Afirma Miguel Casado, en el prólogo a su magnífica edición de la poesía de Francis Ponge (Galaxia Gutenberg, 2006) y refiriéndose a esa obra maestra de la orfebrería y el poema en prosa que es Le parti pris des choses, que: «Entre la exactitud y el azar cabe todo: lo grotesco y lo irónico; el ordenado recuento analítico; la contemplación según una dinámica de fuera a dentro, de la cáscara, concha o corteza hacia el interior […]. La clave que permite la variedad de esos movimientos y relaciones es una mirada intensamente analógica, abierta a una continua metáfora, metáfora que parte de un núcleo real y a la vez es audaz, instaura fuertes saltos, hasta componer vivas animaciones».
Los textos que lo componen, densos, compactos y ordenados como una suerte de partitura musical, recorren interiores no únicamente habitacionales sino de la conciencia, personales, biográficos, íntimos. Pautados alrededor de un eje, despliegan su arquitectura semántica envolviendo, protegiendo la materia calcárea, fosfórea de una intuición, de un recorrido visual, mental en torno a la grieta que inevitablemente recorre la carne del mundo, su pulpa volátil, su vuelo. Las referencias a la música de cámara, no solo en la estructura del libro, sino también en los propios títulos y partes que lo componen, son recurrentes: Preludio, Alemanda, Courante, Sarabanda, Minueto, Giga. Pero no deberíamos dejarnos engañar y quedarnos únicamente en la estructura evidente. Es entre los alambres tensos de la partitura, entre los hilos tendidos de parte a parte de la página, en los intersticios de esas frases que avanzan con la cadencia y la precisión casi dolorosa y quirúrgica de una mano que obedece a un ojo que penetra lo duro del sentido, donde encontramos motivos como el aire, las nubes, la pintura, la noche, los pájaros que recorren el espacio acotado del poema como las miniaturas lacadas de una caja de música. La escritura desciende en espiral como deudora de aquellas escaleras que no reposan hasta llegar al fondo. El escandallo penetra vertical hasta ser repelido por el hueso de la máscara que las cosas y el instante revisten para poder afirmar: Esto soy.
¿Naturaleza muerta? No, naturaleza viva que obliga a la inteligencia a embarcarse en la tensa travesía que propone el lenguaje cuando gira sobre sí mismo, se nombra y el nombrar ya no es metáfora, sino lírica habitación del logos.
Es por todo ello por lo que Hueso, recorrido por el calambre de la luz, va orillando en su transcurso las escorias —las escamas— para arder en las manos del lector con ese fuego frío de la piedra cuyas facetas desafían las cansadas palabras y la noche del mundo.
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Autor: José García Obrero. Título: Hueso. Editorial: Godall. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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