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Efe Eme recupera dos novelas míticas de Raúl Núñez

Efe Eme recupera dos novelas míticas de Raúl Núñez

Uno de mis libros más preciados, desde que en el invierno del 78 me hice con él, es la primera edición española de Visiones de Cody (1960). En sus páginas, a decir del poeta beat y primer estudioso del grupo, John Clellon Holmes, “Kerouac encontró su verdadera voz”. Dado a la estampa por Grijalbo en la Barcelona de 1975, en las palabras preliminares Marcelo Covián —su traductor al español— nos habla de un pequeño grupo de jóvenes bonaerenses que en 1959 se sintieron “conmocionados” con la lectura de En el camino. Siempre he querido imaginar a Raúl Núñez entre aquellos primeros lectores argentinos de En la carretera, que fue a titularse el texto fundamental de Kerouac en su primera edición española. Aunque en aquel 1959 Núñez (Buenos Aires, 1946) solo tenía 13 o 14 años, ésa era la edad —la adolescencia— en la que solían interesarse por la contracultura, de la que la Generación Beat era el umbral de entonces, un buen número de los llamados por ella.

Otras veces pienso que asocio a Raúl Núñez a las primeras manifestaciones de la Beat Generation —estando tan americanizados como estábamos los de entonces, preferíamos referirla en inglés— y a que Derrama whisky sobre tu amigo muerto (1979) fue el número 28 de la colección Star Books, todo un mito del underground patrio inaugurado unos años antes con En la carretera. Aún recuerdo la portada de aquella primera traducción española de Kerouac: una viñeta de los Freaks Brothers, de Gilbert Shelton, que mostraba a Freewheelin’ Franklin haciendo autostop. Nacida ya con forma de recuerdo, tanta era la avidez de On the Road (En la carretera), de Star Books, que la edición se vendió a los pocos meses y me parece que nunca se volvió a reimprimir.

"Recuerdo perfectamente a una chica de entonces, una de aquellas que no tenían novio. Ahora bien, si les gustaba un tipo, perfectamente podían irse con él a Ámsterdam, a dedo"

Así que volvimos a la traducción argentina publicada por Losada, con el título de En el camino. Seguro que fue la misma que leyeron Covián y aquellos jóvenes porteños —en una tirada anterior, pues la nuestra era la del 75— conmovidos con Kerouac tanto como empezábamos a estarlo los españoles del tardofranquismo y los albores de la Transición. Ciertamente, la impronta argentina en el descubrimiento español de la Beat Generation —el también bonaerense Marcos Ricardo Barnatán fue el responsable de la primera antología de la poesía Beat (Plaza & Janés, 1970)— fue notabilísima. Y Raúl Núñez, por activa y por pasiva —nunca mejor dicho— fue una de las referencias fundamentales de aquel feliz encuentro, o descubrimiento, para el lector español.

Producciones Editoriales concibió Star Books —toda una colección de separatas de la revista Star— para dar a conocer la obra de los autores que divulgaban en Los padres del corderoGinsberg, Burroughs, Lovecraft, Rimbaud, el propio Kerouac…—, sección de la legendaria revista Star. Aquellos artículos, a menudo firmados por mi admirado Jaime Rosal, fueron mi primera guía en la literatura contracultural.

Cuando Star Books comenzó su legendaria singladura —el año 74, si no recuerdo mal—, Raúl Núñez publicó People en Cuadernos Ínfimos, la misma colección de Tusquets donde leíamos Groucho y yo (1959), las primeras memorias de Groucho Marx y otros textos afines a nuestro universo de entonces. En aquellos versos de People, Núñez, pleno de influencias de Kerouac, Ginsberg, Dylan, Lou Reed… a la gente que parecía aludir era a los freaks españoles. Expresión, esta última, algo desdibujada con el eclecticismo que ha ido alcanzando con el curso del tiempo, en puridad los freaks de entonces eran ciertos hippies urbanos, anteriores a la catarsis punk del 77, de los que recelaba tanto el franquismo como el antifranquismo. El universo de aquella gente inspiraba los poemas de Raúl Núñez reunidos en People.

