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El caso Alaska Sanders, de Joël Dicker

El caso Alaska Sanders, de Joël Dicker

Y lo que comenzó con Harry Quebert parece que llega a su fin con Alaska Sanders. Y Dicker, ese nombre desconocido para los lectores, llegó, triunfó y se quedó en muchos hogares. Y Marcus, ese escritor que comenzaba y acaba siendo conocido, poco a poco se transmutó en él.

La última novela de Joël Dicker enlaza directamente tanto con Harry Quebert, al que el lector espera ver aparecer en este libro a medida que avanza, como con El libro de los Baltimore. De hecho, experto como es el autor en autorreferenciarse, podremos encontrar precisamente eso en esta novela que se llena de alusiones a las anteriores tanto como a “la tragedia”, por lo que conviene ir con los deberes hechos y tener frescas en la memoria dichas entregas. Dicker habla de pasiones y apariencias, algo que el lector acostumbrado reconocerá de su obra en la misma medida en la que lo buscará en esta. Y es que el formulismo en esencia se repite en este page-turner que ha sido, sin lugar a dudas, una de las novelas más leídas este verano. El Escritor —y quien haya leído otra de sus novelas con un misterio relacionado con una habitación de hotel me entenderá—, que se convirtiera en el autor más vendido de Francia en la última década, tiene mucho en común con Marcus, que regresa tras haber reventado ventas con la novela en la que contaba lo acaecido con Harry Quebert y así, con esta mezcla que le sitúa en el centro y que Dicker ha convertido en marca de la casa evitando cualquier modestia innecesaria en su personaje, es como logra atraer a un público al que mantiene atrapado giro tras sorpresa. Porque sus novelas se basan, más allá de la trama, en mantener al lector pegado a sus letras gracias a la confidencia susurrada, al giro compartido, con el riesgo que conlleva en el caso de aquellos que no terminen su novela en un plazo de 3 a 5 días. Como los medicamentos rápidos. Para lograrlo, el autor nos presenta a Alaska Sanders, cuyo cuerpo fue encontrado a orillas del Mount Pleasant en 1999 y que, en contra de lo que pudierais pensar, se resolvió gracias a la confesión del culpable y su cómplice. Pero eso no significa nada si 11 años después alguien avisa al sargento Gabalowood de que el asesino sigue ahí fuera. Y Gabalowood llama a Marcus, la pareja vuelve a la carta con sus teorías y observaciones, que se ponen en bandeja al lector para que intente adelantarse y descubrir un misterio que se le plantea, casi casi, como un juego de mesa. Dicker, estoy convencida, no busca llegar al Olimpo de los escritores consagrados como clásicos que dominan la lengua, no, pero lo que sí tiene delante es la posibilidad de mantenerse como uno de los que hacen disfrutar, ya que en un mundo en el que las cosas se abandonan rápidamente para pasar a la siguiente descubriremos que a Dicker se lo han terminado incluso aquellos lectores que afirman que no lo han disfrutado. Todos hemos sucumbido a ese pueblo que parece un tanto anticuado en el que conviven sonrisas perfectas con demonios pretendidamente enclaustrados. Y todos sabemos que, si esta opinión se basa en un libro de Dicker, tiene que contener al menos una mentira disfrazada de verdad, que estará situada, previsiblemente, en la primera línea. Algo que no solo es cierto, sino que además configura una de las dudas que el autor deja abierta a sus lectores cuando dice que habrá un libro de Marcus, algo que, teniendo en cuenta la ubicación temporal de esta novela dentro de la trilogía, viene a ser algo así como terminar un libro viendo la sonrisa del autor, que levanta una ceja como diciendo: “No pensarías que esto iba a terminar tan fácil…”.

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Autor: Joël Dicker. Traductora: María Teresa Gallego. Título: El caso Alaska Sanders. Editorial: Alfaguara. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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