“Al final solo han sido dos meses”, es lo que pensé cuando mi editora me llamó por teléfono para anunciarme los nuevos planes. La promesa de Julia, tercera y última parte de La chica invisible, tendría que haber salido el 24 de marzo y finalmente llegará a las librerías el 26 de mayo. Otros han corrido peor suerte que yo y han visto retrasados sus proyectos hasta el año que viene o todavía no disponen de una fecha concreta para sus publicaciones. Malos tiempos para la lírica.
El mundo de los libros es complejo y hasta frágil. Todo se complica en exceso si llega una pandemia mundial y el sector se para casi por completo. Los autores nos hemos hartado de hacer directos de Instagram y entrevistas online durante la semana del libro en abril, pero, evidentemente, no es lo mismo que ir a Barcelona por Sant Jordi. Las librerías han estado cerradas, inventando y haciendo malabares para satisfacer a sus clientes. Las editoriales han atrasado los lanzamientos planificados en primavera y han tenido que cambiar algunas fechas de lo que estaba previsto durante el resto del año. En la mesa de novedades no se va a caber y, si tienes la suerte de entrar, posiblemente serás reemplazado por otro en no demasiado tiempo.
Sin embargo, hay que ponerle buena cara a estos días de coronavirus e incertidumbre. Claro que me ha fastidiado que La promesa de Julia salga al mercado dos meses más tarde de lo planeado. Me la estoy jugando con esta novela y ha sido un año de duro trabajo. Pero he entendido la situación desde el primer minuto. Era lo lógico y yo habría hecho lo mismo. Todas las editoriales han apostado por una solución similar. Y había que esperar a las librerías.
Lo que peor llevo es la suspensión de las firmas y de los eventos que ya habíamos anunciado. Hemos tenido que cancelar una gira de 33 firmas y un viaje a Latinoamérica en octubre. No sé qué podremos rescatar. Duele no poder estar cerca del lector, como en los últimos años. Llevaba diez Sant Jordi, diez Ferias del Libro de Sevilla y diez Ferias del Libro de Madrid consecutivas. No he faltado nunca desde el año 2010. Habría sido también mi octava vez en Latinoamérica, donde el libro se ha retrasado aún más y no está clara la fecha de salida, aunque parece que verá la luz entre julio y agosto. Habrá que tener y pedir paciencia.
No me puedo imaginar cómo serán las firmas a partir de ahora. De hecho, lo veo bastante oscuro si me pongo a pensarlo con detenimiento. Soy de los que le ha cogido bastante miedo al virus y que solo sale de casa para tirar la basura. Llevo varios meses sin ver a mi familia y ni tan siquiera me lo planteo de momento. ¿Cómo voy a afrontar una firma? ¿Tendría que estar con mascarilla las horas que dure el evento? ¿Y con guantes? ¿Desinfectar cada libro y que el lector se mantenga a dos metros de distancia? ¿Será esa la normalidad de los próximos meses hasta que las cosas se aclaren? No lo sé. Yo no lo veo nada claro. Las firmas son como recoger las notas al final de curso. Una fiesta, si todo ha ido bien. Las preguntas que me hago sobre este tema no tienen nada que ver con una fiesta entre lectores y escritores. Ojalá el panorama mejore en el verano y regresemos pronto a lo de antes.
En este confinamiento he realizado bastantes actividades para distraer a los chicos y que se queden en sus casas. He organizado clubes de lectura, he estado más presente que nunca en las redes sociales e incluso me he inventado un programa de entrevistas a través de Instagram, al que llamé La habitación azul. Además, hemos anunciado que la productora Morena Films ha comprado los derechos audiovisuales de La chica invisible para hacer una serie y que Planeta Cómics publicará el cómic del libro, en el que ya está trabajando Alba Cardona. ¡Y que la historia ya está también en China! Así que aburrir, no nos hemos aburrido.
La promesa de Julia ha sido un libro difícil de escribir. Suponía cerrar una etapa muy bonita, pero también muy intensa, repleta de emociones de todo tipo. Ese peso lo noté sobre mis hombros y lo pagué mentalmente. Para colmo me mudé de casa, con lo que significa una mudanza, tuve varios problemas personales y se me fue acumulando el cansancio de las giras y los viajes del último año. Así que, por primera vez en mi vida como escritor, experimenté un bloqueo mental. No lograba escribir el final de la novela. Me encerré en un hotel para los últimos capítulos, como hacía con Canciones para Paula, pero tampoco así lo conseguí. No me centraba y no hilaba las frases. Era como si mi cabeza no quisiera terminar la trilogía. No me quedó más remedio que tomármelo con calma y le pedí una pequeña prórroga a mi editora. Finalmente, solucioné el problema y entregué el libro a primeros de diciembre.
Hoy soy feliz, aunque no del todo. Estoy muy contento con el trabajo realizado y por la prueba que he superado. La tercera parte de La chica invisible ha quedado como yo quería y nos hemos exprimido al máximo en la corrección. Es el baile final deseado. Pero la felicidad no es completa por lo que está pasando. He leído a lectores que han perdido a seres queridos, tengo amigos sanitarios que no lo están pasando bien y ni siquiera puedo darle el nuevo libro a mis padres. A veces nos ahogamos en un vaso de agua. No es el caso esta vez. Tenemos razones de peso para vivir esta época de nuestras vidas de todas las maneras que uno pueda plantearse. Espero que La promesa de Julia, al menos, consiga sacarle alguna sonrisa a la gente no lo está pasando bien. Creo que en estos instantes solo se trata de eso.
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Autor: Blue Jeans. Título: La promesa de Julia. Editorial: Planeta. Venta: Todostuslibros y Amazon
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