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El descubrimiento ante el devenir

El descubrimiento ante el devenir

¿Puede una búsqueda ser comienzo y un final? Al leer Albatros pienso en la idea de vórtice, donde término y origen ocurren al mismo tiempo, donde principio y fin conforman el mismo suceso, se profundizan y giran entre sí. Agamben establece una sentencia: «los nombres son vórtices», donde la tensión entre el momento inicial en que se pronunciaron y cuando un intruso los nombra tanto tiempo después hacen de ellos algo eterno y cambiante, una diferencia perenne. Albatros de Nuria Ortega Riba, ganador del VI Premio EspasaesPoesía, nos muestra un adentrarnos en lugares familiares y desconocidos, un sentirse intrusa en lugares que ya hemos habitado, como ocurre así con el lenguaje, con esas palabras que nos componen y no son del todo nuestras. El prólogo de Paula Martínez, quien conoce bien la escritura de Nuria, ya nos advierte de este hecho titulándose «Quisiera llamarme albatros y no sólo Nuria». Y señala una máxima en este poemario y en la poética de la autora: la necesidad de acercarse a las cosas, al lenguaje, a nosotras mismas y al viaje que emprendemos, «como quien pierde la memoria y, de repente, vuelve a ser esa niña observando el cielo, ahora desde el aire».

"Todo es continente de todo, todo nos necesita y necesita de nuestra duda para componerse y de esta forma, nos componemos nosotros mismos. La voz poética acepta su responsabilidad de nombrar, de crear mediante el lenguaje"

Albatros es un libro donde la voz poética emprende un viaje, un viaje movido por el deseo de conocer y la reticencia a saber del todo. Una voz poética entregada a la palabra mítica, la palabra que contiene ese saber que perdura sobre sí, como el propio viaje que nunca se realiza del todo. Así se expresa en el poema con el que se inicia este libro, «Hay una raíz»: «Historias y canciones allí son lo mismo, / igual que no distinguen entre sueño y realidad». Una voz poética que se deja guiar por la palabra, que al ser dicha ya es cierto y ocurre. Emprende un viaje y, aunque reticente a su capacidad de nombrar, pone su fe en la palabra recogida. Y no sólo en la palabra, sino también en la imagen. Nuria es una poeta muy visual, que deslumbra con sus imágenes tanto metafóricas como pictóricas, pero desconfiando de sus ojos, reduciéndolos a lo inservible. Una crítica al ocularcentrismo que ha situado la vista como el sentido privilegiado para la aprehensión del conocimiento. Nuria hace estallar la idea asentada en la tradición filosófica de la vista y la razón como vehículos de acceso empírico a lo real. Su viaje no busca reafirmar la creencia, sino descubrirla: «Nos iría mejor si aprendiéramos de ellos. / Sabríamos ver con los ojos cerrados».

Albatros recurre al tropo del viaje como descubrimiento y encuentro, conducido por una voz poética quijotesca, pues siempre que leo a Nuria Ortega Riba recuerdo inevitablemente una afirmación de Foucault sobre el Quijote que dice: «El poeta es el que, por debajo de las diferencias nombradas y cotidianamente previstas, reencuentra los parentescos huidizos de las cosas, sus similitudes dispersas». Esta facilidad para crear conocimiento desde la analogía, aunando todos los tiempos en uno, desarticulando el tiempo cronológico para entender el viaje como suspensión, es lo que hace de este viaje una experiencia poética donde «Un globo es un punto en el cielo pero también / una estrella / pero también / un recipiente / y también una bomba y también / una señal de referencia / para el artista / […] / un intruso del azul /curiosamente bienvenido». Todo es continente de todo, todo nos necesita y necesita de nuestra duda para componerse y de esta forma, nos componemos nosotros mismos. La voz poética acepta su responsabilidad de nombrar, de crear mediante el lenguaje: «escribiré / y estaré haciendo». No se cosifica, por no querer intervenir entre las propias cosas, sino que, desde la humildad de ser intrusa entre los nombres y el paisaje, actúa y pronuncia su discurso, combinando plano estético y ético. No busca describir, no busca analizar, no busca ni siquiera atrapar a ese albatros, sino tan sólo seguir su rastro, aprender algo más desde sí misma.

"Albatros es un poemario donde la sinceridad se hace pulsión, donde desde la sencillez se plantea una gran reflexión sobre el lenguaje poético y la interioridad"

Una búsqueda que se realiza desde el contemplar la senda que conduce a ella. Vemos, como decía, que la idea de viaje va acompañada de la suspensión, de la imagen. La voz poética nos ofrece imágenes maravillosas, no desde la visión racional, sino desde la metáfora y la incerteza, y que sabe trabajarlas desde la expresión antes que desde la descripción. Por ende, la voz poética de Albatros no es el mero soporte de algo que se nos cuenta, sino el recipiente donde el acontecimiento del propio viaje toma valor. Pues esas imágenes que construye, al reconocerse como intrusa, las hace propias, en un viaje que no está pendiente de avanzar hacia aquello que busca, esa imagen quasimítica que es el Albatros. Más bien, desde el momento en que se parte, ya es necesario detenerse porque ya se está descubriendo y se está paradójicamente más cerca del encuentro en ese seguir la pista.

Albatros es un poemario donde la sinceridad se hace pulsión, donde desde la sencillez se plantea una gran reflexión sobre el lenguaje poético y la interioridad. Donde se desarticulan los ritmos rápidos que nos impulsan vanamente hacia el conocimiento. Un poemario que se sustenta mediante una voz poética que se descubre y nos ayuda a descubrirnos en la lentitud y el silencio que acompaña a la poesía, a pesar y precisamente de que «allí voy, aún no sé a dónde».

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Autora: Nuria Ortega Riba. Título: Albatros. Editorial: Espasa es Poesía. Venta: Todos tus libros.

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Reyna Varela
9 meses hace

Maravillosa nota. Se aspira, se respira, quisiera más. Mil gracias desde Montevideo.