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El baile de la arena

En —y de— España fue habitual, durante décadas, considerar como sus mejores hispanistas e historiadores a aquellos que no contaban con lazos sanguíneos ni habían nacido en el territorio, siendo muchos de estos expertos de origen anglosajón cuyo interés por la guerra civil les condujo a analizar y desempolvar las etapas más importantes acontecidas desde finales del siglo XIX hasta los primeros pasos de la Transición. Los motivos por los que se aplaudía esta mirada externa mientras se discutía el análisis realizado desde las diferentes capas producidas en el interior son varios y van desde la supuesta capacidad de afrontar un estudio sin una aparente pátina ideológica a aspectos, quizá, más pueriles que provocaban la consideración y acrítica aceptación de cualquier producción que proviniese de países cuya trayectoria democrática es supuestamente más dilatada que la propia.

Hubo, además, un tiempo en que se extendió la idea de la existencia de un hartazgo generalizado hacia cualquier producción que imbricase con la Guerra Civil y la dictadura impulsando un pasen página, sin embargo, encontramos suficientes datos para desmontar esta intención aupada, entre otros, por quienes consideran que las fosas deben continuar cubiertas y los cementerios moros de la guerra invisibilizados y enterrados entre la maleza que crece sin freno por distintos puntos de la Península. En España, cada año, se publican un mínimo de 70 novelas ambientadas en la Guerra Civil. Si añadimos los libros de historia, las obras académicas, las investigaciones, las autoediciones o, entre otros, la cantidad de manuscritos presentados en los premios literarios vemos como este gran número vendría a discutir aquel supuesto hastío por parte de la población sobre el acontecimiento más marcado del siglo XX. Las editoriales, las productoras y plataformas cinematográficas no viven de espaldas a la sociedad, conocen su público, por lo que resulta sencillo considerar que el interés por la historia del siglo anterior sigue vigente. Pero ¿cuáles son los puntos de vista más comunes y promovidos por estas obras? Ya en 2015 David Becerra Mayor con La guerra civil como moda literaria analiza este boom literario llegando a una conclusión que muchos sabían y pocos habían descrito: la Guerra Givil escrita en tiempos de democracia sirve, en la mayoría de casos, como decorado de un género con escasa variedad de planteamientos y con una patente mirada despolitizada de la Historia. Siguiendo este argumento, no es casual la reivindicación de plumas como Chaves Nogales o, por otro lado, el escaso eco brindado a la obra y a las investigaciones de María Rosa de Madariaga.

"Arena en los ojos coloca sobre la mesa, con una carga de responsabilidad, los bandazos de nuestro presente confrontándolos con los acontecidos durante las colonias y que, tras mucha lluvia, son asombrosamente similares"

No hay duda de que Arena en los ojos llega para darle la vuelta a estas máximas y generar nuevos paradigmas, nuevas maneras de afrontar la tan discutida memoria histórica, así como los estudios culturales que, por varias razones, no han servido para sanar la fomentada ignorancia general sobre el pasado no tan lejano. Sí, existe interés, pero por encima sobrevuela una cómoda ignorancia respecto a todo aquello que vino de África. ¿Cómo es posible que España vaya a la cola de Francia, Inglaterra, Italia, Portugal en lo que se refiere a la literatura anticolonial o la contraescritura? Son muchas las preguntas y, en este caso, prácticamente todas tienen fácil respuesta. Mientras tanto son favorecidas y encumbradas aquellas piezas que narran un pasado idealizado, sin apenas conflictos, obras que no ayudan a conocer con certeza el pasado colonialista, entre las que destaca Tiempo entre costuras. Tampoco lo hacen aquellas construidas desde la nostalgia, por aquello de que la nostalgia es el bótox de quienes no nombran colonia a la colonia.

Laura Casielles no está sola, viene, por suerte, muy bien acompañada. Solo en el último lustro se han publicado obras fundamentales para entender e indagar profundamente sobre las relaciones de España con sus vecinos colonizados como, por ejemplo, Cuando África comenzaba en los Pirineos de Carlos Cañete, A mi querido Abdelaziz… de tu Conchita de Josep Lluis Mateo Dieste y Nieves Muriel García, o El ingenioso e inquieto Oteyza en campo enemigo de Guillermo Soler García de Oteyza. Trabajos que han apostado por sacar a la luz las contradicciones de la historia oficial. Y es aquí donde Casielles destaca con maestría: Arena en los ojos coloca sobre la mesa, con una carga de responsabilidad, los bandazos de nuestro presente confrontándolos con los acontecidos durante las colonias y que, tras mucha lluvia, son asombrosamente similares.

