El ser humano cuenta historias, siempre ha sido así. Desde los juglares hasta los escritores actuales se han ido relatando sucesos que han sucedido tanto como se han inventado fantasías maravillosas. Y contar esas historias siempre ha sido un arte. En Érase una vez la taberna Swan, Diane Setterfield, a quien conocimos con El cuento número 13, presenta a los lectores una posada junto al río famosa por las historias que cuentan quienes se reúnen allí y un misterio central en torno a la identidad de una niña; pero lo que más destaca de la novela es la capacidad de la autora para relatar un cuento para adultos que mantiene el tono a lo largo de sus casi seiscientas páginas sin perder el interés.
A la taberna llega una tarde un hombre empapado y agotado que se desmaya, mostrando que porta a una niña. En un principio parece muerta, pero no lo está, y ni siquiera el hombre que la ha encontrado puede decir quién es o su nombre, convirtiéndose rápidamente en el único tema en la zona, cuando además hay una duda razonable sobre su posible identidad, que se une a intereses cruzados en quedarse con ella asumiéndola como de la familia. Setterfield utiliza para ello a un narrador que recorre a los distintos personajes y sus historias para dejar la sensación de una voz colectiva que reúne los secretos y vivencias del lugar, dando forma, gracias a una cuidada elección de palabras y descripciones, a una ambientación que tiene algo de irreal, de lugar inventado en el que todos están colocados perfectamente para cumplir su función.
Con un comienzo pausado en el que la autora va dando pistas de los distintos personajes e historias, es fácil dejarse llevar por una narrativa llena de pequeños detalles que transportan al lector a un lugar mágico, que uno imagina incluso más allá de lo que nos cuentan. Los secretos, los pequeños misterios y la capacidad de absorber al lector son el resultado de mezclar los ingredientes precisos para construir un best seller. Una de esas fórmulas que todo el mundo parece buscar y nadie sabe cómo componer pero que se reconoce fácilmente cuando se tiene entre manos.
En esta ocasión, y si bien es cierto que la traducción realizada por Ana Mata Buil es no solo impecable, sino además capaz de conservar la magia de las palabras de la autora, tengo que decir que el título en inglés tiene mucho más sentido, Once Upon a River, ya que es evidente el paralelismo entre el Támesis, que “no se sabe dónde empieza y dónde están sus afluentes”, con la historia de los personajes principales y secundarios, los afluentes, que se van entrelazando hasta desvelar el misterio de la niña resucitada que fue rescatada del río. Detalles que a veces son imposibles de conservar, de un libro que comienza como los mejores cuentos: invitando al lector a imaginar.
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Autora: Diane Setterfield. Título: Érase una vez la taberna Swan. Traductora: Ana Mata Buil. Editorial: Lumen. Venta: Todos tus libros.
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