Después de su último ensayo sobre arte, Con los ojos bien abiertos (Anagrama), el escritor británico Julian Barnes regresa a la novela con La única historia, una intensa historia de amor cuyo arranque, además de dejar una huella indeleble en la memoria de sus lectores, les interpela y les hace cuestionarse sobre una premisa nada fácil de resolver:
“¿Preferirías amar más y sufrir más o amar menos y sufrir menos? Creo que en definitiva, es la única cuestión”.
En La única historia, un hombre mayor evoca su amor de juventud con una mujer madura a la que amó profundamente pese a que tenían todo en contra (o tal vez por ello). Barnes nos hace reflexionar sobre el amor (“¿Quién puede controlar cuánto ama? Si se puede controlar, entonces no es amor”), la memoria, las adicciones, el paso del tiempo y el sufrimiento. Nos hace cuestionarnos como lectores sobre cómo afrontamos nuestro pasado y nuestro dolor y cómo el tiempo juega su papel en la curación de las heridas y en formarnos una nueva perspectiva sobre cualquier asunto.
El argumento de la novela, a priori sencillo, una historia iniciática, es de una profundidad aterradora. El joven, casi adolescente, Paul Roberts, de diecinueve años, regresa a casa de sus padres un verano de principios de los 60 y se apunta a un elitista club de tenis donde conocerá a la madura Susan MacLeod, esposa insatisfecha y madre de dos hijas. Poco tardará en enamorase de ella, y comienzan una relación que va complicándose pero a la que ambos son incapaces de renunciar, ¿por amor?, ¿por necesidad? Difícil saberlo. Como el propio Barnes dice en la novela:
… “el propio amor nunca es absurdo y tampoco ninguno de sus protagonistas. El amor se salta todas las severas ortodoxias de sentimientos y conductas que una sociedad pueda querer imponer”.
Barnes pasa de un narrador en primera persona, del que hemos aprendido a fiarnos a medias, a una voz en segunda y tercera persona. El resultado de esta relativamente breve y gran novela es una indagación en el dolor, el alcoholismo y sus efectos no solo en uno mismo sino en los seres a los que queremos, y una indagación sobre el paso del tiempo y cómo afrontamos nuestro pasado:
“A su entender, una de las últimas tareas de su vida era recordar a Susan correctamente. Con lo cual no quería decir: puntualmente, día tras día, año tras año, desde el principio hasta la mitad y el fin”.
El joven Paul es un chico frío pero con el que no cuesta empatizar, a pesar de que lo que en un principio parecía que iba a ser una historia de verano acaba siendo una relación de diez años con muchos momentos tóxicos. Con Paul también empatiza otro de los personajes secundarios, Joan, una exalcohólica amiga de Susan que pese a su carácter gruñón se encariña con el joven.
Papel secundario, pero importante, tiene Gordon, el marido de Susan, al que su mujer llama “Pantalón de elefante”: “la rareza de él, la inocencia de ella”, pone Barnes en boca del joven Paul. Quedan abiertas numerosas posibilidades sobre los problemas matrimoniales, pero lo que más choca es cómo ve Paul esa infidelidad:
“En todo el tiempo que fuimos amantes, nunca pensé que estuviésemos “engañando” a Gordon MacLeod, don Pantalón de elefante. Nunca lo vi representado por ese singular vocablo antiguo de “cornudo”. Es obvio que yo no quería que él lo supiera. Pero pensaba que lo que sucedía entre Susan y yo no tenía ninguna relación con él. Gordon no tenía nada que ver en nuestra historia”.
Sin duda alguna, Barnes ha escrito una novela sutil, profunda y muy conmovedora y, como las buenas novelas, consigue que nos quedemos pensando en ella mucho tiempo después de haberla leído.
—————————————
Autor: Julian Barnes. Traductor: Jaime Zulaika. Título: La única historia. Editorial: Anagrama. Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro.
También te puede interesar
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: