Hay escritores que interesan tanto en su obra como en lo tangencial que queda de ella, ya sea la biografía o textos satélites, como los periodísticos o las declaraciones en entrevistas para la radio o para la televisión. Lo hemos sabido: conoces al escritor, lees su obra, te interesas por esta y a su vez por él, e investigas los hechos que le ocurrieron a tal autor en vida o husmeas en sus apariciones públicas, en sus discursos institucionales, en lo que otros contaron de su trayectoria, de su carrera, de sus movidas. Esa vida pública publicada, que a veces juega a favor y otras veces juega en contra —sobre todo cuando median episodios personales escabrosos o ideas políticas—, es lo que recoge el libro ¿Por qué escribir? Ensayos, entrevistas y discursos, de Philip Roth y traducido al español por Ramón Buenaventura, Jordi Fibla y Miguel Temprano García.
En la editorial Random House se publica edición de esta sucesión de diferentes Roth: en ocasiones el Philip Roth divagatorio; en otras, el personal; en otras, el destinatario de escritores de primer nivel; en otras, el crítico inteligente. Interesantes son las entrevistas en The Paris Review y en The Sunday Times, donde percibimos el taller que hay detrás de un genio, de un escritor que lleva nombre propio en la historia de la literatura de su país, que a veces es decir de Occidente. Cuánta influencia de aquellos en Europa. Y en Latinoamérica.
En la entrevista que Ian Hamilton, crítico y poeta, publicó en The Sunday Times se lee un testimonio interesante: cómo afronta un escritor judío el Holocausto, cómo se acerca un escritor judío, para hacer obra y narrar, al Holocausto. Es decir, cómo se trabaja sobre la experiencia personal y emocional para no incurrir en esa mala literatura que, según otro crítico, es la que se ejecuta cuando se emplean en ella sentimientos. Aunque todos sepamos que a no ser que se quiera elaborar un libro hermético, depurado de toda intensidad vital, un ejercicio de redacción donde sea el estilo y la palabra lo que conduzca la narración, la creación casi siempre se sustenta en esas emociones por todos vividas, y así, claro, reconocidas en la lectura, así reconocidas cuando leemos una novela que cuenta lo que nos ha sucedido —decía Monterroso que ser escritor es contar lo que todos hemos vivido pero como nadie saber contarlo—. Roth apunta la clave para escribir desde la emoción, desde el dolor… pero esquivando todo síntoma de cursilería, de impostada sentimentalidad, de patetismo. Dice así: “Creo que un escritor norteamericano judío no tiene el mismo ímpetu (…) que tiene un escritor norteamericano cristiano como Styron de convertir el Holocausto en un tema de una manera tan manifiesta, de verter sobre él tanta especulación moral y filosófica, tanta invención desgarradora y furiosa. En las vidas judías, el Holocausto actúa no tan visiblemente y de maneras menos espectaculares. Y ese es el modo en que prefiero abordarlo al escribir”.
Hermione Lee, profesora en la universidad de York, redactó para The Paris Review una pregunta tan sencilla como profunda, tan evidente como original. Una pregunta genial para el arranque de una charla con la que se pretende conocer, retratar, a un creador. Lee le preguntó al escritor cómo empezaba un nuevo libro. Roth respondió: “Empezar un nuevo libro es desagradable. Estoy totalmente inseguro acerca del personaje y el aprieto en que se encuentra, y debo empezar por un personaje en su aprieto. Peor que no conocer tu tema es no saber cómo tratarlo, porque en última instancia todo se basa en eso. Redacto comienzos y son terribles, una parodia más o menos inconsciente de mi libro anterior más que la escisión de este, que es lo que deseo. Necesito algo que me conduzca al centro de un libro, un imán que lo atraiga todo hacia él (…). A menudo he de escribir un centenar de páginas o más antes de conseguir un párrafo que tenga vida (…). Busco la vivacidad y establezco el tono. Tras el espantoso comienzo, llegan los meses de juego incontrolado, y después del juego llegan las crisis, el enfrentamiento con el material y el odiar el libro”. Quien sea creador, sabrá de qué habla. Quien no, ya lo puede ir suponiendo.
Sigue este libro en el interés, con la publicación de la correspondencia que Roth mantuvo con otros autores de obras universales, como Milan Kundera —leed las consideraciones del escritor checo en torno al propósito de la novela—, Primo Levi o Mary McCarthy. Conversaciones que ayudarán a aproximarse al oficio tanto al escritor joven como al lector adulto, tanto al escritor adulto como al lector joven. Un oficio que requiere de tiempo, disciplina y buenos maestros, a quienes vale conocer en sus obras, pero también en lo que queda en los márgenes de esta, en lo que queda detrás del propio autor. Que es lo que algunas veces complementa y da total dimensión al genio. Este libro, ¿Por qué escribir?, cumple con ese propósito. Y es que a los que ya conocieron a Philip Roth, vuelve a enseñar; a los que están por conocerlo, no es un mal comienzo.
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Autor: Philip Roth. Título: ¿Por qué escribir? Ensayos, entrevistas y discursos (1960-2013). Traducción: Ramón Buenaventura, Jordi Fibla y Miguel Temprano García. Editorial: Random House. Venta: Amazon
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