Sergei Prokofiev, el célebre compositor que trataba de “tú” a los grandes maestros del tablero
«Creo que una razón por la que el ajedrez atrae tanto a los músicos es que jugar es como componer, y que al placer de la creación de sus propias armonías se añade la emoción de la lucha”.
(Misha Elman, violinista)
[…] “Estaba cerca de casa cuando me di cuenta horrorizado de que eran las ocho menos cuarto y el encuentro de partidas simultáneas con Capablanca era a las ocho. Como un lunático, me arranqué el frac, me puse una chaqueta y, sin comer, llegué al torneo en un auto que por casualidad pasaba por allí”.
Estas palabras, que parecen el inicio de un relato sobre la participación del cubano en uno de los torneos más importantes de la historia, no es, sin embargo, más que el comienzo de una entrada, de las cientos que tiene relacionadas con el ajedrez, del trepidante diario del compositor ruso Sergei Prokofiev (1891-1953) sobre el Torneo de San Petersburgo de 1914. Como testigo presencial de ese torneo, así como protagonista de las tres exhibiciones que Capablanca ofreció en la ciudad de los zares, el relato del compositor es un testimonio de primera mano impagable de un acontecimiento único en la historia del juego.
“Si continua estudiando como lo hace, pronto será tan buen jugador como músico”. De este modo felicitaba Capablanca al joven de 23 años que acababa de derrotarle contundentemente en la última de las 3 simultáneas que el cubano dio en San Petersburgo el 24, 28 y 29 de mayo (quitar 13 días del paso del calendario Juliano al Gregoriano y nos da 11, 15 y 16 de mayo de 1914, fechas que pone Prokofiev en su diario). Ocho días antes de esta victoria, el 11 de mayo, el joven compositor se había graduado en el Conservatorio de San Petersburgo con la interpretación de su Segundo Concierto para piano. Esta fue la única ocasión en la historia del Conservatorio de San Petersburgo en que un estudiante se graduaba con la interpretación de su propio concierto. Pero oigamos a Sergei contar con sus palabras este acontecimiento y cómo minutos antes de su enfrentamiento con Capablanca fue felicitado por Lasker por este logro en la música. Escuchemos:
7 de abril de 1914
«A las ocho en punto asistí a la inauguración del Campeonato de ajedrez y me trasladaron inmediatamente a un reino encantado, un reino vivo con la actividad más increíble en las tres salas del Club de Ajedrez y tres salas más disponibles por el Comité de la Asamblea. Este torneo es un evento de alto nivel, todos con frac, y aquí estaban los maestros, cada uno rodeado por una multitud de admiradores.
“Lasker, un poco más gris desde el torneo de 1909, con su rostro distinguido, su pequeña estatura y un aire de saber lo que vale; Tarrasch, un alemán típicamente vertical, con bigotes Kaiser Wilhelm y una expresión arrogante; nuestro Rubinstein, una cara tosca, poco inteligente, con un toque de tendero, pero modesto y talentoso en comparación con Tarrasch, errático pero peligroso para cualquier oponente; Bernstein, un hombre de aspecto acomodado con una cara hermosa e insolente, cabeza afeitada y nariz colosal, dientes deslumbrantes y ojos implacablemente brillantes. Nuestro talentoso Alekhine, con el abrigo de su abogado y sus rasgos de letrado, ligeramente desagradables, seguro de sí mismo como siempre pero sin embargo un poco cohibido por la magnificencia de la empresa. El estadounidense, Marshall, un típico yanqui, con un toque de Sherlock Holmes, un apasionado del juego pero ridículamente taciturno en privado. Yanovsky [sic] de París, un desertor en su juventud del servicio militar y ahora, excepcionalmente, con una dispensa especial para jugar sin ser molestado en el torneo, vistiendo un traje gris claro exquisitamente elegante, antiguamente un rompedor de corazones famoso pero de buen aspecto, ahora en su quinta década mostrando su edad y el uso de gafas con montura de oro. El combativo vegetariano Nimzowitsch, un típico estudiante alemán alborotador. Finalmente dos hombres mayores, destinados a ser las víctimas de todos, el corpulento Gunsberg y, luciendo en su rostro una expresión permanentemente herida, Blackburne, aún, a pesar de sus 72 años, capaz de producir combinaciones originales y planteamientos elegantes en una partida. El favorito del público sin embargo, es Capablanca, joven, elegante….
“Así fue como me encontré en este reino irresistiblemente seductor, absorbido desde el primer momento por la próxima contienda. Los discursos comenzaron, enfatizando la importancia sin precedentes del evento con su excepcional galaxia de participantes. Periodistas de Inglaterra, Alemania, Moscú, Kiev, Viena, maestros de ajedrez de Alemania, fotógrafos, todo añadido al esplendor de la ocasión. ¡La primera ronda comienza mañana!”.
La siguiente entrada en su diario la encontramos el día 11 de abril de 1914
“Estaba cerca de casa cuando me di cuenta horrorizado de que eran las ocho menos cuarto y el encuentro de partidas simultáneas con Capablanca era a las ocho. Como un lunático, me arranqué el frac, me puse una chaqueta y, sin comer, llegué al torneo en un auto que por casualidad pasaba por allí. Saburov había estado hablando sobre mi éxito en la graduación y muchas personas vinieron a felicitarme. Lasker me preguntó por qué me felicitaban y respondí en alemán: «Anteayer tú obtuviste el primer premio en el torneo (San Petersburgo 1914) y yo lo obtuve hoy», luego les expliqué de qué se trataba.
(Prokofiev había dirigido su poema sinfónico La procesión de Shcherbachev (Shestvie) y luego había sido solista en su primer Concierto para piano con Nikolai Tcherepnin como director en su graduación, participando en la «batalla de los pianos», una competición abierta a los cinco mejores estudiantes de este instrumento, cuyo premio fue un piano de cola Schreder)
«Lasker dijo que él no sabía mucho sobre música, pero que, como era un chico tan agradable, estaba sinceramente contento por mi éxito. La sesión de simultáneas comenzó. Dranishnikov, Borislavsky y Budarina vinieron a mirar y se pusieron detrás de mí en un estado de ansiedad contagioso. Capablanca hizo sus movimientos increíblemente rápido. Inició muchos de los juegos con el gambito de rey y yo temía que no jugara conmigo esta apertura, pero tuve suerte. Fue un buen juego. Me concentré en lo que sucedía en el tablero y traté de no prestar atención a las personas de alrededor y el juego salió bien. Pronto Capablanca comenzó a ejercer presión, pero luego la partida se igualó. Dranishnikov y Borislavksy seguían el juego nerviosamente y de vez en cuando trataban de dar consejos, por malos que fueran. Después de dos horas, la partida se igualó y el juego iba hacia un empate. Desgraciadamente, todavía quedaban otras cinco o seis partidas y Capablanca jugó tan rápido que no tuve tiempo para pensar. De una forma u otra rompió la línea de mis peones y ganó el juego. Anunciaron los resultados de la sesión: 27 juegos ganados, 1 perdido, 2 empatados, uno de ellos por gentileza con el anciano Saburov. Bashkirov terminó el último juego. Llegó tarde, jugó con la ayuda de Rubinstein y Marshall, y aún perdió. Yo estaba un poco molesto por hacer lo propio, y hasta entonces nunca había perdido un juego de simultáneas. Me inscribí para la revancha del jueves. Al salir, me despedí de Lasker, que se irá mañana. Fue muy amable y me invitó a visitarlo cuando fuera a Berlín. Estaba muy orgulloso por esta invitación”.
Prokofiev llegó a jugar tres veces con Capablanca. Perdió la primera partida, como hemos visto, la segunda empezó mal para el cubano; Prokofiev lo tenía acorralado pero el maestro logró revertir la situación y ganó. La tercera partida es la más conocida, porque Prokofiev consiguió alzarse con la victoria.
