Hoy quería dejaros una sola recomendación para esta semana. Habitualmente os hablo de los trabajos tecnológicos que hacemos en los diferentes equipos. Os hablo de los hacks, de las PoCs, de las novedades en producto, y de las cosas que vamos añadiendo a nuestras plataformas y servicios. Pero hoy quería hablaros solo de una cosa cosa que han puesto nuestros compañeros de Movistar+ para los clientes, que es la película en estreno de El amor en su lugar, de Rodrigo Cortés.
Hacer una película tan especial, y tan única, como es esta, es un ejercicio de vehemente locura y disciplina cegada por la consecución del objetivo. Rodrigo Cortés se pasó varios años de su vida atesorando esta obra en su cabeza. Desde que comenzó a fraguarse su idea en la cabeza hasta que consiguió escribirla, luego rodarla, grabar la música, montarla y llevarla al cine pasaron años. Años en los que tuvo que guardarla para sí mismo, someterla a la peor crítica del mundo —que es la suya— durante tanto tiempo. Tuvo que hacer el duro viaje de conseguir que se alinearan todos los astros necesarios para que esta película sobreviviera todos los ataques que se meten en el camino de hacer una obra de arte tan única como esta.
Dice Arturo González-Campos en su libro Enhorabuena por tu fracaso que ama a la gente que hace cosas, y esto es algo que compartimos. Yo no solo adoro a estas personas, sino que las admiro profundamente, e intento ayudar y apoyarlos todo lo que puedo, porque sé que nunca es casualidad. Que siempre hay un trabajo más allá de lo imaginado para hacer cosas.
Rodrigo Cortés ha hecho de todo para conseguir que esta pieza de entretenimiento en forma de película sea como una bomba para las personas con sentimientos. Cuando la veas, verás que es una película que te atrapa y se te pasa volando. Estás tan enganchado desde el principio hasta el final que casi no te das cuenta de que ya ha terminado. Y entonces… entonces comienza la bomba. Porque se te ha metido dentro un virus que te va a infectar, con emociones, con sensaciones, con reflexiones, y con algo que te va a cambiar por dentro para siempre.
Los personajes de la obra tienen que tomar muchas decisiones difíciles, por amor, por sobrevivir, por vivir, por sentir, por ser personas, por ser humanos, durante la película. Decisiones que te van a obligar a replantearte muchas cosas de tu forma de ver la vida, de tu forma de ver el amor, de tu manera de enfrentarte a los problemas. A los de verdad, y a los que nos creamos nosotros.
El otro día publiqué una foto de la cena que me regaló el maestro Arturo Pérez-Reverte, que además de ser un dios planetario de las letras es un cinéfilo único con una voz crítica sobre el arte del celuloide especial, con Arturo González-Campos, con el que comparto afición por las películas de los Hermanos Marx, con el gran maestro y primer Oscar de nuestro país José Luis Garci y, cómo no, Rodrigo Cortés. Os podéis imaginar que la conversación fue sobre cine.
En ella se intercambiaron regalos, Arturo Pérez-Reverte trajo a José Luis Garci la edición especial de El Italiano con la transcripción de la conversación que ambos tuvieron el día de la presentación, y regaló a Rodrigo Cortés una copia firmada de El Italiano. José Luis le trajo a Arturo Pérez-Reverte y Rodrigo Cortés su último libro, en el que habla del cine de, entre otros, claro está, Rodrigo Cortés, y donde sale mencionado el escritor por méritos propios. Rodrigo Cortés me trajo la edición especial del BluRay de El amor en su lugar, pero fue para Arturo Pérez-Reverte, ya que no se iba a escapar esta ocasión de hacer mejor entrega. Fue un momento muy único, porque todos se querían agasajar los unos a los otros.
Pero lo mejor fue mi regalo, escucharles hablar de cine, hablar del amor al cine. A Arturo Pérez-Reverte se le iluminaba la cara como un niño recordando las escenas de las grandes películas. Narrándolas con su maestría para contar historias. Garci recordaba la música de las cenas. Rodrigo desmenuzaba el montaje de la escena, la narrativa de la construcción de los mensajes escribiendo con una cámara. Arturo González-Campos disfrutaba como hace en Todopoderosos, y yo, como vulgar niño malcriado, les hacía preguntas sobre los mejores actores haciendo películas de mafiosos, o los mejores directores de cine de suspense.
