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El diamante del boticario

El diamante del boticario

Don Sebastián Ayala de Rocamayor era el boticario de la calle Mesoneros Griegos. Por si no sabéis lo que es un boticario, ahora los llaman farmacéuticos, venden medicinas y a veces las preparan en la parte de detrás de la farmacia.

Nuestro don Sebastián era mayor, mayorcísimo. Alto y delgado, se repeinaba el pelo blanco perfectamente e iba siempre vestido como si le fueran a hacer un reportaje en una revista de moda. Era muy gruñón y estricto, porque su mujer había fallecido hacía unos años, y su única compañía en la vida era su hija Mencía, su ojito derecho, su compañera, su todo. Según él.

"Una noche, en la cena, la niña se atrevió a preguntarle qué era lo que buscaba, cuál era la fórmula magistral que le tenía sin vivir"

Porque la realidad era que Mencía estaba todo el día sola mientras su padre trabajaba y trabajaba en la botica. Le preparaba sus comidas y cenas favoritas, decía a sus amigas que no podía ir con ellas porque tenía que cuidarlo, y aun así no conseguía hacerle salir. Una tarde de lluvia, aburridísima —su padre no le dejaba ver la tele, ni la tablet, ni un móvil, controlaba sus lecturas y en su mesa sólo había lápiz y papel—, se asomó a la habitación trasera de la farmacia para observar lo que pasaba ahí dentro. Su padre, normalmente tan presumido y atildado, se encontraba con los pelos revueltos, con un montón de botes de cristal humeantes delante y una bata blanca medio quemada. Mencía no se lo creía, parecía otra persona, pero le picó la curiosidad y decidió ira espiar todas las tardes. Su padre se tiraba del pelo y gritaba cada tarde: —NO, ¡otro error, NO!

Una noche, en la cena, la niña se atrevió a preguntarle qué era lo que buscaba, cuál era la fórmula magistral que le tenía sin vivir. Y don Sebastián, agotado, la miró y confesó: —Quiero fabricar un diamante. Para dejártelo a ti cuando yo no esté. El diamante más puro y hermoso jamás visto en la Tierra. Quiero que tengas un tesoro, hija mía.

Y Mencía se quedó pensando. Se obsesionó con el asunto, estudió y estudió —era una niña muy inteligente—, y no veía como podría ayudar a su padre. Siguió estudiando hasta ponerse enferma, y cuando su padre la encontró tan desmejorada y casi a punto de perder la razón, llamó a todos los médicos del pueblo, pero nada. Llamó a los del pueblo del al lado, y tampoco. Estaba a punto de rendirse cuando un joven muy educado pasó una tarde por la farmacia para comprar algo para el dolor de cabeza. Preguntó por Mencía porque había oído habladurías sobre el agotamiento nervioso de la joven y como estaba estudiando Medicina en la Universidad, le interesó el asunto.

"El boticario le dejó entrar en la habitación de su hija, que estaba a oscuras. La única luz era el brillo de la frente de Mencía, que de tanta fiebre sudaba todo el tiempo"

El boticario le dejó entrar en la habitación de su hija, que estaba a oscuras. La única luz era el brillo de la frente de Mencía, que de tanta fiebre sudaba todo el tiempo. Juan no pudo ayudar, pero se quedó tan preocupado que decidió pasar todos los días a verla. Don Sebastián, encantado de que alguien supervisara la enfermedad de su hija, volvió a su botica.

Y pasó el tiempo. La gente murmuraba, don Sebastián trabajaba y Juan acompañaba. Mencía seguía igual, siempre igual. Una tarde, Juan sintió sed y salió a buscar un vaso de agua. Cuando regresó, observó que a Mencía le brillaban también las mejillas. Al día siguiente, cuando entró, se dio cuenta de que también resplandecía su barbilla. Luego las manos, los pies… Y a la semana, el cuerpo entero. Y lo entendió todo de golpe.

Corrió a suplicarle al boticario que dejara lo que estaba haciendo porque ya lo había conseguido. Tenía delante al brillante más valioso del mundo, vivía con él y no lo veía. Y si no lo cuidaba, lo perdería consumido por su propio brillo. Don Sebastián abrió los ojos y lloró al darse cuenta de su error. Y en ese momento, Mencía abrió los ojos y sonrió, feliz.

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Sabrina Analia Cabrera
Sabrina Analia Cabrera
3 meses hace

ME
E N C A N T Ó!!!!!!!!!!!!
HERMOSO CUENTO
SOBRE VALORES &
RELACIONES:
AMOR COMO
ALGO QUE
EXCEDE A LA PASIÓN
FÍSICA.

HACE POCO
ME FAMILIARICÉ CON
DOS FRASES:
«PARAR PARA VER»
Y «NUNCA ES TARDE».
«DON AYALA DE
ROCAMAYOR» YA TENÍA
LO QUE PRETENDÍA
FABRICAR CON
INSTRUMENTAL DE
LABORATORIO.

«EL MIEDO CIEGA»
«LA ANSIEDAD NO
TE LLEVA A
NINGÚN LADO»
PRONUNCIARON
A MODO DE
CAPACITACIÓN
CONSCIENTE (SIN
SENTIMENTALISMOS
ROSADOS) DESDE
ALSINA 798 , CIUDAD
BONAERENSE DE
BURZACO EN
ARGENTINA.

«LA FÓRMULA
MAGISTRAL QUE
LE TENÍA SIN VIVIR»
YA HABÍA SIDO
CONCEBIDA.

«CUANDO YO
NO ESTÉ» : EMOCIÓN
ANSIOSA QUE
FRAGILIZA Y ATURDE.

SAGRADO «AMOR
INALTERABLE» /
«SIN FINGIMIENTO»: MENCÍA
EVADÍA SU VIDA SOCIAL
EN POS DE SU PAPÁ.
SEBASTÍAN SE
ESCAPÓ DEL
MUNDO PARA
DEJAR UNA HUELLA
MATERIAL EN SU NIÑA.
SE TENÍAN Y NO
SE ESTABAN
CONTEMPLANDO,
DISFRUTANDO.

EL TIEMPO SÍ ES
LINEAL .
LOS SERES
HUMANOS
HACEMOS
BORGIANO LO SIMPLE

DE VIVIR.

Gracias Paula
Torres: «ENTRE
LIBROS Y
AVENTURAS»

Última edición 3 meses hace por Sabrina Analia Cabrera