Como es bien sabido, el famoso compositor era un fortísimo jugador aficionado que había comenzado a mover las piezas a los 7 años enseñado por su madre y jugó numerosos torneos en San Petersburgo. Sin embargo, pocos conocen lo que sucedió en su segundo enfrentamiento con Capablanca en simultáneas. De nuevo, escuchemos al compositor. Prokofiev escribe:
“Alrededor de las seis, Capablanca entró en el Club: es una persona absolutamente irresistible, vivaz, apuesto, ingenioso, y, este es el punto, un genio. ¡Deberías haber visto lo rápido que mostró los errores de nuestros maestros de Petersburgo: en el acto, en el instante en que terminaron sus juegos, y justo frente a sus propios ojos! Estaba en trance.
En otra entrada del 21 de septiembre de 1914, señala:
«Mientras hablábamos, [Bashkirov] me contó muchas cosas interesantes, entre ellas sobre cierta señora Strakhovich, a quien le había presentado a Capablanca y se había enamorado de ella; debido a eso el cubano no había logrado el primer premio.»
Sentados de izquierda a derecha: Alekhine, Yanowsky, Capablanca, Bernstein, Marshall, Blackburne, Lasker, Tarrasch, Rubinstein, Nimzowitsch,Gunsberg.
Una trampa que se desvanece con una sonrisa
15 de mayo de 1914
“Trabajé en mi inglés. Por la noche fui al Torneo de Ajedrez para la segunda sesión de simultáneas de Capablanca; Dranishnikov, Borislavsky y Budarina vinieron de nuevo a ver los juegos. En su cuarto movimiento, Capablanca cayó en una especie de trampa que había perfeccionado en uno de mis juegos por correspondencia: 1. d4, d5; 2. Cf3, Af5; 3. c4, Cc6 con una amenaza de Cb4. El cubano estuvo de pie frente al tablero mural durante dos o tres minutos, secándose la frente y mesando su cabello. Yo estaba emocionado de haber causado problemas a Mister Champion. En realidad estaba con calidad de menos, pero se recuperó y tuve que recurrir a todo tipo de trucos para salvar el juego. De esta forma pasaron dos horas. El juego se estaba poniendo serio y yo estaba defendiéndome, pero luego con la Dama tomó una Torre que defendía mi Rey, y cuando tomé su Dama con el Rey entonces jaqueó. No pude evitar decir: «¡Diablos!», igual que repitieron Dranishnikov y Borislavsky, que estaban totalmente involucrados en el juego.
– ¿Pero por qué no diste jaque hace dos movimientos, cuando tu dama estaba en otra posición?
– Fue una pena, pero espera, haremos otro movimiento, tal vez lo haya olvidado …
-¿Qué estás haciendo? —dijo Dranishnikov con horror.
Pero hice esa jugada y cuando Capablanca realizó su movimiento, di jaque. Capablanca iba a responder, pero advirtió que yo había movido mi pieza y sonrió. Sin embargo, mostró que incluso con este jaque ganaría con casi el mismo método. Esta vez estaba menos decepcionado por la pérdida que en la última ocasión, pero decidí regresar al día siguiente. Tenía pocas esperanzas de salvar mi honor, sin embargo fue muy interesante jugar”.
16 de mayo de 1914
“[…] Por la tarde una vez más al Torneo de Ajedrez, para jugar con Capablanca. El juego comenzó como ayer, pero las cosas fueron un poco más difíciles: Capablanca no perdió la calidad, pero no ganó ninguna pieza. Él atacó, lo que hizo las cosas muy difíciles para mí, pero resistí enérgicamente. Capablanca movió sus otras piezas con estilo, dejándolas expuestas para que las ataquen, pero si lo intento pierdo. Budarina, en un estado terrible, estaba a mi derecha; a mi izquierda, Iakhontov, el guapo hermano de Bashkirov, siempre un caballero impecable. Después de dos horas de juego duro, de repente vi una combinación y le dije a Iakhontov: «Voy a ganar el juego».
Alzó la vista y se lo enseñé, pero, para estar absolutamente seguro, le pedí a Capablanca que hiciera otro circuito. Cuando volvió a aparecer, estaba bastante nervioso, porque había ideado una trampa para darle mate en tres movimientos. Hice mi jugada. Capablanca estaba a punto de responder, pero luego se detuvo y al ver la trampa, después de reflexionar, sacrificó una pieza. De lo contrario no habría podido salvarse. Así que tenía una pieza extra y ahora debía usarla. Hubo un momento en que realmente tuve miedo y parecía que Capablanca escaparía, pero no pudo y perdió. Celebré mi victoria y fui felicitado. Dranishnikov estaba extasiado y gritó «¡Dale un puñetazo!». Bashkirov me invitó a tomar el té a su casa y le dije que era tarde, pero sabiendo que Capablanca iba, acepté la invitación. El resultado de la sesión de hoy fue: de 24 juegos, 20 ganados.
