Julio Ramón Ribeyro fue un narrador nacido en Lima, Perú, el 31 de agosto de 1929. Recibió una beca para estudiar periodismo en Madrid. Viajó posteriormente a París para preparar una tesis sobre literatura francesa en la Universidad La Sorbona, en esta época pasó temporadas en Alemania y Bélgica. En París escribió su primer libro, Los gallinazos sin plumas. En 1958 regresó al Perú, y en septiembre del año siguiente viajó a la ciudad de Ayacucho, para ocupar el cargo de profesor y director de extensión cultural de la Universidad Nacional de Huamanga. En octubre de 1960 regresó a Francia. En París trabajó como traductor y redactor de la agencia France Presse (1962-72). En 1972 fue nombrado agregado cultural peruano en París y delegado adjunto ante la UNESCO, y posteriormente ministro consejero, hasta llegar al cargo de embajador peruano ante la UNESCO (1986-90). Hacia 1993 se estableció definitivamente en Lima. Pese a su aparente conservadurismo formal, sus cuentos fueron una contribución decisiva para consolidar el paso de la narrativa indigenista a la narrativa urbana en el Perú. Murió el 4 de diciembre de 1994, días después de obtener el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo. Algunos de sus libros como Prosas apátridas o La tentación del fracaso son artefactos híbridos que juegan con los géneros. Este último quizá sea el ejemplo más claro y brillante de cómo un diario puede convertirse en una obra envolvente, de toda una vida, que acompaña al resto de su creación y que tiene valor literario por sí misma, asistimos aquí a la creación de una obra definitiva y quizá, la más interesante en su caso en ciertos aspectos. Presentamos una selección de fragmentos de Dichos de Luder, recientemente publicado en nuestro país por La Caja Books y que se enmarca dentro de este tipo de libros híbridos, que transitan un espacio poco definido entre los géneros, con los que tanto disfrutaba el autor. En esta obra, “Luder” es un supuesto escritor de culto que vivía en un ático del Barrio Latino de París y que recibía en su casa a los pocos amigos y conocedores de su obra secreta. Tras su marcha, Julio Ramón Ribeyro, uno de discípulos, recogió sus ocurrencias y dichos en este libro. Esta obra propone un juego metaliterario de máscaras. ¿Quién es quién? ¿Luder podría ser un heterónimo de Ribeyro? ¿Nos importa? Lo cierto es que no. Lo que sí nos importa es La Caja Books haya rescatado esta joya literaria ribeyriana que permanecía inédita hasta la fecha en nuestro país y que podamos disfrutar de esta breve y fragmentaria propuesta que abarca temas como el oficio de la escritura, el amor, la soledad o el fracaso.
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–¿Has leído su última novela? –le preguntan, refiriéndose a un autor famoso–.
¡Qué musicalidad, qué ritmo, qué riqueza de voces! ¡Es un verdadero oratorio!
–Que lo cante –responde Luder.
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Le preguntan a Luder por qué no escribe novelas.
–Porque soy un corredor de distancias cortas. Si corro el maratón me expongo a llegar al estadio cuando el público se haya ido.
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Le reprochan a Luder no separarse de una amiga que lo atormenta.
–No puedo. A fuerza de padecerlo, nuestro infierno personal se nos vuelve imprescindible.
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–Es un escritor tan anticuado –dice Luder– que cuando abres uno de sus libros
todas sus letras salen volando, como una nube de polillas.
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Le muestran un artículo en el que se habla de todos los escritores de su generación menos de él.
–Me libré de la redada –dice Luder.
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–¿A qué te dedicas ahora? –le preguntan a Luder.
–Estoy inventando una nueva lengua.
–¿Puedes darnos algunos ejemplos?
–Sí: dolor, soñar, libre, amistad…
–¡Pero esas palabras ya existen!
–Claro, pero ustedes ignoran su significado.
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Autor: Julio Ramón Ribeyro. Título: Dichos de Luder. Editorial: La Caja Books. Venta: Todostuslibros.com.
Lamento que no se haya ponderado el talento de JRR para el cuento . . Gallinazos sin Plumas es un monumento a la narrativa social. Su literatura fue ágil, ingeniosa y retrataba con exactitud el ambiente social de su época. A mi parecer fue el mejor cuentista de la literatura peruana.