“Huir es regresar eternamente”, escribió la poeta Guadalupe Grande, porque huir es refugiarse, cobijarse ante el devenir, y al huir descubrimos la propia historia sobre la que regresamos para encontrarnos. Nunca se huye, pues, del todo. Y no hay huida sino encuentro en Las huidas. Poesía 1998-2024 (La Bella Varsovia), recopilación de la obra poética completa de Pilar Adón, desde Poems Nipples (1998) hasta el reciente Atractivo Carnal (2024).
Aplazo la decisión de moverme.
Aplazo la decisión de transformarme en otro ser.
(…)
Renuncio al salto sobre el río
y a la nueva mujer que empuja dentro de mí.
La fragilidad del ser humano se revela en una naturaleza simbólica que muta de cobijo a espacio hostil, en tanto la abandona a su soledad y la aísla, reflejando las luchas internas. La naturaleza la confronta a su yo:
Me he recostado junto al árbol.
He susurrado las palabras del embeleso y he contado pétalos.
Era cierto que el horizonte se divisa mejor desde el encierro.
La eternidad también.
La fusión con el paisaje, el bosque, convoca su fuerza y debilidad: “Florecerá la rama que me raja por dentro. / Tantas hojas dentro de mí”. No obstante, una cierta desesperanza cruza la incertidumbre de la vida, cuyas angostas y ocultas orillas se perfilan nítidamente con el paso del tiempo. En ocasiones entrega a una entidad divina ese poder:
Hoy lo veo: Dios ha sido bueno conmigo
en el fondo.
Lleva años advirtiéndome: esto se acaba, así que aprende.
Golpeando mi pureza con un mazo,
machacando la tiranía de soñadora-niña como un puerro
en un mortero.
Llegada la hora de dar el paso,
lo vivido parece inventado.
(…)
Para qué seguir puede ser la pregunta más incorrecta,
pero es la única.
Otras, se la arrebata por su incapacidad para responder a sus preguntas y salvarla de sus temores: Eso espiritual que ves en mí es pena, es miedo, así se acerca a una espiritualidad más mística convertida en epicentro y punto de fuga de su metafísica.
Nadie parece escuchar a la niña que grita desde el fondo de su garganta. La figura de la niña no es una evocación de la infancia perdida ni un pasado idílico al que pretende regresar. Se apropia del topos literario para reconfigurar su significado: un retorno a la raíz y la savia, a lo primigenio y esencial, a la intuición y el instinto, y al mismo tiempo la inocente y asombrada mirada ante un mundo en constante cambio y la vulnerabilidad ante esa incerteza. La niña abre la puerta a la realidad más profunda.
En la poesía de Pilar Adón percibimos el compromiso sutil, pero contundente, con su identidad femenina, haciéndose más patente en el poemario Las órdenes, donde explora con acierto el no deseo de la maternidad, así como otras imposiciones sociales derivadas de las relaciones de poder, la autoimposición de límites y las órdenes invisibles (ya antes explorado en La hija del cazador) que guían nuestras decisiones como mujeres:
Tener una hija es una idea
y no una realidad. La cría de diez años que no juega
piensa en términos de pérdidas y ganancias
(…)
Tener una hija no es mejor que soñarlo.
Ni preferible a serlo.
Pocas palabras quedan tan sublimadas.
Puede que madre, tal vez.
Desnudan sus versos la soledad e incomprensión que arrastran las mujeres, el encierro doméstico y psicológico, la elección entre sus deseos y sus obligaciones, el paso del tiempo que no extingue las expectativas ajenas impuestas levemente, la exigua huella del amor: Solo quien tiene el amor/ lo cree prescindible.
La vocación de la poética de Pilar Adón por trascender se sustenta en la apropiación de lo inmaterial: el miedo, la memoria, la soledad, la culpa, la desolación, la incertidumbre, el dolor… para sustanciarlo en un verso conciso, en una palabra precisa, evocadora de una intimidad que se despliega en la naturaleza y las metáforas, esbozando atmósferas envolventes donde el “yo” lírico se reencuentra:
Dejé que me lavaran porque la memoria,
unida a una ciega sensación de pérdida,
reconstruye y perpetúa el terror a lo irreparable.
La sustancia de la que están hechos los poemas de Pilar Adón es la contradicción de la propia existencia, reflejado en un uso magistral de la antítesis como rasgo constitutivo de su poesía: “Asoma el miedo como canto de ave al amanecer. / Cuando hay luz y cuando no la hay”. La aparente sencillez de su lenguaje esconde un profundo pensamiento que emerge como una luz y late en una simbología propia, aunque enraizada en una sólida tradición literaria y filosófica armonizada en su quehacer poético.
Pilar Adón nos desafía a descifrar su verdad poética para enfrentarnos a nosotros mismos. La ruta de las huidas está marcada, sólo resta el arrojo. “Huir es regresar eternamente” y Pilar Adón huye para regresar a sus temas esenciales de manera cíclica haciendo que dialoguen en el tiempo con el fin de ahondar en sus atávicas hechuras. Sin duda, un eterno retorno nutre su poética y nuestra lectura gracias a esta edición de su poesía completa por La Bella Varsovia, que ahora nos posibilita el recorrer ese camino y refugiarnos en sus versos.
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Autora: Pilar Adón. Título: Las huidas: Poesía 1998-2024. Editorial: La Bella Varsovia. Venta: Todostuslibros.
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