Este libro sorprendente, rescatado del olvido por la editorial Atalanta, con una excelente traducción de Adrià Pujol Cruells, que entre otras virtudes contiene la omisión de referencia alguna a Jung (1875-1961) y una prédica consistente sobre la importancia de las sociedades secretas iniciáticas, se configura, en palabras de su autor, «como una frágil arca que reúne algunos de los textos más significativos del pasado y el presente sobre los mitos».
No hay secretos que no vayan dejando un rastro de sombra, y por esto Pierre Mabille (1904-1952) hilvana relato con relato de una manera entrecortada y asaz significativa. En palabras del autor, pronunciadas en otro contexto pero no por ello menos exactas, en la época que “la respiración de las máquinas” va alcanzando un nivel de intensidad insoportable, «tantas cosas que brillaban por entonces se han convertido ahora y para siempre en arena muerta…». Mabille era plenamente consciente ya en su tiempo de que estábamos viviendo el fin de la civilización cristiana y el “afloramiento del alba” de una civilización ulterior. Había atisbado, responsabilizando de ello en gran medida a la Masonería y la propia Iglesia, “la voluntad burguesa de acondicionar el cristianismo en función de la evolución científica y las transformaciones sociales”. No erraba, y el tiempo le dará la razón pronto entre intensas y muy cercanas convulsiones, en la idea seminal de que la Humanidad no admitirá en modo alguno el yugo de un nuevo clero.
«Un libro sobre lo maravilloso debería ser un tratado sobre la iniciación», pero esto implica graves dificultades en el plano de su comprensibilidad inmediata. El autor trata de superar esta dificultad sugiriendo, como en esos diagramas con los que los piratas describían la situación de un tesoro oculto, una dirección más o menos definida. Y es que los estados mentales alterados, y el buscador atraviesa diversas modalidades de esta condición numerosas veces, traen consigo un lenguaje alterado. Precisamente por ello esta obra oscila entre los limites de la sensibilidad colectiva y el silencio en la confrontación del Misterio. Aquí, la necesidad de transformación individual se coordina necesariamente con el restablecimiento de la comunicación de fuerzas entre el hombre y el cosmos. «Las fuerzas del Destino están provistas de signos que debemos saber leer».
Pierre Mabille (1904-1962), el “médico de los surrealistas”, amigo de André Breton (1896-1966), que prologa el libro, conoció a Pierre Piobb (1874-1942), reputado ocultista especializado en alquimia y sociedades secretas del Renacimiento, en 1934. Ese mismo año entra en contacto también con los iconólogos de lo inconsciente, con quienes comparte un interés común por la exploración de las variantes personal y colectiva del abismo. Colaborará en Minotaure, la revista del grupo, donde trabará amistad entre otros con Duchamp, Dalí, Tzara y Lacan. Por su consulta pasarán Artaud, Leonora Carrington y Bataille. Por citar solo algunos.
En 1936, entusiasmado con la “revolución española”, escribirá Egrégores ou la Vie des civilisations, del cual hay traducción al castellano (Octaedro, 2007). La ofensiva alemana de 1940 impele a Mabille a embarcar con su esposa hacia Orán, de ahí a Casablanca y desde allí a la Martinica. En 1941 llegará a Haití, haciéndose cargo de un hospital en Port-au-Prince. Se interesará por el culto del vudú y fundará el Instituto Etnológico Haitiano. En Cuba conocerá a Lydia Cabrera (1899-1991), que traducirá varios libros suyos al español, entre otros el que el lector tiene en sus manos. Tras la derrota del Eje vuelve a París, para retornar más tarde al lado francés de La Española como agregado cultural. Invitará a Breton a la “isla mágica”, donde le mostrará los rudimentos de los saberes afroamericanos en su versión haitiana, quizá la más pura junto a la variante estadounidense de Louisiana. La inestabilidad política del momento le obligará a retornar a Francia, donde fallece en 1952 de una crisis cardíaca. Había agotado su estancia como entidad física en “el mundo de las voces y de las respuestas”.
