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El dolor de la incertidumbre

El dolor de la incertidumbre

Oportuna cita de Agatha Christie para colocar en el umbral del libro: “Prácticamente todos en la casa pueden haberlo hecho”. El misterio impone sus reglas y una de ellas es sembrar de dudas la identidad de quien comete los crímenes para que el lector se desespere (y se divierta) intentando atar cabos por su cuenta. Dolores Redondo comienza “Todo esto te daré” con la preceptiva llamada de la policía a una puerta. Contundente y cargado de amenaza. Interrumpe un acto de creación: alguien está escribiendo una novela. Se llama Manuel Ortigosa y es el marido de Álvaro Muñiz de Dávila. De golpe y porrazo, su viudo. Dolor y estupor: murió en un accidente de tráfico en un lugar donde no debía estar. Y Manuel, acostumbrado a tener unos pocos salvavidas que le protegen en caso de naufragio, se queda sin el último de ellos. Solo ante sus propios peligros. Y así comienza una odisea personal en la que se suceden los hallazgos inesperados, las sorpresas que ponen patas arriba lo que parecían certezas sin fisuras. Por ejemplo, que el fallecido era el Marqués de Santo Tomé, “uno de los títulos más antiguos de Galicia, el pazo de su familia dista pocos kilómetros del lugar donde se produjo el accidente”. Y un lugar que Álvaro visitaba con frecuencia. Pero antes de llegar a esa situación de fractura total hubo episodios que cuestionaban la aparente firmeza del idilio. Y un primer flashback introduce el virus de la sospecha. Quizás aún no de la desconfianza: la tristeza inesperada de Álvaro, las sombras de una posible traición, los signos preocupantes de un delito íntimo. “El demonio de la duda” con sus besos que saben a azufre y pánico.

"Redondo ha movido sus piezas con inteligencia y habilidad, la experiencia es un grado."

Esta es una novela sobre el dolor y sus consecuencias. Cuando pierde a su hermana, uno de esos salvavidas, el destino le golpea “en su único factor vulnerable” aunque ella le obligue a prometer, en su lecho de muerte, que no la convierta en ello. Ni a ella ni a nadie. De acuerdo, extirpemos la vulnerabilidad pero eso no elimina la tristeza. Y esa tristeza es la que anida en la necesidad de escribir. Una tregua, un armisticio para volver al “palacio” de las letras y allí mantener lejos esa sensación de pesar absoluto. “El dolor es una decisión”. Tomarla o no es como decidir si se escribe o se abandona el palacio. A la intemperie, sin salvavidas, no hay más remedio que dejarse arrastrar por la falta de lógica y los interrogantes sin salida. Beber más de la cuenta, romper el espejo donde aguarda el hombre equivocado, sangrar y vomitar sobre recuerdos que ya no respetan nada, ni siquiera la tristeza. A nuestro atribulado protagonista solo le queda volver al pasado para revivir sus momentos felices con Álvaro antes de que el presente pida paso y le obligue a los enojosos trámites que llegan tras una muerte: los entresijos legales, el contacto con una familia tan asombrada como él, las malas caras de las mentes más rancias ante un matrimonio homosexual “mal visto”, el reconocimiento de haber sido engañado por alguien que vivía dos vidas distintas “siendo un noble de España y mariconeando a escondidas”. Quince años conviviendo con un embustero que ahora le deja una herencia que no desea.

Pero…

Todo cambia con una información nueva y brutal: a su marido no lo mató el accidente. Lo mató una puñalada que había recibido antes. Pero no se investigará para seguir con la “vieja y vergonzosa tradición” de que a una familia de terratenientes “hay que mantenerla limpia a cualquier precio”. Palabras del teniente Nogueira de la Guardia Civil, jubilado justo a tiempo para evitar tragar otro sapo que favorece a los poderosos. “Álvaro fue asesinado”.

"Todo esto te daré resuelve sus enigmas con una doble jugada. Bienvenidos al escalofrío."

Ya tenemos a la pareja (insólita) de investigadores. Redondo ha movido sus piezas con inteligencia y habilidad, la experiencia es un grado y la autora de la trilogía del Baztán la tiene ya demostrada. Sus lectores están en el lugar que deseaba: expectantes y en estado de alerta. Un protagonista vulnerable, resentido, atormentado y cargado de preguntas que responder. Y un ayudante que se las sabe todas y que no tiene nada que perder. Una doble cruzada personal en un entorno hostil de belleza acogedora. ¿Quién lo mató? ¿Por qué? Recordemos a la sabia Agatha: “Prácticamente todos en la casa pueden haberlo hecho”.

Las grandes armas blancas del crimen negro salen a la luz desde su oficio de sombras. Redondo tiene por delante desde ese estallido del misterio más de 500 páginas para desplegar su táctica de intriga a partir de un concepto claro: “El dolor de la incertidumbre es corrosivo”. La herida que se esconde entre líneas. Y que se agranda a medida que la narración avanza, hasta merodear zonas de monstruosidad inauditas. Conversaciones, deducciones, verdades a medias, medias mentiras, encubrimientos y descubrimientos. Los demonios sueñan pero nunca duermen. El horror tiene la mirada insomne. Cuando todo se aclara y los relámpagos de la tormenta gallega dan paso a una fina llovizna de certezas y pesares llevaderos, Todo esto te daré resuelve sus enigmas con una doble jugada que incluye respuestas (quién, por qué, para qué) y también una nueva tabla salvavidas para el protagonista en forma de espejo nuevo donde mirarse: qué fue lo último que hizo Álvaro cuando sabía que se estaba muriendo. Bienvenidos al escalofrío.

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Autora: Dolores Redondo. Título: Todo esto te daréEditorial: Planeta. Venta: Amazon y FNAC

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