Subimos al auto y fuimos al Kalashnikov Quay. Bashkirov nos llevó directamente al garaje para mostrar sus otros dos autos. Después los tres tomamos el té. Vi a Capablanca y fue interesante ver cuán afectado estaba. Pero después de irse a la cama a las ocho de la mañana y levantarse al mediodía, parecía completamente agotado y la mayor parte del tiempo no dijo nada, mirando su vaso. Bashkirov lanzó una soflama retórica sobre la historia rusa y escuchamos. Luego me pidió que interpretara Tannhäuser. Normalmente no lo hubiera hecho, pero tenía curiosidad por saber qué pensaba Capablanca. Escuchó con obvio placer pero mostró total ignorancia, diciendo que había escuchado la pieza en algún lado pero que no sabía qué era. Le gustó mi Preludio para arpa. Salimos de la casa juntos. Dije que iba a caminar y él hizo lo mismo. Después de intercambiar algunas palabras sobre el amanecer, decidí guardar silencio, como él. Caminamos rápido y tuve dificultades para mantener el ritmo. Después de caminar unos veinte minutos más o menos, Capablanca comenzó a hablar y me preguntó si era cierto que iría a Londres a través de Suiza y cuándo; su acento francés no era del todo bueno, pero hablaba el idioma correctamente. Le contesté con cierto detalle pero él no dijo si se iba. Más adelante, comenzamos a charlar espontáneamente sobre las cosas que nos rodeaban. Estaba muy entusiasmado con la gente de la noche en Nevsky Prospekt. Caminamos rápidamente hacia la esquina de Sadovaya y Voznesenskaya, donde nos separamos: él hacia Astoria, yo hacia la Primera Rota. Eran las tres de la madrugada y estaba bastante claro”.
Esta es la famosa partida que Prokofiev ganó a Capablanca en la tercera sesión:
Jose Raúl Capablanca – Sergei Prokofiev–
(16 de mayo de 1916)
1.d4,d5;2.Nf3Nf6;3.c4,Bf5;4.Qb3Nc6;5.Qxb7,Na5;6.Qa6Nxc4;7.Nc3e6,8.e4dxe49.Bxc4,exf3;10.Qc6+,Nd7;
11.g4,Bg6;12.Bg5,Be7;13.Bxe,Kxe7;14.O-O,Re8;15.h4, h5;16.gxh5,Bxh5;17.Nb5,Kf8;18.d5,Qf6;19.dxe6,Ne5;20.Qc5+,Kg8;21.exf7+,Bxf7;22.Bxf7+,Qxf7;23.Kb1,Rab8;
24.Nxc7,Rbc8;25.Rc1,Re7;26.Qd6,Rexc7;27.Rxc7,Qxc7;28.Qe6+,Kh8;29.a3,Qc2+;30.Ka1,Nd3;31.Rb1,Nxf2;32.h5,
Qc63;3.Qf5,Ne4;34.Q f3,Nd23;5.Qxc6,Rxc6;36.Rd1,Rc2;37.Rg1,Rc5;38.Rg6,Rxh5;39.Ra6,Nb3+;40.Ka2,Ra5;41.Rxa5,Nxa5;42.b4,
g5;43.Kb2,g4 0-1
Alexander Alekhine vs B Bashkirov / Sergei Prokofiev
(Partida a la ciega. Petrograd , Dec-28 (1914),
1.f4d52.e3c53.Nf3Bg44.Be2e65.b3Be76.OONc67.h3Bxf38.Bxf3Bf69.Rb1Nge710.Ba3Qa511.Qc1Nb412.Bxb4cxb413.
a4Rc814.g4g615.d4Qc716.Qd2Qc317.Qe2OO18.Rbc1Bg719.Rfd1Rc720.h4f621.h5gxh522.gxh5Kh823.Kf2e524.e4f525.
exd5e426.d6Bxd4+27.Kf1Nd5!28.dxc7Ne3+29.Kg1Nxd1+30.Kh2Ne331.Bh1Qxc7 0-1
Otro gran compositor, pero de menor fuerza que el ruso, el francés Maurice Ravel, se enfrentó en numerosas ocasiones con el autor de Iván el Terrible y Alexander Nevsky.
