«Todo está lleno de movimiento, gracias a los trazos rápidos, energéticos y vibrátiles de la pluma, y también por la forma en que está aplicado el color, de forma también rápida y gestual. Como los dibujos de algunos pintores viajeros, de Delacroix a Barceló» escribe Enrique Juncosa en el prólogo de Dibujo de Siwa, de Jordi Esteva.
A continuación reproducimos este texto del autor sobre su obra.
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Siwa es un oasis egipcio, cercano a Libia. Sus habitantes hablan el dialecto beréber más oriental. Prohibido a los visitantes, tanto extranjeros como egipcios, hasta entrados los años ochenta, sorprende por su rotunda belleza y la ciudadela de adobe que se alza en un inmenso palmeral. Era conocido desde la Antigüedad por ser la sede del Oráculo de Amón, asociado a Zeus y consultado por Píndaro o Pitágoras. Ante un vaticinio desfavorable, el rey persa Cambises envió a un ejército de más de cincuenta mil hombres para destruir el templo del oráculo insolente. Pero Amón levantó terribles vientos y los soldados persas fueron sepultados por las dunas. La visita del mismísimo Alejandro Magno le proporcionó tal notoriedad que su fama llegó a superar a la del Oráculo de Delfos. El rey macedonio fue considerado hijo suyo por el propio Amón/Zeus.
…En el mes de noviembre de 1984, en la soledad de mi habitación en un sencillo fonduq del oasis de Siwa, en aquella época sin móviles ni internet, de noche dibujaba las escenas que había fotografiado durante el día. Era una manera de recordar lo que estaba haciendo, ya que no lograría ver los negativos hasta pasados unos meses, cuando revelara los negativos de película Tri-X en blanco y negro, en el baño de mi amigo, el artista armenio, Chant Avedissian.
Los dibujos con lápices de colores y tinta china eran la memoria de mi trabajo y cada noche, tras fumar una shisha bien cargada, me dedicaba a dibujar lo que creía haber fotografiado durante el día. Con los años, me olvidé de aquellos dibujos y, cuando me vine a vivir al campo, encontré una caja con las libretas que creía perdidas. Entonces pensé que aquellas imágenes eran también una suerte de conjuro. Así como los hombres primigenios dibujaban, en las paredes de sus cavernas, los bisontes y otros animales que pensaban cazar, yo plasmaba en papel durante aquellas noches en el legendario oasis las escenas que quería captar. No siempre aquellos dibujos se correspondían con mis fotografías.
A veces dibujaba escenas inventadas que me hubiera gustado fotografiar. Lo curioso es que, muchos años después, en la isla de Socotra realicé fotografías de personajes que parecían calcados de aquellos dibujos. Ya fueran de Siwa o premonitorios de otros lugares, aquí están. Mis Dibujos de Siwa.
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Autor: Jordi Esteva. Título: Mis dibujos de Siwa. Editorial: Àfriques Edicions. Venta: Página web de la editorial
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