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El cristal

El otro día, al dormir la siesta, se me ocurrió un cuento. Mientras bebía un café en la cocina tomé unas notas y luego lo escribí. Hoy se me ha ocurrido ofrecerles este relato:

El hombre se tiró al agua desde un alto trampolín. Estaba en un lago y se proponía llegar hasta la otra orilla.

"De repente, se dio cuenta de que la colchoneta perdía aire, estaba pinchada, y la abandonó en el agua. Pronto se hundiría"

Se puso a nadar, con fuerza, y pronto se encontró con un delfín, con el que empezó a jugar. Cuando creyó que ya había perdido demasiado tiempo dejó al delfín y siguió nadando. Al cabo de un rato se encontró un hombre que se estaba ahogando. Consiguió mantenerlo a flote, salvarle la vida y que nadara él solo. Entonces siguió nadando.

Poco después se encontró una orca, con unos dientes terribles, afiladísimos. La orca intentó matarlo, pero él la esquivó y con unos hábiles movimientos corporales logró bailar con ella. Rápidamente se hicieron amigos.

Pero el hombre no podía perder tiempo con la orca; quería llegar a la otra orilla. Siguió nadando. Pero ¿qué se encontró? Una colchoneta inflable, preciosa, roja, reluciente. Se subió en la colchoneta y decidió descansar; sin embargo continuó nadando hacia su orilla anhelada. De repente, se dio cuenta de que la colchoneta perdía aire, estaba pinchada, y la abandonó en el agua. Pronto se hundiría.

"Se acercó y llamó a la puerta. No le contestó nadie"

Con todo esto siguió nadando y al fin alcanzó la otra orilla. Era una playa. Salió caminando del agua, caminando, caminando… hasta llegar a un prado lleno de hierba. Vio una casa que despedía humo por su chimenea. Parecía confortable. Se acercó y llamó a la puerta. No le contestó nadie. Entonces abrió la puerta y entró en la casa. Había una sola habitación, con una cama, y, efectivamente, una chimenea encendida, un fuego de lo más agradable.

El hombre estaba cansado y pensó que era una buena idea tumbarse en la cama y dormir unas horas. Se metió en la cama y se puso a dormir.

La imagen del hombre en la cama, en una amplia habitación en la que crepita un fuego, aparece en una bola de cristal en las manos huesudas de una mujer con todo el aspecto de una bruja. Cara llena de arrugas, gran nariz retorcida y en ella una gran verruga. El hombre duerme plácidamente en una cama ajena sin saber qué le deparará su destino.

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