Sergei Prokofiev – Maurice Ravel
Mont La Joli 1924
1.d4 Cf6 2.c4 e6 3.Cc3 Ab4 4.Ag5 Cc6 5.e3 0–0 6.Ad3 d5 7.Cge2 a5 8.Dc2 h6 9.h4 hxg5 10.hxg5 Te8 11.gxf6
Dxf6 12.0–0–0 dxc4 13.Ah7+ Rf8 14.Ce4 De7 15.Cf4 b5 16.Th5 e5 17.Cg6+ fxg6 18.Axg6 Ae6 19.Tdh1 Tad8 20.Tf5+
Rg8 21.De2 Axf5 22.Th8+ Rxh8 23.Dh5+ Rg8 24.Dh7+ Rf8 25.Dh8++ 1–0
Sergei Prokofiev vs Edward Lasker
(Chicago, IL, Enero (1922)
1.e4 e5 2.Nf3 Nc63.Bb5 a6 4.Bxc6 dxc6 5.b3 Bc56.Bb2f67.d3Bg48.Nbd2Ne79.h3Bh5
10Qe2Ng611.g3Qe712.Qf1Bxf313.Nxf3O-O-O14.Nd2h515.O-O-O
h416.gxh4Nf417.Nc4Rxh418.Ne3g619.Ng2Rxh320.Nxf4Rxh121.Nxg6Rxf122.Nxe7+Bxe723.Rxf1Bc524.Kd2Rh825.Ke2Rh226.
c3Kd727.Bc1Rh3 28.Be3Bxe329.fxe3
1/2/-1/2
La destreza ajedrecística de Prokofiev se hizo legendaria entre sus colegas de profesión, y mientras Mstislav Rostropovich, Ravel, Giles, Kogan se disputaban una partida con él, David Oistrak, uno de los más reputados violinistas de la historia de la música y amigo muy cercano de Prokofiev, le propuso jugar un encuentro a 10 partidas con reloj en el verano de 1937.
David Oistrak era un virtuoso del violín que convulsionó al mundo con su concepto universal de la interpretación sustentado en una sonoridad que podía describirse como épica. Al “Rey David”, como le conocían sus colegas, se lo rifaban los más prestigiosos directores del planeta por sus refinadas lecturas de obras de Shostakovich, Prokofiev, Beethoven y otros grandes de la música. Su afición por el ajedrez la compartía en el Club de Ajedrez de Moscú con un campeón del mundo como Smyslov, que además de jugador de primer rango era un fino barítono. Numerosas tardes-noches ambos virtuosos las pasaban jugando partidas amistosas en las que como señala Smyslov, “David era un alumno aventajado que absorbía todo lo que yo le indicaba”.
El encuentro recibió gran apoyo oficial, como lo muestra el cartel anunciador de arriba, con todos los ingredientes de un match oficial, reloj, planilla, árbitro, y presentaba la particularidad de que el perdedor daría un concierto para el que ambos estaban contratados, mientras que el ganador descansaría. De este singular encuentro únicamente se ha encontrado una partida, que reproducimos más abajo, que terminó en tablas. El encuentro concluyó tras celebrarse 7 partidas con la victoria de Oistrak sin conocerse por cuánto. Así lo cuenta Lina Prokofiev en sus memorias: “Cuando nos instalamos en Moscú, en la calle Chkálov, descubrimos que teníamos de vecino a David Oistrak, un contrincante del ajedrez muy peligroso. En 1937 jugaron un encuentro en la Casa de los Artistas en la que el brillante violinista ganó al compositor.” (Una española en el Gulag, pp.206).