El libro se compone de siete capítulos precedidos por una extensa introducción. Los títulos del primero (La creación), el último (En busca del Grial) y el del centro (Atravesar la muerte) dan una idea somera pero significativa al lector del itinerario propuesto. Pierre Mabille hace clara su relación con la temática, todo ello expuesto en un lenguaje poético y literario dotado de una rara intensidad. Para él, seguidor del maestro Martinès de Pasqually (1727-1774), que arribó a Santo Domingo en 1772, está claro que «los relatos constituyen un acervo común, una expresión espontánea de lo inconsciente colectivo». Recalca cómo «la sistematización religiosa captura lo maravilloso y lo despoja de su fantasía y su libertad. Lo explota con fines metafísicos y sociales. Y por ello las imágenes oníricas se organizan según una iconografía minuciosa calculada para promover el dogma».
Realista radical, no obstante toma como objetivo la rehabilitación de los valores del corazón. Su búsqueda del perfeccionamiento interior y de la fraternidad humana se asientan en la convicción de que la espiritualidad es superior a las fuerzas materiales. «Rasgar el velo de lo cotidiano para jugar lo incomprensible», por lo demás algo muy acorde con el surrealismo, es el leitmotiv de esta obra. Nuestra «indagación sobre lo maravilloso se centra en el examen de las historias».
En palabras, todas de Mabille, “hay imágenes clave que abren las puertas de la sensibilidad colectiva pero sin memoria personal las palabras no evocan nada. La exaltación de lo maravilloso requiere una voluntad revolucionaria para escapar de la mediocridad, para afirmar el poder del deseo sobre las leyes del universo. Porque si las leyendas se crean en torno a los héroes, los héroes se encarnan a partir de las leyendas”. Los mitos, como señala en otra de sus obras, representan el ajuste de las realidades cósmicas a realidades históricas mediante el desarrollo de la facultad de vivir con ilusión por y en otra persona.
Como siempre que se escribe sobre libros que exceden la mediocridad dominante, firmemente asentada en el siglo XXI, no es cuestión destripar contenidos mediante sinopsis pedagógicas y recortes esquemáticos perpetrados ad hoc, mejor alumbrar con algunas imágenes y gorjeos de procedencia ignota, como los que encantan a los viajeros en el bosque, para describir muy a ras de tierra las propuestas y dones de este tipo de obras. El ser humano define su esperanza deleitándose con relatos de combates librados por seres sobrenaturales. Especialmente interesante es el tránsito del capitulo tercero al cuarto. Culmina “atravesar los elementos” con el descenso de Ishtar a la Mansión de las Sombras, dando inicio “atravesar la muerte” con una extensa cita del Popol Vuh: sobre como los héroes entran en combate contra los dioses de la muerte.
Tras leer la introducción del propio Mabille yo leería estos dos textos que forman un gozne y sumergen al lector en el Tiempo de los Comienzos y en las vicisitudes extraordinarias de lo Originario. Luego entraría en materia con la lectura del primer capitulo. El texto de Breton lo leería tras completar la lectura de la obra en su integridad. Qué mejor manera que terminar esta humilde reseña, escrita bajo la sombra de una segunda luna que nos acompañara entre este 29 de septiembre y el 25 de noviembre, que citar al autor mismo, que recapitula el sentido básico de su obra:
“Pese a mi propósito de situar la aventura de lo maravilloso entre los elementos y los espíritus, de elevarla al plano del drama cósmico, no puedo perder de vista que el hombre es a la vez el comienzo y el fin, el espectador y el agente necesario. Desde una perspectiva humana, lo maravilloso encuentra su origen en el eterno conflicto que opone los deseos de nuestro corazón a los medios que dispone para satisfacerlos”.
El tiempo es un niño que juega con los dados; el reino es de un niño.
Heráclito
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Autor: Pierre Mabille. Título: El espejo de lo maravilloso. Traducción: Adrià Pujol Cruelles. Editorial: Atalanta. Venta: Todos tus libros.
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