Ahora que está sobre el tapete el debate “deberes escolares sí o no” me gustaría hablarles de otros deberes que hasta hace poco no existían, los deberes de padres. “¿No tienes frío con ese vestido tan veraniego?” —me atreví a preguntar el otro día a una conocida al coincidir en el ascensor. “No me queda más remedio” —me respondió—, “es la única prenda amarilla de mi vestuario y hoy es el día del huevo”. “¿El día del huevo?” —repetí sorprendida (aunque uno ya no debería asombrarse de nada en este mundo de nuestros dislates)—. “¿De qué va eso?”. Elsa —que así se llama mi muy joven amiga— me explicó entonces que en la guardería a la que lleva a su hijo de diez meses son muy partidarios de la participación de los padres en el temprano desarrollo de los hijos y todo el tiempo están organizando actividades diversas. “A veces es el día del ruido y tenemos que llevar cinco o seis cachivaches que produzcan algún sonido, un cascabel, una sonaja, una campanita. En otras ocasiones es el día del tacto y debemos asistir con objetos rugosos, lisos, resbalosos, etcétera. En el día del huevo, hemos de ir vestidos de amarillo e inventarnos una canción con algo relacionado con este color para cantarles a los niños en clase. No sé cómo me las voy a arreglar, es la tercera vez en poco tiempo que pido permiso en el trabajo, pero como comprenderás, no puedo faltar”. Recordé entonces varias anécdotas de mis hijas con sus retoños. Como la vez que Juancho, mi yerno, se quedó hasta las dos de la madrugada haciendo renos de plastilina (él es arquitecto, perfeccionista, y los renos parecían esculturas).
¿Cómo se compatibiliza una vida laboral con tener que ir a media mañana a contar cuentos en clase o cantar canciones? ¿Qué tiene de pedagógico que una madre se vista de amarillo en el día del huevo? ¿O que se vea obligado a llevar su hijo —de diez meses, recuerden— a la guardería con un pañuelo de castañera? ¿En qué momento se decretó que la educación de los niños pasa porque a los padres ahora se les pongan deberes? ¿Se es un mal padre o madre por no estar disponible para estas tareas? Entre todas las tiranías a las que nos somete esa peste moderna de la corrección política, una de las peores es la que intenta hacernos sentir culpables con respecto a nuestros hijos. Y resulta tan fácil, sobre todo en el caso de nosotras, las mujeres. En no me acuerdo qué película norteamericana se recreaba esta situación que tal vez alguno —o mejor dicho alguna— de ustedes haya vivido. Madre trabajadora y multitarea recibe una llamada telefónica.
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Publicado en diciembre de 2016 en XL Semanal.
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