Sergei Prokofiev vs David Oistrak
Moscú 1937
1.e4c52.Nf3d63.d4cxd44.Nxd4Nf65.Nc3g66.Be3Bg77.Be2a68.Qd2Ng49.Bxg4Bxg410.f3 Bd711.Bh6Rg812.Bxg7Rxg713.
Qh6Kf814.O-O-O,
Nc615.Nxc6bxc616.Rhe1Rb817.e5d518.Qf4Kg819.Rd4e620.Red1Qb621.b3Be822.R4d2Q7 23.Qe3Qe724.Re1Kh825.Kb2Rg826.Qf4Bd727.Qf6+Qxf628.exf6Rb729.g4g530.h4gxh431.Rh2Rg632.Rxh4Rxf633.Reh1Kg834.
R1h3Kf835.Rxh7Rb436.Ne2e537.Kc3c538.R7h6d4+39.Kd2Rbb640.Rxf6Rxf641.Rh5e442.fxe4Bxg443.Rg5Bf344.Rxc5Bxe445.
Nxd4Bg246.a4Ke747.b4Kd748.Ke3Rd649.b5Rd550.Rxd5+Bxd551.bxa6Kc752.Nb5+Kb653.Kd4Bg254.a7Kb755.Kc5Bf356.c3f657.
Kd6Bd158.a5Be259.Nd4Bf160.Nc6f561.Ke5Bd362.Kd4Be463.a6+Ka864.Nb4Kxa765.c4Kb666.c5+Ka767.Ke5Kb868.Nd5Bd369.
Nb4Be470.c6Kc771.a7Bxc672.Nxc6Kb7 1/2-1/2
Botvinnik se encuentra con Prokofiev
Mihail Botvinnik, Campeón del Mundo de ajedrez y a su vez un gran aficionado a la música y amigo personal de Prokofiev, cuenta en sus memorias Achieving the Aim (Lograr el objetivo) (Oxford, 1981), cómo conoció la música del genial ruso y de qué forma pudo identificarse, gracias a su profesora de música, con las sonoridades del autor de El amor de las tres naranjas.
«Mi primera introducción a Prokofiev y su música ocurrió en una de las lecciones de apreciación musical que formaban parte del currículo de la escuela número 157 de Leningrado a la que asistí a principios de los años veinte. Estas lecciones fueron esencialmente pequeños conciertos de cámara con explicaciones del profesor de música. Como regla, nos dieron música clásica, pero un día nuestra maestra dijo que iba a tocar algo bastante fuera de lo común.
“Ella nos habló de un joven compositor llamado Sergei Prokofiev y su estilo original. «Es imposible ser indiferente a su música», nos dijo. «Algunas personas creen que es excepcionalmente talentoso, otros lo desaprueban por completo. Cuando me dirigí a una reunión de profesores de música recientemente y anuncié que iba a tocar la música de Prokofiev, recibí una recepción extremadamente fría. Pero cuando terminé de tocar, la audiencia aplaudió violentamente y tuve que tocar un bis. Tocaré la misma pieza para ti ahora».
“Si no me equivoco, el nombre de la pieza era Desesperación. Nos causó una profunda impresión. Lamentablemente, nunca más la escuché; si ocurriera, debería reconocerla de inmediato.
“Conocí a Prokofiev en 1936, a la altura del Tercer Torneo Internacional de Ajedrez en Moscú. Él era un jugador de ajedrez de primer nivel y nunca perdió una partida (?). Su posición en el torneo fue delicada y mantuvo una actitud estrictamente neutral, ya que si bien sus simpatías eran naturalmente conmigo como el joven campeón soviético que era, tampoco podía desear la derrota del excampeón mundial Capablanca, que era un amigo personal de él.
“Varios meses después, Capablanca y yo compartimos el primer lugar en el torneo en Nottingham, Inglaterra. Cuando terminó el torneo, recibí un telegrama de felicitación de Sergei Sergeyevich. Naturalmente, me sentí muy complacido y, sin pensarlo, le mostré el cable a Capablanca, que estaba conmigo en ese momento. Enseguida vi que había cometido un error: por la expresión en la cara de Capablanca, me di cuenta de que no había recibido un telegrama de Prokofiev. Dos horas después, Capablanca vino a mí radiante: también había recibido un telegrama. Por supuesto, Sergei Sergeyevich había enviado ambos cables al mismo tiempo, pero evidentemente los empleados de la oficina de telégrafos de Moscú habían sentido que el campeón soviético debía transmitir su mensaje primero.