Y también recuerdo perfectamente a una chica de entonces, una de aquellas que no tenían novio. Ahora bien, si les gustaba un tipo, perfectamente podían irse con él a Ámsterdam, a dedo, como Freewheelin’ Franklin en la portada de En la carretera, de Star Books, y sin un duro. Y después, si en Holanda conocían a otro, se iban con el nuevo tan campantes. Aquellas freaks de los 70 marcaron el comienzo de mi educación sentimental y recuerdo a una recitando los poemas de People. Así que, en mi memoria, la poesía de Raúl Núñez ha quedado asociada al pachuli con el que se perfumaban las que me hacían suspirar, a las piedras de Mauritania que engarzaban en sus pulseras… A los recuerdos del pelo largo de los que nos habla Burning en «Una noche sin ti».

"Abierta a la narrativa, el ensayo, el reportaje y la cultura popular”, empezar con Derrama whisky es toda una declaración de intenciones"

Tiempo después, en Cannabis Flan (1983), Núñez escribió un verso que podía haber sobrecogido a aquellos freaks de los 70, cuando aquella chica de las piedras de Mauritania, a la que quisieron aunque no eran novios, les dejó solos para ser no novia de otro en Ámsterdam: “¿Qué puedes hacer cuándo has perdido?”

Alfons Cervera recupera estas palabras en el prólogo a la edición de Derrama whisky sobre tu amigo muerto, que inaugura Intermitente, la nueva colección de Efe Eme con la que esta editorial, de aquilatada solera a lo largo de 26 años de actividad, amplía sus parámetros a textos ajenos a esa divulgación musical que hasta la fecha había marcado la pauta en su catálogo. “Abierta a la narrativa, el ensayo, el reportaje y la cultura popular”, empezar con Derrama whisky… —que ya va por la segunda edición, dicho sea de paso— es toda una declaración de intenciones y del sentido de los textos, más o menos misceláneos, que irá devolviendo al lector. Todo parece indicar que en esta nueva iniciativa de Efe Eme veremos alternarse a las publicaciones de épocas pretéritas, que deberían ser del fondo editorial del underground español, con propuestas actuales y variadas, pero siempre al margen del mainstream. En resumen, un sugerente cajón de sastre, como lo fue, hace ya medio siglo, la legendaria Star Books.

Publicado originalmente en 1979, Derrama whisky sobre tu amigo muerto, primera novela de Núñez, ya no alude a ese universo freak de People, aunque, cuando el texto llegó a las librerías Núñez ya había abandonado Barcelona, la Barcelona de los últimos estertores del rock layetano donde la escribió, para instalarse en aquella Ámsterdam donde las freaks, inexorablemente, conocían a otro.

"Protagonizada por un pobre diablo que escribe novelas del Oeste, y en su periplo descubre a toda una galería de seres marginales, es una novela concebida por alguien que sabe de qué habla"

Ambientada en una ciudad imaginaria, en los bares de copas que podrían poblar el universo de Bukowski y sirven esos tragos con los que los protagonistas de los relatos de Raymond Carver, que tienen problemas con la botella buscan la Parca, sin que el deceso les duela, Derrama whisky sobre tu amigo muerto fue el vehículo de un tránsito que llevó a Núñez del underground, de la contracultura, a la novela urbana, un género, siempre confundido con la novela negra —por aquello de que en gran medida miraba a la marginalidad, especialmente a la madrileña y barcelonesa—, que en las décadas siguientes despertó el interés de crítica y público, teniendo en el Juan Madrid de Días contados (1993), compañero y sin embargo amigo de Núñez, uno de sus mayores exponentes. Sin olvidar, ya entre los escritores que se dieron a conocer en los 90, a José Ángel MañasHistorias del Kronen (1994), Mensaka (1995), Ciudad rayada (1998)— y sobre todo a Francisco Casavella entre sus más destacados cultivadores. Acaso sea Casavella, que como Núñez encontró buena parte de su materia literaria en la marginalidad de los alcohólicos, los desposeídos y las prostitutas de Barcelona, el más en la onda del argentino de los autores de los años 90.

