La reedición de Emilio es una nueva muestra de la vitalidad de la obra de Tomi Ungerer, torrencial desde su comienzo, hace más de seis décadas, y perfectamente activa, continuando su camino, tres años después del fallecimiento de su autor.
Nordstrom contrató a Ungerer, quien dispuso una serie de álbumes en los que se repetían varias características: los protagonistas eran héroes improbables para las convenciones de la época, animales poco sublimes (una familia de cerdos, una boa constrictor, una cangura con alas…); dichos héroes emprendían una aventura alejada de su tierra natal (que incluía lugares exóticos, pero especialmente el entorno de la gran ciudad, con sus salones y entretenimientos burgueses); dichos héroes entablaban amistad verdadera y extravagante con algún humano y llevaban a cabo gestas que les valían el reconocimiento de la comunidad, si bien mantenían siempre su independencia y espíritu bohemio.
Tal es el argumento de Críctor (1958) y de Adelaida (1959), de los que Emilio (1960) es una perfecta continuación, en el espíritu de las sagas del cine y el cómic. Un año después Ungerer publicaría Rufus, que prosigue la senda de este exótico heroísmo (en esta ocasión el protagonista es un murciélago), al que le sucedería uno de los mayores éxitos de su carrera, el álbum Los tres bandidos.
Emilio sigue punto por punto la estela artística y estética del joven Ungerer: con un dibujo ágil, claro y agudo, característico del humorismo gráfico (trazo rápido, superdotado, con gran dominio del vacío y prácticamente monocromo) descubrimos a un héroe poco convencional: un pulpo, en esta ocasión. Desde el comienzo de la historia, Emilio se muestra como un ser valeroso, sensible e inteligente, capaz de salvar a los desvalidos. Así es como conoce al capitán Samofar, a quien rescata del ataque de un tiburón en las profundidades marinas. A partir de ese momento, Ungerer explota las posibilidades cómicas de su héroe. La historia de amistad con el capitán Samofar ofrecerá escenas entrañables (vive alojado en la bañera de la casa del capitán, con agua que este acondiciona con un paquete de sal de mesa), y el reconocimiento social permitirá toda clase de extravagancias divertidas donde Ungerer muestra su virtuosismo al aprovechar la exuberancia formal —ocho apéndices ocho— de su protagonista (capaz de tocar a la vez cinco instrumentos musicales, de salvar de un golpe a cuatro niños en su labor de vigilante de la playa, de imitar todo tipo de formas con sus tentáculos, de brindar simultáneamente con ocho copas de champán en banquetes oficiales…). No faltará la aventura (en esta ocasión, el asalto y captura de unos contrabandistas peligrosos) y un uso cada vez más diestro de las posibilidades del álbum (las páginas se acomodan a las necesidades de la escena, se centrifugan o concentran en perfecta unidad). Todo ello con la elección de un sorprendente tono verdoso, poco atractivo a priori, pero perfectamente logrado, un poco a la manera de aquellos verdes y pardos “mocosos” con los que Arnold Lobel supo integrar otra pareja de amigos poco sublimes, los batracios Sapo y Sepo. El álbum concluye en el fondo verdoso submarino, con una gozosa escena de reunión amical. Emilio regresa a su hogar y Ungerer parece complacido, en su espíritu burlón y extravagante, de haber dado la vuelta a ese refrán español que hace parecer inválido y fuera de lugar a un pulpo en un garaje. La risa y la amistad, la noble aventura del espíritu risueño, a todo llegan y en todo sobresalen.
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Autor: Tomi Ungerer. Traductora: Sandra Senra Gómez. Título: Emilio. Editorial: Kalandraka. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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