Alabado por unos e incomprensible para otros, a Joyce lo persiguen por igual la fascinación, la impostación y la confusión. Una obra ciclópea que sedujo a Eliot, Borges, Faulkner y Ezra Pound y que este 2022 celebra el centenario del Ulises, el libro más conocido del irlandés. El aniversario reabre la discusión sobre el desafío que supone la traducción de la obra de Joyce.
A sus 25 años, Garrido ha conseguido traducir la base narrativa que desembocará en el Ulises. Dividido en seis partes, el volumen incluye una nueva versión de Dublineses, la recopilación de sus cuarenta prosas juveniles, las Epifanías, su primer intento autobiográfico, el Retrato del artista, ese cuento-carta de amor que es Giacomo Joyce o las pequeñas fábulas del Finn’s Hotel, que desembocará en Finnegans Wake.
«Joyce es el escritor de la juventud por excelencia, al menos en el siglo XX. Es un autor que obsesiona y anima a los jóvenes. Al propio Joyce le obsesionaba la juventud, porque aseguraba que las cosas más profundas ocurrían a los jóvenes. Envejecer lo deprimió. A medida que Joyce fue haciéndose mayor, dejó de ser Stephen Dedalus para convertirse en Leopold Bloom», asegura Garrido ante una pinta de Guinness en el pub James Joyce de la calle de Alcalá de Madrid.
Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma, dice que la traducción de Garrido rejuvenece a un autor condenado al pedestal. “Sobre Joyce cae una sombra de complicación y dificultad. Ha llegado el momento de cambiar eso. Desde sus veintipocos años, Diego me ha enseñado que los altares están para asaltarlos y para leer a Joyce de tú a tú. Ese es el reto de la literatura, cuando te lleva a la desubicación, a la extrañeza. Y cuando tienes que volver a pensar es que algo bueno está pasando”.
Diego Garrido cursaba la carrera de cine cuando descubrió a Joyce. La película Dublineses: Los muertos (The Dead), de John Huston, lo condujo a una obra fascinante: Dublineses, de Joyce. “Hay escritores que no avanzan en línea sino en espiral, que vuelven a determinados temas y personajes. A Joyce le ocurre. Lo que escribe a los 20 aparece luego, cuando tiene 60. Parece un solo libro gigante, y ese es el caso de Joyce”, explica Diego Garrido, quien tras encontrarse con la obra de Joyce dejó el cine y se metió de lleno en la literatura.
Hay quienes aseguran que al Ulises no se debe llegar en blanco, sino tras completar la lectura de Dublineses y Retrato de un joven artista, en cuyas páginas se abocetan gran parte de las claves del Ulises. Hay que desacralizar a Joyce, bajarlo del pedestal. Para Garrido queda muy clara la frescura de un creador, que le habla a los lectores a pesar de todo. «Han pasado cien años y, aunque muerto, Joyce habla de mí como si fuese yo mismo. Está vivísimo y es divertido, su humor permanece intacto».
Traduciendo a Joyce
En ocasión del centenario del clásico de Joyce, tres sellos publican versiones actualizadas de la prosa del irlandés. Lumen ofrece a los lectores una nueva edición de la traducción de Valverde prologada y revisada por el crítico literario Andreu Jaume. Galaxia Gutenberg edita la traducción de Subirat con ilustraciones de Eduardo Arroyo y la ya mencionada edición de Páginas de Espuma, a la que se suma el Stephen Hero (Firmamento), también a cargo de Diego Garrido.
Las versiones en español del Ulises de Joyce que se conocen hasta ahora son las que realizaron José Salas Subirat y José María Valverde, y más recientemente la que hicieron en 1999 María Luisa Venegas y Francisco García Tortosa para la editorial Cátedra. Ante la pregunta sobre si se corrigen o se mejoran entre sí, Garrido asume que todas las traducciones abren camino a la siguiente. En cada nueva traducción se resuelven más dudas, se prueban o se corrigen nuevos errores.
André Jaume, quien revisó la traducción de Valverde para esta nueva edición de Lumen, reconoce su rigor, aunque admite el paso del tiempo por algunas de sus soluciones. «Hizo un trabajo muy riguroso, pero como toda traducción, la de Valverde había envejecido. Mantenía formas verbales y gramaticales de aquella época que al final acaban alejando al lector. Digamos que lo que he hecho es restaurarla».
La primera y más antigua versión en castellano de Ulises, la de José Salas Subirat, no ha perdido vigencia, según Joan Tarrida, editor de Galaxia Gutenberg. «Las soluciones que él encontró se mantienen como las mejores hasta ahora. La traducción de Subirat mantiene la fuerza, porque tuvo muy en cuenta el lenguaje popular del Buenos Aires de ese momento, y tiene un valor histórico tremendo. Fue la primera, y durante 30 años la única, y la que marcó un camino a muchos lectores».
Ignorar la traducción (para mí, excelente) realizada por Marcelo Zabaloy con la colaboración de Edgardo Russo publicada en su tercera edición revisada por El Cuenco de Plata en 2020, me parece, por decir lo menos, sorprendente.
Desconoce usted dos traducciones importantes recientes al español, las de Marcelo Zabaloy y Rolando Costa Picazo, bien editadas ambas en El cuenco de plata y Edhasa, respectivamente. Para ser un artículo sobre las traducciones de Ulises, estas omisiones son graves.