“Sergei Sergeyevich era apasionado del ajedrez. Participó en las actividades de ajedrez del Central Art Workers’ Club. Los jugadores de ajedrez de Moscú todavía recuerdan su encuentro, único, con David Oistrak: el ganador fue galardonado con el premio Art Workers’ Club y el perdedor tuvo que dar un concierto para los miembros del club.
“Jugué al ajedrez con Prokofiev varias veces. Realizó un juego muy vigoroso y directo. Su método habitual era lanzar un ataque, cosa que llevó a cabo ingeniosamente. Obviamente, no le importaron las técnicas de defensa. Su enfermedad no disminuyó su interés en el ajedrez. En mayo de 1949, el famoso jugador de ajedrez JG Rokhlin y yo visitamos a Prokofiev en su casa de campo en Nikolina Gora. Sergei Sergeyevich estaba enfermo en la cama y se veía muy mal, pero tan pronto como vio a Rokhlin se animó. «¿Dónde está el volumen del match Steinitz – Lasker de 1894 que me prometiste?», exigió. El pobre Rokhlin, que claramente se había olvidado de todo, estaba muy avergonzado.
“En el verano de 1951 Sergei Sergeyevich se anotó como uno de los participantes en una demostración de juego simultáneo que iba a dar en Nikolina Gora. Sus doctores, sin embargo, lo prohibieron, pero eso no evitó que Prokofiev siguiera los juegos con su avidez habitual. Creo que fue la última competencia de ajedrez a la que asistió.
Lina Codina, la esposa española del compositor y el ajedrez
Para la gran mayoría de los lectores es desconocido que a lo largo de 16 años y hasta su muerte, acaecida en 1956, una española lo idolatraba y seguía sus pasos dondequiera que el maestro estuviera: Lina Prokofiev, de soltera Lina Codina (Madrid 1897-Londres 1989), enamorada sinceramente y sin condiciones del autor de Romeo y Julieta, con quien contraería matrimonio el 8 de octubre de 1923 en Ettal, movidos en última instancia porque Lina se había quedado embarazada. El niño, Sviatoslav, nació el 27 de febrero de 1924.
Hija de Juan Codina, un tenor español, y Olga Nemiskaia, una cantante de ópera polaca de origen aristocrático, los padres de Lina, debido a su profesión, viajaban constantemente hasta que se instalaron en Nueva York, donde Lina pasó su juventud. Tenía veintiún años cuando vio por primera vez a Serguéi Prokófiev. El gran compositor tenía entonces veintisiete años y se había trasladado a Nueva York para dar conciertos. Después de conocerse en persona, Lina y Serguéi iniciaron una relación que fue consolidándose poco a poco a lo largo de los meses siguientes. Cuando en 1920 los compromisos profesionales obligaron al compositor a dejar los Estados Unidos, Lina no dudó en seguir sus pasos, a pesar de las advertencias de su propia madre, quien no veía con buenos ojos aquella relación.
Los años siguientes la relación no avanzaba. Él priorizaba su carrera mientras ella intentaba mejorar sus técnicas de canto sin recibir mucho apoyo por parte de Serguéi. Pero a principios de octubre, el avanzado embarazo de Lina forzó a la pareja a casarse. En febrero nacería Sviatoslav. No sería el único hijo, pues años después nacería Oleg.
Pese a las quejas de Lina, la relación con Mira siguió adelante. En 1941 Serguéi Prokófiev huía de Moscú ante la amenaza del régimen de Stalin vertida sobre los intelectuales. Lina y sus hijos permanecieron en la URSS. Mientras trabajaba infatigable para sacar a sus hijos adelante, su marido se casaba con Mira sin haberse divorciado oficialmente de ella.
