Todo hace pensar que la ochenta edición de la Feria del Libro de Madrid tendrá un sistema de control de aforo en los dos accesos abiertos en el paseo de Coches del Retiro de Madrid. Manuel Gil, su director, abrigaba en abril pasado la esperanza íntima de que la crisis sanitaria permitiera celebrar una feria sin restricciones, pero tanto él como su equipo llevaban trabajando muchos meses antes en escenarios aún peores. El año pasado la feria fue virtual y esas ansias que desde casa mostramos todos por consumir cultura se tradujo en una de las celebraciones más visitadas de la historia, aunque fuera a través de la aparente frialdad de una pantalla de ordenador, una tableta o un teléfono inteligente. Este año, si nada se tuerce, la feria volverá al Retiro y con ella las ansias en el reencuentro con los libros y sus protagonistas.
Tanto entusiasmo me llevó a preguntarme qué esperan sus participantes. Hay algo previo y es la certeza de que la feria madrileña se ha convertido —ya lo era— en una de las dos, tres grandes citas del mundo del libro en España. Aún más: su equipo directivo ansía dar un paso más ambicioso y convertir la cita en el Retiro en una de las fiestas internacionales de la lengua en español. Este año los participantes se reúnen, además de para ganar dinero (que lo harán a pesar de las restricciones en aforo), con el deseo íntimo de confesarse cómo han vivido estos meses, cuáles han sido los escalones más difíciles de subir, las cuentas más complejas de encajar, las deudas más pesadas de saldar. Los libreros llegan al Retiro después de un año mejor de lo que esperaban. Las grandes y medianas editoriales escaparon en diciembre pasado con luces en verde y este año las previsiones son aún mejores. Serán las pequeñas editoriales las que busquen un horizonte más luminoso que el que han tenido hasta ahora. Y con ellas a sus autores. La feria madrileña demostrará quiénes han superado la dura prueba de la pandemia (librerías, grandes y medianas editoriales) y a quiénes les ha costado más trabajo alcanzar los objetivos que se habían aventurado a acariciar en enero de 2020 (pequeñas editoriales y sus autores).
P.D. Ha abierto La Mistral (por doña Gabriela) en Madrid, una nueva librería que nos acerca la literatura hispanoamericana. Larga vida a las dos orillas.
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