¿De qué color es la oscuridad? Si fuera uniforme, no sucedería que a medida que uno va viviendo fuera encontrándose con distintas versiones de la oscuridad. En lo oscuro, ya se sabe, es donde resulta más probable toparse con el horror. Avanzamos a tientas, porque ahí delante no hay nada, y ese es el espíritu que dio lugar a las corrientes existencialistas, que están presentes en esta novela: «A menudo descubro mi incapacidad absoluta para comprender a los demás. Lo que dicen no es lo que hacen, pero ¿es lo que piensan? Tal vez ni ellos mismos lo sepan».
Los temas que va tratando son siempre tan contundentes como la incapacidad para acostumbrarse a convivir con la muerte, la duda de si a la hora de la verdad somos malvados o nos limitamos a obrar mal porque somos desgraciados, la relación ineludible entre el dolor y el destino, el momento de cuestionarse a uno mismo y su autoimagen, la constante sorpresa que supone en nuestro ánimo las reacciones de los demás o la valentía de ser o intentar ser honesto. Estamos, una vez más, en un teatro de lo absurdo, pero en el que el absurdo se aleja del humor a grandes zancadas. Estamos en una sociedad presa del malestar que generan la cárcel de la tradición o de las imposiciones religiosas, de las jerarquías sociales que consiguen castrar a los individuos. En ese líquido nada nuestro protagonista, un hombre sin trabajo empeñado en abrirse camino al amparo de su mujer, con la que vive una constante historia de amor y desamor a cuenta de la pobreza.
«¿No había bien sin violencia?», se preguntará. La novela está repleta de frases geniales, casi aforismos. Pero Meša Selimović no pretende ser un autor que destaque sólo por el ingenio, por deslumbrarnos con grandes fogonazos. En la distancia más larga va creando una denuncia, sostenida por una estructura muy sencilla, un encadenamiento de sucesos a través de un protagonista al que, maldición, no dejan de sucederle cosas, avatares que tienen un efecto acumulativo. A medida que avanzamos en la lectura vamos deseando que algo interrumpa, por salvación o desgracia, este devenir, esta lucha entre el individuo y el mundo, en la que si pretendes ganar debes apostar por el mundo.
La meta de nuestro hombre sigue siendo el bien: «Que Dios te perdone, hombre decente, a quien la gente no le permitía serlo: cumpliste con tu deber, aunque fuera muerto de miedo (…). Le contaría a Tijana la extraña historia de aquel que se convirtió en héroe por el miedo y por un sentido de honor nacidos de la vergüenza». En un mundo estúpido, en un mundo en involución, en un mundo estratificado y cimentado sobre la maldad, el miedo parece venir a explicar casi todo, incluido, para nuestra sorpresa, el heroísmo de intentar ser buena gente. Este enunciado expresa algo que se nos antoja inviable, es una aporía, y sobre esa idea tan inquietante se construye esta magnífica novela.
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Autor: Meša Selimović. Traductor: Miguel Roán. Título: La fortaleza. Editorial: Automática. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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