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Dioses del Olimpo… de carne y hueso

Dioses del Olimpo… de carne y hueso

En este libro se recogen las más extraordinarias anécdotas deportivas y humanas de los deportistas que han competido y compiten en los Juegos Olímpicos modernos: un campeón de tiro que perdió la mano derecha y aprendió a disparar con la izquierda; un fondista que fue atropellado por un automóvil y aun así ganó la maratón de Los Ángeles…

En este making of, Luciano Wernicke cuenta el origen de Historias insólitas de los Juegos Olímpicos (Altamarea).

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La concepción de Historias insólitas de los Juegos Olímpicos se materializó con naturalidad. El éxito que su hermano mayor, Historias insólitas de los Mundiales de fútbol, había alcanzado en varios países de Latinoamérica, facilitó el «sí» editorial a mis deseos de proseguir con el rastreo y descubrimiento de maravillosos episodios del deporte que me permitieran dar vida a nuevos relatos desopilantes. Con poca experiencia previa sobre los Juegos (lo reconozco), pero con firmes sospechas de que estos escondían un vergel, por contar con más ediciones que la Copa del Mundo, más deportes y con atletas de todos los países como participantes, me lancé a bucear en un mar poco conocido. Enseguida encontré en su lecho un puñado de anécdotas apasionantes y conmovedoras que consolidaron el espíritu del libro y me confirmaron que yo circulaba por el camino correcto. Estimulado por ese hallazgo, en libros que había tenido a mano, y persuadido por esa frase que sostiene que el periodismo es la primera versión de la historia, me adentré en varias hemerotecas: unas de papel, como la de la Biblioteca Nacional argentina, en la ciudad de Buenos Aires; otras online. Este último recurso es esencial. La tecnología y la generosidad de varias empresas periodísticas que han digitalizado sus contenidos —en algunos casos, completos— facilitan la tarea del investigador: por un lado, porque el acceso a través del ordenador personal elimina los traslados hasta una dependencia y permite que el tiempo, un bien a veces escaso, se invierta sólo en lectura. Por el otro, porque muchas de estas hemerotecas son de acceso gratuito. Pero, aunque se deba abonar un pequeño canon por el permiso para navegar por valiosas páginas, la tarea sigue siendo ventajosa: desde mi casa de Buenos Aires pude entrar a periódicos de Estados Unidos, España, Francia, Italia y el Reino Unido. Una tarea que, de otra forma, me hubiera resultado imposible.

Me cuesta comprender por qué muchos periodistas no aprovechan estas herramientas imprescindibles. Permítanme exponer un ejemplo que surgió mientras trabajaba para otro de mis libros, sobre la Champions League: en las redes (googleando, como se dice ahora) encontré un artículo de un diario deportivo (luego copiado, pegado casi sin variantes y firmado por decenas de «periodistas») que cuenta que, en un partido de la Copa de Europa entre Real Madrid y Juventus de Italia, jugado en 1962, Alfredo di Stéfano obligó a sus rivales a cambiar sus camisetas negras por unas violetas, el uniforme «suplente» del equipo merengue. El autor del texto original resaltó incluso que esa anécdota se la había relatado el propio Di Stéfano. Sin embargo, no hay ningún registro fílmico ni fotográfico que ratifique ese episodio, y cuando se revisan los diarios de la época (las hemerotecas digitales de El Mundo Deportivo, La Stampa o ABC, por ejemplo, de acceso gratuito) se detecta que ese incidente, en realidad, nunca sucedió: Juventus no cambió su uniforme. El autor del texto original se confió en el relato de Di Stéfano, si bien lo correcto hubiese sido comprobarlo. Los copiones, en cambio, cometieron dos «crímenes»: robar y no verificar.

Otra fuente extraordinaria —también favorecida por la tecnología— son los libros: he comprado unos 30 publicados en inglés y francés a través de portales que los envían desde Londres, París o Nueva York a la puerta de tu casa. Estas obras me ayudaron especialmente a reconstruir relatos muy amenos sobre los Juegos de la antigüedad, que atravesaron los siglos de manera oral, y de los que sólo quedan algunos vestigios tallados en piedra. Finalmente, también utilicé las redes sociales para contactar a algunos protagonistas. Por ejemplo, pude chequear de primera mano las peripecias sufridas por un judoca francés.

Recursos sobran para descubrir perlas que cuenten los Juegos Olímpicos desde otro ángulo, quizá más sentimental, de seguro más divertido que repasar estadísticas. Sé que muchos de los relatos que integran Historias insólitas de los Juegos Olímpicos parecen surgidos de la imaginación de un guionista de Hollywood… o de varios. No, son todos reales. Unos son producto del azar deportivo. Otros, consecuencia del intenso choque cultural que significa tener a miles de personas de todo el mundo en espacios reducidos como los estadios o la Villa Olímpica. Algunos, fruto de la interferencia de la política. Pero todos, absolutamente todos, son el desenlace de un hecho incontrastable: los deportistas son seres humanos como usted, como yo, como cualquier mortal. Respiran, sudan, sangran, gozan y sufren. Aunque muchos los consideren «dioses del Olimpo», ellos son, «apenas», gente de carne y hueso.

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Autor: Luciano Wernicke. Título: Historias insólitas de los Juegos Olímpicos. Editorial: Altamarea. Venta: Todostuslibros.

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