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Doscientos amigos que no asistirán a mi entierro

Doscientos amigos que no asistirán a mi entierro

Juan Vilá ha construido una novela que es un retrato de la generación de españoles que nacieron en los 70, quemaron los 90 y se hundieron tras el inicio del milenio. Tan difícil como raro continúa el ciclo autobiográfico que el autor inició con 1980 y que pretende reconstruir una época que, pese a su cercanía, parece ya muy lejana.

En este making of, Juan Vilá cuenta qué le impulsó a escribir Tan difícil como raro (Anagrama).

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«Doscientos amigos asistirán a mi entierro y tú tendrás que pronunciar un discurso ante mi tumba», le dijo en cierta ocasión Paul Wittgenstein a Thomas Bernhard. Luego en el cementerio no hubo ni diez personas y entre ellas no se encontraba el escritor.

Creo que esa fue una de las primeras cosas que pensé cuando me comunicaron la muerte de mi amigo Roberto. Seguro que a él le hubiera encantado, pero yo no iba a pronunciar ningún discurso. Estaba furioso. Desconfío, además, de quienes se ponen a hacer poesía antes siquiera de que se haya enfriado el cadáver.

"La novela entró en crisis y yo me puse en contacto con Gloria, la única de todos nosotros que ha conseguido salvarse"

Así que pasaron los años. No uno ni dos. Un montón de años hasta que por fin me decidí. El 1 de enero de 2020 empecé una serie de cartas en las que le contaba a Roberto qué había sido del mundo y de nosotros, ese grupo de amigos que coincidimos en la facultad de Filosofía a principios de los noventa.

Hablaba de los incendios que asolaban entonces Australia, de cómo el papa había golpeado a una mujer que le agarró del brazo y no quería soltarle, de los paseos nocturnos con mi perro por el parque que hay enfrente del tanatorio, de un extraño virus que había aparecido en China… La idea era demasiado bonita como para que de verdad pudiera funcionar.

La novela entró en crisis y yo me puse en contacto con Gloria, la única de todos nosotros que ha conseguido salvarse: corre maratones, tiene dos hijos y un trabajo estupendo, vive en una gran casa en mitad del campo. El 7 de marzo viajó hasta Madrid y comimos juntos. ¿Por qué ella sí y los demás no? ¿Por qué tanto dolor y destinos tan trágicos?

"Llegué a tener cuatro o cinco versiones distintas del mismo libro. Se murió otro amigo. Me perdí como nunca antes me había perdido escribiendo"

Esa noche volví a casa y creé un nuevo archivo. «Los mejores cerebros no son los que se consumen, sino los que aguantan. Siempre. A veces incluso contra todo pronóstico», escribí. E inevitablemente apareció Ana, el otro gran personaje de la novela, además de Roberto, y puede que también de mi vida. Ana y la enfermedad mental. Ana y su eterna lucha contra el vacío. Ana y el hambre. Ana y la adicción. Ana y su infinita sucesión de trampas para no enfrentarse con la vida.

Ya sólo faltaba el confinamiento, y otras mil ocasiones en las que la novela entró en crisis. La alegría y la gente volvieron a las calles, pero yo seguía atascado en el mismo punto, dándole vueltas y más vueltas a cada pieza de esta pequeña historia, durante semanas y meses, durante más de años. Llegué a tener cuatro o cinco versiones distintas del mismo libro. Se murió otro amigo. Me perdí como nunca antes me había perdido escribiendo.

"Desconfiad si os hablan de resiliencia. A tomar por culo la resiliencia. Esa es la forma más fea de nombrar el misterio, de decir no tengo ni puta idea"

Pero no todo fue malo. Pedí una beca y me la concedieron. Me fui tres meses a Córdoba con mi perro. Cambiamos el parque por la Judería. Me pagaban solo por estar allí. ¿Tengo acaso derecho a quejarme? Y hasta encontré el final que llevaba mucho tiempo buscando. Encontré también la ayuda que necesitaba para recuperar la fe en lo que había escrito.

Lo que no encontré fue la respuesta. ¿Por qué algunas personas se rompen y otras se salvan? Lo más seguro es que no exista.

Desconfiad si os hablan de resiliencia. A tomar por culo la resiliencia. Esa es la forma más fea de nombrar el misterio, de decir no tengo ni puta idea.

Yo me quedo con Spinoza. La Proposición XLII de la Parte Quinta, el final de su Ética, las palabras más sabias que posiblemente se hayan escrito jamás: «Si la salvación estuviera al alcance de la mano y pudiera conseguirse sin gran trabajo, ¿cómo podría suceder que casi todos la desdeñan? Pero todo lo excelso es tan difícil como raro».

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Autor: Juan Vilá. Título: Tan difícil como raro. Editorial: Anagrama. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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