Os cuento todo esto porque después de la cena don Arturo, que no me dejó pagar la cena e invitó a todos alegando no sé qué derecho sobre los terrenos de aquel restaurante donde nos había citado, nos llevó a que paseáramos por los alrededores y viéramos las pinturas hechas con pasajes de El Capitán Alatriste en los aledaños de la Posada de la Villa. Obras fantásticas donde nos retratamos otra vez. Nos abrazarnos y nos despedirnos con deseos de volver a repetir encuentro después del verano, de volver a intercambiar regalos entre todos.
Yo, que desde que conocí al gran José Luis Garci en aquel encuentro de El Mundo donde nos juntaron he forjado una relación de amistad con el gran maestro, tenía que devolverle a su casa en mi maligno-móvil, que es como llamo cariñosamente al incómodo coche que suelo conducir. Cuando vamos al fútbol, o a comer o cenar en algún sarao, normalmente recojo a José Luis en su casa, y lo deposito una vez finalizados los actos, pero el destino ha hecho que Rodrigo Cortés y José Luis vivan a unos metros uno del otro. Casi sin saberlo, son vecinos. Así que me llevé al cine español en mi coche. Juntos. Tengo fotos que lo prueban, que meterlos en coche fue un reto.
El caso es que os cuento todo esto porque a Rodrigo Cortés, como a los grandes artistas, les cuesta hablar bien de sus obras, pero escuchar la admiración con la que José Luis hablaba del trabajo de Rodrigo, y en especial de El amor en su lugar, no tiene precio.
“¡Qué buen cameraman tienes en esta cinta, Rodrigo!”.
“¡Qué buen final, Rodrigo. Al principio me sorprendió ese final, pero cada vez que lo veo y lo recuerdo me gusta más!”.
“¡Qué buenos actores tienes en esta película, Rodrigo! ¡Qué difícil es hacerlos cantar, bailar, actuar, y hacerlo bien!”.
“…y con todos los extras en el teatro, Rodrigo, que no es fácil rodar así”.
Os podría contar infinidad de comentarios que yo fui anotando mentalmente como “extras” para mí de El amor en su lugar, pero ya podéis escuchar a José Luis hablando de ella en muchas de sus intervenciones.
Pero como segundo punto, y para mí un punto importante, y quería dejarlo para el final, el viaje de vuelta, para irnos los tres juntos a casa, fue lo que los que hacen cosas se saben bien. Lo difícil que es siempre hacer algo. Lo difícil que es hacer cine. Alguien podría pensar que para dos grandes del cine de nuestro país, como José Luis Garci o Rodrigo Cortés, hacer una nueva obra es algo sencillo. Ni mucho menos. Sigue siendo igual de difícil. Cada nuevo comienzo, cada nuevo proyecto, es igual de complicado.
Ambos están con nuevos proyectos. Rodrigo lleva ya un par de años con una nueva obra en su cabeza —vale, son dos, que yo sepa—, y cuesta mucho. Dos años ya trabajando en un nuevo proyecto, mientras empuja todos los que tiene. Sus podcasts, sus libros, su película de cine… y lleva ya dos años trabajando en los nuevos proyectos. Y José Luis igual: tengo un guión de una película suya que todavía no ha podido hacer, desde hace cuatro años. Y sigue empujando para sacarlo. Además de un proyecto muy único que ya está rodando. Y sigue peleando por él.
Por eso, la llegada de El amor en su lugar como película de estreno a Movistar+ es una celebración de todos. Ha tenido que sobrevivir a tanto, se ha tenido que invertir tanto esfuerzo, tanto sacrificio, tanta lucha, jugarse todo, que hay que ser muy loco, o muy genio, para conseguirlo. Y que esté ahí, para que tú la puedas ver, es un regalo. Así que disfruta del plato que te sirven en la mesa y recuerda que para esos minutos que vas degustar ante tus ojos se ha tenido que trabajar un porrón —valga el tecnicismo— de años.
Rodrigo, enhorabuena por haberlo hecho.
¡Voy a verla!, porque si lo dices tú y así… promete.