A principios de 1948 Lina Prokófiev fue detenida, acusada de espionaje. Sus continuas visitas a las embajadas extranjeras, donde buscaba la manera de conseguir visados para ella y sus hijos, fueron el pretexto para que la policía de Stalin pensara que era una traidora al régimen. Después de sufrir terribles torturas, un juicio que fue más bien una pantomina la condenó a pasar veinte años en un gulag. Tres años después de la muerte de Stalin, Lina fue liberada. Había pasado siete años prisionera, alejada de los suyos y sufriendo una pesadilla. Para entonces, en 1956, Serguéi Prokófiev ya había muerto. Las autoridades soviéticas reconocieron su matrimonio con el compositor y le asignaron una pensión de viudedad que la ayudó a sobrevivir. En 1974 deja Moscú y se instala en Londres donde viviría hasta el final de sus días (1989), volcada en una fundación que preservó la memoria de Sergéi.
En el otoño de 1941, ante la proximidad de las tropas alemanas, Serguéi y otros intelectuales fueron evacuados al Cáucaso. Lina decidió permanecer en Moscú con sus dos hijos. Trabajó como traductora para la agencia de noticias Sovinformburó y, desde la distancia, recibió la ayuda económica de su marido, quien había afianzado su relación con Mira. De hecho, el 15 de enero de 1948 se casó con ella, sin que la anterior boda con Lina fuese impedimento, pues no había sido inscrita como tal en ningún consulado soviético.
El 10 de febrero el Politburó condenó la música formalista, en la que se incluía a Prokófiev. Diez días después, Lina fue acusada de espionaje (basándose en las continuas visitas de ésta a embajadas extranjeras), siendo condenada a trabajar veinte años en un campo de régimen severo.
Tras la muerte de Stalin el 5 de marzo de 1953 (el mismo día en que murió Prokófiev), Lina fue liberada en junio de 1956. En 1957 se reconoció oficialmente su inocencia, se le entregó un certificado de su matrimonio con Prokófiev y una pensión como viuda soviética. En 1974 abandonó la Unión Soviética y se instaló en Londres hasta su muerte acaecida en 1989, donde creó una fundación para preservar el legado de su marido.
¿Pero qué relación tenía Lina con el ajedrez, juego al que su marido la inició y con el que pasaban muchas veladas estudiando partidas y posiciones? Veamos lo que dice Lina con relación al ajedrez en varios capítulos de sus diarios y cartas:
“Desde otoño de 1907 Sergei Prokofiev comenzó a asistir al Club de Ajedrez de San Petersburgo, que se encontraba en la Avenida Nevski. Esto no le gustaba a su madre, porque consideraba que para un niño que aún no era emocionalmente maduro todavía era muy pronto para concurrir a un cerrado club masculino.
“Con el paso de los años, el interés por el ajedrez pasó a ser una fuerte pasión que le ayudó mucho en su trabajo creativo. «El ajedrez para mí es un mundo particular. Un mundo de lucha, proyectos y pasiones», decía el compositor. Las pasiones y la rivalidad que bullían en el club lo atraparon mucho más que el tiempo libre con los chicos del Conservatorio. En este club Sergei tenía la posibilidad de asistir a las partidas de Emanuel Lasker, José Raúl Capablanca, Aleksander Alekhine, Aaron Nimzovich, entre otros. ¡Incluso una vez pudo ganarle a Capablanca! A veces se vengaba a través del ajedrez”.
“En el año 1930, Prokofiev comenzará a enseñarles a sus hijos a jugar al ajedrez. Su hijo menor, Oleg, recordaba después que el ajedrez era el pasatiempo más querido de su padre. Para él este juego era un «deporte intelectual» que le servía mucho para la composición musical. Posiblemente, éste era el entrenamiento de su creatividad, a la que se sumaban, obviamente, los principios artísticos. Prokofiev prefería el método del riesgo y el repentino cambio del desarrollo de la partida. Tuvo que dejar los estudios de la teoría del ajedrez entre 1917 y 1918 porque había comenzado la Revolución de Octubre y la mayoría de los espacios del club fueron utilizados como hospital militar”.
“En 1936 se celebró en Moscú el tercer campeonato de ajedrez, al que Prokofiev asistió como espectador cada día. Yo le acompañaba. En casa también organizábamos torneos de ajedrez con gran afluencia de jugadores, partidas en varios tableros y juegos según todas las reglas de competición”.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: