En ocasiones, los países se quedan sin palabras. Desprovistos, relevados de ellas, van muriéndose en una larga estepa sin comas ni voces. En los confines de esos lugares en trance de morir, aparecen personas como él: alguien capaz de diseñar un mundo; dotándolo de la capacidad de recordar e imaginar, esa doble operación que buscan hombres y mujeres en la literatura y con la que el escritor venezolano Ednodio Quintero (Las Mesitas, Trujillo, 1947) ha elaborado una obra narrativa, al mismo tiempo que ha improvisado una geografía.
Inventar un mundo a la vez que resucita otro. Eso es lo que el escritor venezolano ha hecho a lo largo de una literatura que opera como los sueños: algo que sugestiona y desagrada, que parece una cosa sin llegar a ser tal. Así es Ednodio Quintero, un hombre de espíritu austero capaz de levantar paisajes agrestes con pagodas de neón, ahí donde todo podría ser montaña o metrópoli. La lógica es la misma: la nuez del relato, la extracción de la piedra –o el perdigón- de la locura.
Eso ha hecho Ednodio Quintero en su más reciente novela El amor es más frío que la muerte, publicada por el sello Candaya. En un país asolado por la peste, un hombre huye del hospital para apestados al que ha sido confinado. Escapa o acaso solo llega –sí, como en los sueños- a un páramo que le recuerda al territorio agreste donde transcurrieron los primeros años de su vida. Guiado por una energía que da bandazos entre la luz de Eros y la oscuridad de Tanatos, el narrador recorre y bordea retazos de memoria, ensoñación y la locura: su padre participando en la cacería de una joven bruja ninfómana, su madre muerta metamorfoseada en una voraz chica de trece años, o él mismo acariciando, en los sótanos de un antro de Tokio, los pechos de una belleza del cómic porno.
En el esplendor de su propia obra, el novelista venezolano Ednodio Quintero se presenta ante el lector en el canto de ese escalón que él llama obscena exhibición del yo y la ficción más radical. El amor es más frío que la muerte concentra al Ednodio Quintero que habita los dos extremos de una cuerda: el joven y el viejo; un realismo que sin ser mágico ni perverso, se acerca más bien a lo imaginado, al puro corazón de la ficción, que a él le late en la palma de la mano tras arrancárselo del pecho. Sus libros son esa foto en la que sonriente, Ednodio Quintero muestra la víscera, con la mano extendida hacia delante.
Buena parte de la obra de Ednodio Quintero ya se conocía en España tras la publicación de Ceremonias (Candaya, 2013) y Combates (Candaya, 2009), dos volúmenes que recogen sus cuentos completos y trazan un arco vital, desde aquel temprano La muerte viaja a caballo (1974) hasta el antológico Cabeza de cabra y otros relatos (1993):un único y consistente universo que prescinde de toda frontera reconocible entre lo narrado como real y lo imaginado o soñado. Esa es la clave que se expresará en sus novelas, desde La danza del jaguar (1991), La bailarina de Kachgar (1991) o El rey de las ratas (1994), hasta Mariana y los comanches (Candaya, 2004), Confesiones de un perro muerto (2006), El arquero dormido (2010) o El hijo de Gengis Khan (2013). Esa es la pulpa que vuelve a brotar en El amor es más frío que la muerte.
En estos días, el autor venezolano visita España para presentar esta novela. Lo hará en Madrid, el día domingo 7 de mayo a las 19.00 horas en la librería la Buena Vida (c/ Vergara,5) y el martes 16 en Barcelona, en la Malpaso Llibreria (Diputació 331, cantonada Girona). También pasará por Segovia, Badajoz y Zaragoza. Por ahí andará Ednodio Quintero, habitando los extremos de una misma cuerda, balanceándose en una nueva novela con la que siempre será un gusto dejar de estar muerto; recuperar el habla o arrancarse la piedra, o el perdigón, de la locura.
Autor: Ednodio Quintero. Título: EL amor es más frío que la muerte. Editorial: . Venta: Amazon
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