"El viaje de Laura no es de ida y vuelta, son varios trayectos de Tetuán a El Aaiún en el que se deja acompañar tanto por vivos, libros, como por fantasmas"

Darle la mano a Casielles y pasear con ella por esta obra que aúna e hilvana diferentes géneros como la literatura de viajes, el ensayo, el periodismo… supone un ejercicio que despertará no solo la curiosidad, también, permitirá pensar e interrogar sin repetir patrones ni caer en la tentación de evitar puntadas incómodas. La autora se atreve, no sortea ningún tema: los bastones ideológicos, los moldes empleados para la construcción de las fosilizadas identidades nacionales, la manipulación orientalista, los rajoyianos sinsentidos de los distintos gobiernos españoles con el pueblo saharaui y el resto de las excolonias. Nos orienta por los puntos muertos, donde se concentran las cajas negras que, de abrirlas, como hace la autora, aparecerán temas espinosos por los que se ha pasado de puntillas: la esclavitud, los campos de concentración en el Protectorado, la prostitución, el silenciado Expediente Picasso, el muro de la vergüenza, las revueltas del hambre, la corrupción de las élites políticas, el chantaje, el servilismo, la lujuria permitida a unos pocos…

En toda literatura de viajes la experiencia, la presencia en el territorio de quien escribe nos permite desandar un aquí y un ahora descifrando aquellos instantes que se convirtieron en estelares y, Casielles, para mayor logro, nos brinda, además, regados arcos temporales permitiéndonos ir de etapa en etapa cruzando memorias, tomándole el pulso a los relatos subterráneos, empujando al lector a detenerse a contemplar las estatuas de sal mientras se van deshaciendo y desfigurándose aquellos mitos, los nuestros, heredados mediante una aceptada manipulación. El viaje de Laura no es de ida y vuelta, son varios trayectos de Tetuán a El Aaiún en el que se deja acompañar tanto por vivos, libros, como por fantasmas. Con ella nos adentramos en los planos fijos de la ciudad de Tetuán ocultos tras humildes puertas, por laberintos cuyas salidas contactan con la heterogeneidad de cualquier población. Surcamos hacia el este, tierra golpeada, estigmatizada y olvidada antes y después de la independencia. Subimos a las azoteas de un Tánger que no es Tánger o no aquel mitificado por nómadas aburguesados. Visitamos cementerios y hablamos, mejor dicho, escuchamos a los primeros sepultados en fosas comunes de la Guerra Civil; sus voces llegan con la brisa del océano. Nos dirigimos hacia el sur en un traqueteo que nos adentra en un limbo donde cielo y mar son la misma superficie y los esqueletos art decó pintan un paisaje anacrónico; allí donde se dibujaron los mapas gracias a los versos trazados por poetas que atraviesan los espejismos con la naturalidad de quien conoce su propia casa. Casielles avanza sola, a veces en compañía de un Caronte de distintos rostros, otras camuflada entre la multitud diseccionando testimonios tatuados en las vísceras. No son abundantes las citas y, quizá por ello, son luciérnagas que iluminan las olas del mar que oímos, pero no vemos. Hay, eso sí, numerosas referencias, obras e investigaciones que permitirán deshilar las costuras de los relatos encorsetados o triunfalistas y que muestran un incipiente corpus post y decolonial.

"Pero la geografía recorrida por cada página de Arena en los ojos es digna de celebración, valedora de un vasto reconocimiento tanto por su fondo como por la forma"

Es cierto que la barca de Caronte no se detiene en un punto, una parada, un capítulo que finalmente no se da. No se trata de un descuido de la autora, es común y una responsabilidad compartida por quienes tenemos la escritura como herramienta para desencallar herrumbrosas piezas. Durante el eufemístico Protectorado, Alcazarquivir supuso la tercera y, en distintos momentos, la segunda ciudad con mayor población. A día de hoy es un territorio que no aparece ante nuestra mirada por la cantidad de arena que cubre los ojos de quien la mira. Olvidada por las autoridades locales y por la historiografía pocas son las huellas que perduran de aquellas décadas en que árabes, imaziguen, judíos, españoles… convivieron en una de las zonas agrícolas más importantes del norte de Marruecos.

Pero la geografía recorrida por cada página de Arena en los ojos es digna de celebración, valedora de un vasto reconocimiento tanto por su fondo como por la forma. Laura Casielles, sabedora de que la literatura ha enterrado a la culpa, pero no a la nostalgia, desmonta el binomio occidente/oriente resaltando con sutileza las incongruencias de los discursos que ocultan verdades. Es, sencillamente, una obra que merece, por un bien común, entrar en las aulas de los institutos y de las facultades de cuantos más estudios sea posible. Arena en los ojos está esculpida con la prosa de quien escribe un poema que perdurará en el imaginario colectivo y Laura Casielles recorre los mapas con los lazos bien atados para que no escape detalle alguno de la memoria y el silencio de la colonización española en el norte de África.

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Autor: Laura Casielles. Título: Arena en los ojos. Editorial: Libros del K.O. Venta: Todos tus libros.

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