Las novelas sobre el mar se cuentan entre las mejores lecturas de la adolescencia. Es un género en sí mismo que nos ha formado como lectores, pero ya no hay territorios ignotos a los que lanzarse con la imaginación. Además de clásicos como Moby Dick, de Melville; Narración de Arthur Gordon Pym, de Poe; todo Conrad o La isla del tesoro, de Stevenson, yo he querido rescatar dos novelas que tienen en común el diario para contar una historia. Me ayudan las dos ilustraciones de Fernando Vicente que abren y cierran este post. Dos ilustraciones que nos transportan a ese mundo perdido que solo recuperamos mediante la literatura. Dos ilustraciones con el sello inconfundible de uno de los mejores artistas de este país.
PÍO BAROJA Y EL MAR
Las inquietudes de Shanti Andía. Pío Baroja. (Alianza Editorial)
Es esta una novela de acción y de aventuras, primera de la tetralogía “El mar”, de Pío Baroja (San Sebastián, 1872–Madrid, 1956), una historia publicada en 1911 que podría representar algo así como la tradición náutica novelada del pueblo vasco. Forman parte también de esa serie El laberinto de las sirenas, Los pilotos de altura y La estrella del capitán Chimista.
La acción se desarrolla en la época de los abuelos del novelista, a mediados del siglo XIX, y recoge recuerdos de la infancia del autor, del muelle donostiarra, pero sobre todo de su tradición familiar, puesto que algunos de sus tíos navegaron en la marina mercante. Shanti Andía, el narrador, es un hombre equilibrado, prototipo de marino, metido hace tiempo en aventuras varias, pero que a pesar de eso no se ha dejado llevar por el ambiente de violencia que era tan natural entre los hombres del mar en aquel tiempo. No así Juan Aguirre, tío del narrador, de quien se cuenta la vida, un auténtico aventurero, aunque con no demasiada suerte. Shanti Andía, ya viejo y desengañado, va recopilando fragmentos de un diario que ha ido escribiendo en distintas épocas de su vida. Al principio de ese diario –y durante al menos sesenta páginas–, no ocurre gran cosa, nos da a conocer su infancia en un pequeño pueblo vasco, una juventud de ilusiones por tierras de Cádiz, para contar después su paso por el barco como capitán de fragata y, sobre todo, su fascinación por Juan de Aguirre, verdadero héroe aventurero de la novela. Desde la conciencia de una vida malgastada, Shanti Andía muestra una nostalgia inmensa por el mar perdido, el que recorrían hombres llenos de ganas de vivir y con gran deseo de conocer mundo, en conflicto permanente con la vida convencional. Las aventuras de Shanti Andía es una novela hermosa y apasionante, escrita con mano maestra, que conjuga a la perfección elementos trepidantes con acentos líricos. Ha sido catalogada como la novela “del mar” por antonomasia de Pío Baroja.
MITO Y AVENTURA
Robinson Crusoe
Daniel Defoe
Grandes Clásicos Mondadori
Daniel Defoe (Londres, 1660–Moorfields, 1731) es conocido sobre todo por esta novela que publica en 1719, con casi sesenta años. Defoe tuvo una vida interesante y una carrera compleja. Nace en una familia modesta y estudia en el seminario de Stoke Newington. Tras especializarse en comercio, viaja por España, Francia, Italia y Alemania y, después de abrir una mercería, se casa con Mary Tuffley, con la que tiene siete hijos. Naturalmente, tiene que escribir para ganarse la vida. Eso no es impedimento para que construya un universo literario de primera magnitud, a pesar de ser un escritor al servicio de intereses políticos, además de agente secreto, censor oficial, periodista (fundó The Review en 1704, primer periódico de regular aparición en Inglaterra) y organizador de propaganda contrarrevolucionaria, unas veces al servicio de los liberales y otras de los conservadores. También es el primer escritor en hacer de la literatura un oficio remunerado. Robinson Crusoe es una novela de aventuras que le hizo perseverar en este género narrativo con El capitán Singleton, Memorias de un caballero, Moll Flanders e Historias de piratas, en el que retrata personajes violentos, osados, y en su calidad de aventureros, también libres. La edición que comentamos hoy está traducida por Julio Cortázar, el prólogo corre a cargo del Premio Nobel, Coetzee, en el que imagina que a la isla llega una náufraga para, a partir de ese detalle reflexionar sobre el arte de la escritura, y la novela está ilustrada con los antiguos dibujos de 1840 de Grandville. Robinson Crusoe es una obra que ha creado un mito. Decir de ella que es la historia de un náufrago es decir muy poco. A Defoe le sirvió para crear una auténtica parábola sobre el ser humano. Pero, además de la lectura que cada cual pueda hacer, esta soberbia novela sigue leyéndose como una entretenida novela de aventuras.
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