Verónica Nieto regresa a la narrativa con una novela ambientada en un futuro próximo, en la que los videojuegos se conectan al inconsciente y en la que la gente sube sus sueños a la red, tal que si fueran stories de Instagram. Pero la protagonista de esta distopía ha muerto en extrañas circunstancias y, por tanto, estamos también ante una investigación criminal en el sentido más clásico de la palabra.
En este making of Verónica Nieto narra el origen de Psicojuego (Salto de Página).
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¿Verdad que si conoces cómo se ligaba antes de las aplicaciones de citas te cuesta horrores entender la dinámica del amor en la era de Tinder? Eso fue lo primero que constaté en cuanto superé una ruptura amorosa. Tocaba ligar de nuevo y las reglas de juego habían cambiado por completo. Cupido tenía forma de aplicación en mi smartphone. Ya lo dijo Alessandro Baricco en The Game: la lógica del videojuego lo ha invadido todo, se ha convertido en el «esquema fundacional de toda una civilización». Miras perfiles como cromos, pones likes, ganas puntos, y así vas subiendo de nivel.
Así nació Psicojuego (Salto de Página, 2023), un videojuego que se conecta al inconsciente. La novela ocurre en un futuro próximo donde la gente tiene dispositivos injertados que permiten grabar y enviar sueños. Todo el mundo cuelga sueños en la red o los envía como hoy se cuelgan y envían stories de Instagram. El psicojuego es una versión mejorada de las aplicaciones de citas, donde ya no se necesita el intercambio presencial. Quien consiga sobrevivir y adaptarse mejor gana la partida. Psicojuego se presenta como un informe de un futuro próximo escrito por un narrador plural en el que se nos explica, por un lado, el funcionamiento del psicojuego, y por otro se expone toda la información sobre las partidas de la protagonista, que ha fallecido mientras lo usaba. Sí, en la novela el psicojuego resulta letal. Por eso Psicojuego es también una investigación criminal, con sus correspondientes interrogatorios a los sospechosos.
Sin duda que una historia como esta necesitaba un género específico para contarla. Cuando estudiaba Teoría de la Literatura, lo primero que aprendí es que cada texto pide una manera distinta de leer. Si hablamos de Kafka, puede que te sirva una hermenéutica biográfica y psicoanalítica. Si nos enfrentamos a Virgina Woolf, hace falta prestar atención a la estructura, al estilo, al fraseo: mejor una lectura formalista. Confieso que me pasa lo mismo cuando escribo. Le pregunto al texto qué necesita.
Y claro que el texto siempre pide lo que quiere: si Psicojuego trataría sobre las relaciones amorosas de la realidad virtual, no podía dejar de lado la tradición literaria que ya nos habló de los efectos del holograma: La invención de Morel, de Bioy Casares, Solaris, de Stanisław Lem, algunos cuentos de Ballard. Además, todos somos cíborg, queramos o no. Todos llevamos un dispositivo en el bolsillo que es una enciclopedia, una sala de reuniones, un supermercado, una extensión de nuestra mente. Nos lo dijo Donna Haraway en los años ochenta: bienvenidos a la era de las uniones caprichosas entre biología y tecnología.
Yo avanzaba en la novela y llegó la pandemia. Creo que no hace falta redundar en lo que significó para todos, en cómo comprendimos la dimensión virtual de nuestra vida a una escala de vértigo. Ya no hizo falta imaginar un mundo donde nadie interacciona en directo. Lo que parecía ciencia ficción se convertía en ineludible realismo.
Dicen que la ciencia ficción es el nuevo realismo. Podríamos pasarnos horas tratando de definir qué es realismo. A mí me da pereza. Tal vez porque vengo de una tradición donde el escritor más emblemático, Jorge Luis Borges, escribía cuentos que en Estados Unidos se publicaban en revistas de ciencia ficción. La escritura nos lleva a territorios insospechados. El escritor es ese astronauta que está arreglando la nave en la inmensidad del espacio.
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Autora: Verónica Nieto. Título: Psicojuego. Editorial: Salto de Página. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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