que es lo mismo, una prostituta se fugó del burdel en el que estaba retenida en complicidad con un director bancario. Cuando leí la noticia de la prensa comarcal, estaba en la busca de un argumento con el que continuar las aventuras de Segis, protagonista de Asesinato en la mezquita, mi primera experiencia como guionista, dibujada por Alfonso López. Fue un flechazo a primera lectura: me sedujo la ambigüedad que contenía la situación, el posible choque entre ética y moral, y que los papeles de malos y buenos podían ser intercambiables según la perspectiva con la que se enfocase. Ese cóctel de explotación sexual, amor, pasión y escándalo podía ser la base del nuevo relato que buscaba y que, como su predecesor, había de aparecer, por entregas, en Presencia, suplemento dominical del diario El Punt. Teníamos ya un título, que resultó provisional, Carne cruda, así como el esqueleto de la historia, pero un cambio de criterios, de esos que abundan en el mundo periodístico, frustró la continuidad de la serie. Así que guardé en el cajón de los proyectos no realizados el embrión narrativo y la documentación acumulada sobre la prostitución y la trata de blancas. Sin embargo Segis, al que habíamos dotado de un físico, que era un homenaje a Vázquez Montalbán, se salvó de ser archivado y con ganas de seguir activo por el universo de las viñetas. Le habíamos cogido cariño, supongo que porque a través de él, del periodista ficticio que era, podíamos comunicar mucho de lo que pensábamos de forma natural. Así que Segis nos acompañó en nuestro viaje por la edad protagonizando tiras e historietas en publicaciones diversas.
Crepuscular
Pasaron los años, diez más o menos, y realizamos un segundo intento de publicación que, aunque tampoco fructificó, llegó a concretarse en una secuencia que debería iniciar la narración. Luego no ha sido así, pero aquella primera página ocupada por una única viñeta se ha convertido en la portada de Llegará el invierno, la mejor portada que nunca ha tenido una de mis obras. Esa imagen nos llama, invita, a trasladarnos a una playa de la Costa Brava, de Calella de Palafrugell más en concreto, en plena canícula. Es de parte tarde, con el sol en plena retirada pero con el calor dominando aún todo. El encanto del paisaje, símbolo de epicúreos paraísos cercanos, se halla matizado por la presión térmica que densifica el aire al tiempo que los colores pierden claridad teñidos por una pátina de melancolía. Un escenario ambiguo en el que la sensualidad y la vitalidad de los cuerpos jóvenes que ocupan las siguientes viñetas contrastan con la edad y el estado de ánimo de Segis, incómodo en su forzado papel de mirón involuntario. En la confrontación de esas imágenes ya aparecía otro eje narrativo: el envejecimiento. Por un lado la consciencia de vivir en el de parte tarde y por otro los efectos de la erosión de los valores, tanto en la propia forma de estar como en la de los que nos rodean. El vértigo, más o menos violento, ante el mañana que no deja de achicarse delante de los protagonistas, y de los autores, estaba y está muy relacionado con la obsesión de determinados sectores de la población masculina por la carne joven (cruda) femenina. Mientras, el pasado acecha cada vez más en la imagen que devuelve matinalmente el maldito espejo de nuestra memoria, que implacable e incansablemente insiste en los recuentos de las derrotas sufridas y acumuladas, de las que este proyecto hubiera podido ser una más. Y es que en la industria del cómic hispano proliferan las traducciones de historietas y cómics realizados y editados en los cuatrocientos rincones de la globalidad, pero escasea la producción propia. Es lo que pasa cuando confluyen globalización cultural y débil mercado local. Sin embargo, a la tercera va la vencida y desde Italia nos llegó la oportunidad de que nuestro proyecto tomara cuerpo de relato gráfico impreso para que las viñetas, y sus contenidos, revivan ante miradas distintas y hasta muy diferentes de las nuestras.
Llegará el invierno
Habían pasado muchos años y tuvimos que cambiar el título, pero la documentación que habíamos ido acumulando con el tiempo apenas había introducido cambios secundarios en el núcleo de la acción. El origen geográfico de las mujeres obligadas a prostituirse había ido variando, aunque las estructuras de su explotación y su potencial de ser víctimas continuaba siendo similar. El miedo, pánico en muchos casos, al envejecimiento físico seguía obsesionando a grandes sectores del género masculino. En compensación, en buena parte de aquella generación que protagonizó la Transición la coherencia vuelve a cotizar al alza. Precisamente porque ya están llegando al invierno de la edad pueden juzgar la vida con una cierta perspectiva y dar valor al afecto, a su dignidad profesional, y especialmente a ser consecuentes con su pasado, a aquello de que no pudimos cambiar el mundo pero tampoco dejamos que nos cambiara. Consecuentemente, la lealtad, que no estaba en los motores iniciales de la narración, surge de forma inevitable y toma cada vez más fuerza a medida que la narración se desarrolla porque es un valor que da sentido a la amistad. Y ahí aparece un personaje secundario que a medida que avanzaba la construcción de la narración tomaba cada vez más fuerza y al que le dimos los rasgos físicos de Paco Camarasa, el que fue carismático librero de Negra y Criminal. Aunque la variación más significativa ha sido la de la implantación hegemónica de los teléfonos móviles, con su inmediatez en la comunicación que repercute especialmente en el ritmo narrativo. Permanece también, sin apenas modificaciones, su ubicación geográfica: un espacio del norte del sur de Europa concretado en la Costa Brava y Gerona, yacimiento de sugerentes escenarios que habíamos descubierto antes que los expertos en localizaciones de Juego de tronos.
Sobre esa base elaborada conjuntamente, hemos trabajado Alfonso y yo, por medio de una comunicación directa y continua, facilitada por muchos años de colaboración. De modo que el guión ha avanzado en vanguardia, como le tocaba, pero seguido de cerca por el dibujo que consolidaba el terreno de ficción conquistado.
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Autores: Alfonso López y Pepe Gálvez. Título: Llegará el invierno. Editorial: Navona. Venta: Amazon
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