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Diario de Koro, de Gastón Carrasco

Diario de Koro, de Gastón Carrasco

Un poeta, Gastón Carrasco, y un gato, Koro, conviven en un piso. Se miran, se cuidan y se enseñan cosas importantes del mundo. El autor, luego, escribe un diario de meditaciones —al que añade fotografías— sobre la animalidad y la escritura, la poesía de lo cotidiano y los secretos del lenguaje. Un libro francamente especial.

En Zenda reproducimos el epílogo de Diario de Koro (Comisura), de Gastón Carrasco.

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Epílogo

Escribo esta nota desde la distancia, a kilómetros de Koro. Termino de corregir el libro y me acompaña Romeo, un gato romano que insiste en que le abra la ventana de la habitación para poder jugar en las plantas. Con M somos sus cuidadores adoptivos por unos días, gato prestado en casa y ciudad prestada.

Mi hermana y mi amigo Gonzalo me envían reportes de Koro, videos y fotografías. Lo extraño como se extraña a veces a sí mismo, cuando uno se aleja lo suficiente y casi no se reconoce. Soy lo que soy con él y quizá hasta mejor. En las fotografías aparece apegado al cuello de mi hermana como una bufanda negra y extensísima. En los videos que manda Gonzalo, Koro le exige cariños desde que abre la puerta.

La primera edición del Diario de Koro, publicada por Laurel en Chile, tenía como telón de fondo la pandemia y algunas esquirlas de la revuelta. Todo había pasado muy rápido y de estar meses en las calles pasamos al encierro. Chile fue uno de los más rigurosos de la región con la normativa sanitaria y la movilidad se redujo drásticamente. Los primeros meses tuvimos que compartir con Koro un departamento minúsculo, al alcance de mi sueldo igual de minúsculo. Quizá fue así en que nuestros cuerpos se estrecharon o aprendieron a moverse mejor juntos.

Fue difícil explicar que el diario había nacido antes del encierro, en momentos en el que ese departamento significaba un proyecto fallido y la reflexión iba en torno a las erratas, los errores de cálculo, las malas decisiones y el desajuste entre personas. Por supuesto que Koro se impuso y comenzó a escribir su propio libro, más allá de mis reflexiones o intereses de escritura. Cada persona que aparece como personaje en el libro aportó en la escritura y modificó el proyecto. El libro siempre fue plural y será siempre injusta la firma, la autoría.

Del recorrido del libro, me alegra haber conocido a gente que me compartió sus historias felinas, sus pérdidas, incluso la escritura de sus gatos. Al parecer todos los gatos son un poco poetas. No siempre pude responder a sus inquietudes, porque mi conocimiento sobre gatos se resume a Koro, pero al menos intercambiamos información y memes, teniendo a la lectura y la escritura como intermediarios. También, ha sido gracioso ver a Koro impreso en páginas de diarios, videos de Youtube y revistas literarias.

Miro cómo va quedando la nueva versión y me alegra haber vuelto al libro, repensarlo, reescribirlo. Solo recorrer ese tiempo en que concebí el libro me hizo escribir más entradas, volver a Koro. Con la mirada atenta de Laura, Carlota y Jesús, editorxs de Comisura, se fueron abriendo caminos y lenguajes para ir más allá de los textos y reelaborar la propuesta. En esta edición, las menciones a libros, pinturas y películas se han mantenido, en su mayoría, pero ha ganado terreno el cuerpo, los afectos y afecciones. Koro sigue más que presente, ahora con algunas fotos análogas y pequeños destellos de ese espacio privado en el que convivimos desde la imagen. Jordi Oms ha sumado más lenguajes al libro y, con ello, aportado a la idea de proyecto colectivo. Pensar el libro desde la imagen fue una inquietud inicial que ahora se materializa en fotos de ese afuera esquivo o inquieto. Hay fotos del paisaje interior y privado que compartimos con Koro, pero también del afuera anhelado e imaginado, recorrido desde la mirada.

Como dice Jesús, con este libro le damos el pasaporte español a Koro y, de paso, llegamos a más lectoras y lectores. Una de las intenciones del proyecto era dar con algo así como un lenguaje animal o pensar lo animal como un lenguaje sin frontera. De ahí que el ejercicio de lectura de este diario sea familiar, próximo y abierto a cualquiera que lo abra, lo que me hace pensar en lo potente de la escritura animal y lo sanalfabetos que aún somos.

Pienso, finalmente, en este libro como una manera de aproximarme a lo animal y que el arrastre sea colectivo. Repensar lo que somos, lo que nos define y cómo el lenguaje a veces nos permea de tecnicismos, academicismos y otras palabras terminadas en sismos, para olvidar lo básico. Koro me/nos recuerda aquello. Dormir, comer, jugar, dejarse acariciar, morder de vez en cuando. No aspiro a mucho más.

En diez días vuelvo a casa. Repaso ese recuerdo futuro. Koro sentirá mis pasos con varios pisos de distancia. Se acercará y escucharé sus maullidos agudos desde el otro lado. Abriré los cerrojos, se moverá la puerta. Llegar será una fiesta.

Bogotá, Colombia

18 de julio de 2024

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Autor: Gastón Carrasco. Título: Diario de Koro. Editorial: Comisura. Venta: Todos tus libros.

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