Cuando la joven Anne Frank escribía su diario —al que llamó Kitty— escondida (durante más de dos años) en la parte trasera del edificio que albergaban las oficinas de su padre, no podía imaginar que se convertiría en uno de los relatos-testimonio de la Segunda Guerra Mundial más leídos y traducidos del mundo.
Esta nueva versión ilustrada o —como diría el gran Oscar Grillo— “intervenida” de El diario de Anne Frank viene a sumarse a las innumerables ediciones que ya existen. Pero lo hace aportando una visión diferente gracias a la respetuosa, aunque aguda adaptación del texto original realizada por Ari Folman y las estupendas y expresivas ilustraciones de David Polonsky.
Es cierto que el contexto histórico hoy en día, afortunadamente, no es el mismo que cuando Anne Frank comenzó a escribir su famoso diario, con 13 años, bajo la ocupación nazi en Holanda. Sin embargo, lo que no parece haber cambiado son los problemas personales a los que se enfrentan los jóvenes de su edad: la formación de la identidad, las relaciones filio-parentales, las primeras pulsiones sexuales, etc. Sí, los jóvenes de ahora también lidian con esos temas, y nos toca a los adultos ayudarles a comprenderlos y facilitar su desarrollo personal de forma sana y eficaz.
Por eso esta nueva versión gráfica del relato que Anne Frank dejó como testimonio del tiempo que permaneció escondida resulta tan interesante y acertada. Primero, porque está en formato cómic, con unas ilustraciones frescas, divertidas y cómplices con la narración, que atraerán a los lectores más jóvenes. Segundo, porque el texto se presenta de forma más ágil y atractiva para los adolescentes que en las versiones tradicionales de la historia. Y tercero, porque el resultado es realmente bueno, ya que las ilustraciones introducen en la historia matices que a veces resultan difíciles de captar tan solo con la lectura del texto.
Las páginas de este libro contienen maravillosos dibujos donde se pueden ver las graciosas y expresivas muecas de la joven Anne mostrando diferentes estados de ánimo: enfado, desesperación, timidez, sonrojo… También imaginar las terribles pesadillas que la niña sufrió en las noches de encierro donde sus sueños se llenaban de soldados nazis, fuegos devoradores y trenes cargados de gente con destino a un final inimaginable.
De igual modo, las ilustraciones aportan más información sobre la estrecha y cariñosa relación entre padre e hija. Y, por otro lado, ponen en relieve la difícil relación con su madre a la que —confiesa— “querer a esta persona… cada día me resulta más y más imposible”. E incluso llega a escribir unas frías y duras palabras: “Me da igual que se muera mamá…”. La viñeta que acompaña a este texto enfatiza ese desapego maternal categóricamente.
Los autores han puesto también el foco de atención en la pulsión sexual que comienza a despertar en la adolescente y en sus sentimientos por el joven Peter van Daan, el hijo del matrimonio que se esconde junto a la familia Frank. Confía a su diario íntimas reflexiones sobre el amor y el sexo, la idea de matrimonio, y llega incluso a describir físicamente una vagina. A pesar de la guerra y de su precaria situación, Anne Frank no dejó de ser una adolescente más con los típicos problemas de esa edad. Sus palabras retratan a una niña enamoradiza a la vez que independiente, sensata e inteligente, pero también testaruda y pendenciera. No es quizás el retrato más amable de Anne Frank, pero se percibe un tratamiento sincero y respetuoso en la adaptación por parte de los autores.
A fin de cuentas, El diario de Anne Frank es un ejercicio de honestidad —como lo deberían ser todos los diarios íntimos— consigo misma y solamente se puede hacer una lectura sincera y honesta de él que permita analizar al personaje objetivamente según su relato.
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Autores: Ari Folman y David Polonsky. Título: El diario de Anne Frank. Editorial: Penguin Random House Grupo Editorial. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
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