Foto: Arturo de Lucas
Guille Galván, guitarrista y letrista de Vetusta Morla, reúne en «Desconocernos» (Lunwerg), su segundo poemario, textos con los que le gusta «afrontar la existencia». Por ello, a través de tres partes que se van abriendo como una baraja de naipes, escribe pasajes «de lo personal a lo compartido».
El poemario, según lo plantea el propio autor, es una «búsqueda que explora de una forma intima la frontera con el otro. Analiza las partes del ‘tú’ y las partes del ‘yo’ que antes fueron una, y ahora pasan a ser un plural. Una indagación que empieza desde lo minúsculo para darse cuenta de que casi nada es lo que parece».
De esta manera, Galván señala a EFE en una charla que él prefiere «a los que se plantean preguntas y no a los que se muestran plagados de certezas y respuestas rápidas».
«Creo que estamos en un momento donde parece que prima o que tiene premio aquel que ofrece respuestas rápidas y fáciles. Y si algo nos está enseñando este año precisamente es que probablemente estemos rodeados de más incertidumbres que certezas. Por eso me interesa más la gente que se pregunta cosas y no los que afirman todo rápidamente», asegura.
«Me pregunto/ si una verdad a medias que sobrevuela tantas fronteras/ no podría acabar convirtiéndose en otra cosa/ Cuarto y mitad de verdad se queda en mentirijilla», reza dubitativo uno de los versos del poema «Una verdad a medias».
«Desconocernos» estaba escrito antes de que llegara la pandemia —»entre concierto y concierto y escribir canciones para el disco buscaba tiempo libre para ello»— por lo que en la cuarentena Galván aprovechó para repasarlo por si «se había quedado anticuado algún poema» y reconstruirlo de nuevo.
En ese punto fue cuando se dio cuenta de todo lo contrario, no se había quedado obsoleto, sino todo lo contrario: «Me di cuenta de que la nueva realidad había añadido como una nueva capa a todo lo que venía escribiendo, cosa que me pareció muy interesante y llamativa», aclara.
Así es como con sus versos, el autor de letras que ya forman parte de la historia de toda una generación, como «Copenhague», «Los días raros» o «23 de junio», ha conseguido tejer un espacio poético propio e inconfundible, «listo para ser habitado».
Un poemario estructurado en tres partes: Desconocerme, Desconocerte y Desconocernos, que hace referencia a los tipos de relación social que tienen las personas, «una con nosotros mismos, otra con otra persona y la última la relación con los demás».
«En estos tiempos donde nos fijamos solo en la construcción del ‘yo’, sobre todo a través de las redes sociales, me parecía interesante parar y analizar cada una de las relaciones que tenemos como personas, por lo tanto, es una construcción de nosotros mismos a través de ojo de segundas y terceras personas y de colectivos», incide.
A diferencia de su primer poemario, «Retrovisores», este segundo no está compuesto por canciones «non natas», es una obra «hecha íntegramente para el papel, sin tener la muletilla de lo musical».
Sin embargo, confiesa que, aunque sea un libro puro de poemas, también lleva una especie de música asociada: «No se hubieran podido convertir nunca en canciones, pero sí que destilan su música». Y es que para Galván la poesía y la música siempre van a ir de la mano, algo que «le va a acompañar siempre».
Es poeta, además de guitarra y letrista de Vetusta Morla desde su formación en 1998, y también ha colaborado con publicaciones como «Revista Líbero», «Cabeza Borradora», «Rolling Stone» o «Cambio 16».
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