Protagonizada por un pobre diablo que escribe novelas del Oeste, y en su periplo descubre a toda una galería de seres marginales, Derrama whisky sobre tu amigo muerto es una novela concebida por alguien que sabe de qué habla. Núñez, con independencia de lo que personalmente pudiera darle o no darle al frasco, es perfectamente consciente de que la lucidez del alcohol es una de las grandes falacias en torno a la creación literaria: borracho no se atina a las teclas de la máquina. Una cosa es ir entonado con un par de vinos y otra llevar 48 o 72 horas bebiendo sin comer más que las tapitas de las cañitas y las almendras que ponen en algunos bares para acompañar los cubatas. El protagonista de Núñez es de estos, de los que beben hasta matarse. De hecho, en el primer capítulo se nos da noticia de los pocos folios de la historia de Álamo Kid que le ha permitido teclear la ebriedad constante.

Esa realidad del borracho, perdido entre otros losers, que apenas tiene un billete se lo gasta en priva —o en prostitutas a las que paga pese a que el ciego no le permite consumar aquello que ha comprado—, es el asunto de Derrama whisky sobre tu amigo muerto. Billy el Desnarizado y Sparring son algunos de los compañeros del escritor, Lou una de las chicas y, entre todos ellos, gravita esa camaradería de los borrachos, tan sincera como la euforia que procura la priva.

Cuando Raúl Núñez irrumpió en el panorama editorial, la novela española aún estaba afectada por el compromiso, la denuncia de la maldad de los fachas, el pasado político del país y todas esas grandezas que, empero, ya empezaban a cansar a los lectores. Excusaré decir el revulsivo que supuso la publicación de Derrama whisky sobre tu amigo muerto ante semejante panorama. Era tanto el afán de una nueva novelística, más atenta al entretenimiento del lector que a la denuncia de la Guerra Civil y la subsiguiente dictadura, que la novela negra comenzó a ser reivindicada pese a que los apologetas de la novela de tesis y los grandes asuntos pusieran el grito en el cielo.

Puede que fuera Manuel Vázquez Montalbán, con su Carvalho —antiguo militante comunista—, quien supo encontrar el equilibrio, el tono adecuado respecto a la nueva novela que el público demandaba. Pero Raúl Núñez no se quedó atrás en ese renacer de la novelística española que fueron los años 80. Sinatra, su siguiente ficción, fue una propuesta igualmente singular en aquel panorama editorial español que por primera y única vez empezaba a tender hacía lo nuevo y lo autóctono.

"En los felices 80 la corrección política ni siquiera se imaginaba "

Escrita tras el regreso de Núñez a Barcelona, luego de residir dos años en Ámsterdam, Sinatra apareció en 1984, hace ahora justo 40 años. En sus páginas, toda la mitología de las anteriores propuestas de Núñez —el universo freak de People, la autodestrucción de Derrama whisky…— dio paso a una marginalidad claramente localizada: la del Raval barcelonés. En los felices 80, que básicamente lo fueron porque la sociedad española, no solo la edición, rechazó y denigró la siempre infausta conciencia política de su pasado a ambos lados del espectro, la corrección política —valga la redundancia— ni siquiera se imaginaba. Así que El Raval barcelonés aún era el Barrio Chino y a Sinatra, el protagonista de esta legendaria ficción, su mujer acaba de dejarle por un “negro”.

Sinatra tiene un parecido asombroso con el inolvidable intérprete de «Extraños en la noche», pero su suerte no guarda ninguna relación con la de La Voz. Aunque a lo largo del relato cambiará, cuando le conocemos vive en la misma pensión de la que es el vigilante nocturno. Ronda los cuarenta años y, entre otros empleos, a cual más lamentable, se dedicó a las ventas a domicilio.

Aparecida en Anagrama, una de las editoriales más pujantes de aquellos días, Sinatra quedó como una de las novelas más representativas de los años 80 y de esa ficción urbana a la que nos venimos refiriendo. Naturalmente, en los años de la conciencia política predominaba el ruralismo. Traducida al francés, al inglés, al alemán y al danés, fue igualmente celebrada en su carrera internacional. Su versión cinematográfica llegó en 1986 de la mano de Francesc Betriu. Protagonizada por Alfredo Landa, su creación del perdedor del Raval fue uno de aquellos papeles con los que el actor navarro quiso dar un nuevo rumbo a su carrera en los años 80.

Ya convertido en un novelista celebrado, Núñez, entre otras ficciones, publicó La rubia del bar (1986). Instalado en Valencia, fue un asiduo colaborador en prensa hasta su prematura muerte en 1996. Hasta estas tiradas de Efe Eme, las dos primeras novelas de Raúl Núñez no se habían reeditado nunca.

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