Basada en hechos reales, esta novela arranca en verano de 1932, cuando un grupo de chicos que coquetean con el comunismo acaba matando al párroco del pueblo y huyendo a una Unión Soviética que ya ha entrado en los años duros del estalinismo. Lo que esos españoles vivirán a partir de entonces constituirá, en gran medida, lo que llamamos instrahistoria del siglo XX.
En este Making Of, Álvaro Otero cuenta qué le llevó a escribir La luz que nos guía (Galaxia Gutenberg).
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La génesis de una novela, el big bang que pone en marcha el proceso creativo, la materia primigenia que acaba explotando en una larga historia, permanecen siempre, en mi caso, envueltos en un halo de misterio. Suelen ser varios los elementos que se cruzan en mi cabeza y en mi vida, y que acaban germinando en un argumento y en unos personajes que pareciera que siempre habían estado ahí, como el dinosaurio de Monterroso, esperando a que despertase, a que el azar los hiciese confluir en un momento preciso.
Un segundo elemento fue la lectura de Las benévolas, la novela de Jonathan Littell. Es, en mi opinión, una de las obras más importantes de los últimos años. Por muchas razones. Pero hay una, en concreto, que tiene que ver con el proceso creativo de La luz que nos guía, y es la apabullante familiaridad con la que se mueve Littell a través del frente oriental y la Alemania de la II Guerra Mundial. Ese dominio del espacio y del tiempo literarios es el que yo quería para mi novela, la verosimilitud y la naturalidad que confiere al tono del autor un aire casi testimonial, memorialístico. Un aire, en fin, de verdad.
Un tercer elemento forma parte de una conversación aparentemente anodina con un primo mío, catedrático de Literatura y atento lector de todo lo que he publicado. Hablábamos de mi novela Las noches con Claudia cuando dijo de repente, sin darse importancia y como quien habla de una mosca que pasa:
—En la próxima novela deberías ir más allá de tus límites.
Él ni siquiera se acuerda de esa conversación, de haber pronunciado esa frase que, mezclada con los otros dos elementos, puso en marcha un auténtico tour de force conmigo mismo que se prolongó durante diez largos e intensos años.
Explorar mis límites. Ir más allá. Estimulante idea.
El domino exhibido por Littell, y que siempre consideré esencial para mi historia, necesitó de largos meses de lecturas en varios idiomas, de más de 500 páginas de notas, de viajes a Alemania, Polonia, Moscú, San Petersburgo, a remotas aldeas perdidas en las estepas rusas. De una búsqueda obsesiva de ensayos, memorias, novelas, de contactos con amigos y especialistas a lo largo y ancho de Europa. Sabía que me llevaría tiempo sentir que dominaba el mundo en que se moverían mis personajes, pero no tenía ni idea de cuánto. Los meses pasaban, los libros y películas, testimonios y libros y más libros se acumulaban en mi biblioteca y en mi escritorio, hasta que de repente, dos años después, sentí que el momento había llegado.
Escribí la primera frase y no me detuve hasta poner el punto y final, ocho años después.
Heredo de algunos de mis escritores más admirados cierta devoción estructuralista. Me gusta trabajar la estructura de mis novelas, hacer que cada una de las piezas encajen con precisión en su lugar para que produzcan el efecto que busco. Además, quería construir mi novela basándome en hechos reales, pero que La luz que nos guía no fuese una novela histórica o una novela “basada en hechos reales” al uso, donde se recrea una historia lineal, sino que cada uno de los personajes, cada una de las escenas que se describiesen en ella, hasta las más extrañas o disparatadas, hasta las más terribles o increíbles, hubiesen ocurrido de verdad y estuviesen contrastadas históricamente.
Este planteamiento de partida ha supuesto que el trabajo de documentación inicial se haya prolongado, en la práctica, durante los ocho años de escritura, y que los retos hayan sido mayúsculos. En esta larga travesía del desierto, en estos años de soledad, a menudo he sentido que avanzaba como por la selva, abriéndome camino a machetazos. Pero, aludiendo al título, sabía que había una luz al final de esa espesura. Ahora, toca a los lectores decidir si esa luz brilla. Si les alumbra. Si les ilumina.
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Autor: Álvaro Otero. Título: La luz que nos guía. Editorial: Galaxia Gutenberg. Venta: Todostuslibros.
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