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El filósofo que llevamos dentro

El filósofo que llevamos dentro

La odisea de viajar hacia dentro de uno mismo para ponernos a prueba como si viviésemos inmersos en una especie de Origen, la película de Nolan, cuyos estadios internos nos van llevando a otros más profundos, más oscuros e incluso más peligrosos, pues nada ni nadie garantiza que salgamos airosos. La posibilidad de cambiar el final de la historia que tengamos entre manos, de adecuarlo según nuestra objetividad, o subjetividad, como nos invita a hacer Cortázar en Rayuela. La virtud con la que Jostein Gaarder, que hoy cumple setenta años, nos guía, nos instruye y nos presenta uno por uno a los filósofos del ayer en El mundo de Sofía. Un libro que, me temo, no volverá a ser de obligada lectura en los colegios a no ser que los señores e ilustres ministros se dejen de tonterías y en el Ágora ruidoso, colmado de odio y rencor, se vuelva a guardar silencio por unos instantes o se adopte la postura de El pensador. Y seguramente, de llevarlo a cabo, muchos morirían no ya de inanición —aunque cabría esta posibilidad— sino, peor aún, de aburrimiento. ¿Por qué tanto ruido, a santo de qué viene alzar la voz cuando ni las palabras emitidas se sostienen, pues son una sarta de mentiras, y se decretan, mediante ellas, leyes, normas sin razón? ¿Qué tiene de malo el mutismo o, sencillamente, el estar a solas con uno mismo? “¡Menos plato y más zapato!”, solían decirnos los mayores hace años. Pasea, ordena las ideas, calla, reflexiona, piensa… Si siguieran vivos y viesen la cantidad de cursos y talleres enfocados hoy en día al mindfulness no sorprendería que hicieran algún que otro aspaviento y, poniéndose en la piel del señor Scrooge, exclamaran aquello de ¡paparruchas! ¡Pues sí que han cambiado los tiempos! ¿Dónde quedaron las grandes preguntas de la humanidad que nos hacíamos en los más sencillos espacios, sentados en la terraza o tumbados sobre el tejado de casa con la vista puesta en las Perseidas? ¿Dónde la inquietud o la curiosidad, el asombro, al fin y al cabo, si no dejamos de mirar hacia abajo, absortos en las pantallas que únicamente alumbran nuestras caras, en lugar de nuestras almas? Quién sabe, a lo mejor poniendo en práctica las formas de actuar citadas al comienzo de este texto, nos acerquemos un poco más a ellas.

"Cualquiera diría que sólo los pequeños y los mayores tienen la salvación asegurada, pues son los que padecen esa misma intransigente sed vital de la que nos habla Gaarder en su Maya"

“No querría que llegase el día en que dejara de asombrarme. Aunque me quede poco, aunque el reloj no tenga más arena para darle la vuelta y poner el contador otra vez a cero, me siento más despierto y más inquieto que nunca”, me comentaba el otro día un familiar. Y mirándole a los ojos, a esos párpados cada año más caídos, pensaba que cuanto más mayor se hace uno, más siente los efectos de El curioso caso de Benjamin Button, yendo hacia atrás en el tiempo, haciéndose pequeño. Adoptando la mirada infantil que tanto Gaarder como Michael Ende, Lewis Carroll o Antoine de Saint-Exupéry recomendaron en su momento. Y, en este sentido, cualquiera diría que sólo los pequeños y los mayores tienen la salvación asegurada, pues son los que padecen «esa misma intransigente sed vital» de la que nos habla Gaarder en su Maya. Los primeros, los niños, porque están descubriendo el mundo; los segundos, porque, por suerte para ellos, zorros y galgos viejos, ya han desvelado parte del mismo y, aun así, todavía andan rumiando sobre el gran misterio. En cuanto al resto, sólo nos queda seguir su ejemplo o, directamente, aprender de ellos. Bien sea viajando a los abismos de uno mismo, mirando “al otro lado del espejo”, o bien preguntándonos sin temor a poner en jaque nuestros más arraigados ideales, tal y como nos ha enseñado a hacer el escritor de Oslo —el cumpleañero— en cada una de sus obras, mostrándonos y presentándonos al filósofo que llevamos dentro.

Ahora que está tan de moda la filosofía del apagón y el ahorro energético; del cualquier opinión contraria a la mía es considerado un acto de rebeldía y, por tanto, debe ser censurada, sino vetada… En estos casos, o en caso de que la oscuridad se cierne sobre ustedes, compren velas e iluminen su casa con ellas; compren leña y enciendan la chimenea o, sencillamente, una hoguera. Muten a los dirigentes. Tomen asiento, piensen, y lean.

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Ricarrob
Ricarrob
2 años hace

Excelente artículo, desde mi punto de vista de zorro y galgo viejo y gastado. Solo hay un error en el orden del párrafo: primero pensar mucho y leer mucho y luego, como consecuencia directa e indefectible, inevitable, mutar a los dirigentes, iletrados, indigentes mentales e instultos, lo más contrario a la reflexión filosófica. A lo que más llegan en sus reflexiones es a los falsos sofismas que aplican sobre el resto del personal: si mi cuñado o mi pareja es imbécil y mi cuñado o pareja son españoles, todos los españoles son imbéciles.
Excelente ejercicio, no practicado en demasía, el de estar a solas con uno mismo ya que, muchas veces, nuestra propía compañía es la mejor de las compañías. Pero, en un mundo donde prevalece la posverdad, el poshumanismo, el relativismo exacervado, el disimulo y la prevalencia de la imagen sobre el ser, el hacer el ejercicio de encontarse sinceramente y sin disimulos con uno mismo es temendamente dificultoso y desagradable. Es necesario cambiar los parámetros de esta sociedad. Es necesario cambiar de una cirugía estética del cuerpo a una cirugía del alma, de los valores, de la verdad. El problema es que en las sociedades decadentes, un cambio así solamente lo propician los desastres. Las elecciones son el retrato psicológico de una sociedad (no me refiero solo a la española): cuando la población elige a los mentirosos, a los pícaros, a los iletrados, a los payasos (con perdón para tan ilustre profesión), a los indignos, es que esa sociedad está enferma.

Antonio
Antonio
2 años hace

La Filosofia me ha enseñado que el Amor Apasionado por los libros es un acto de Amor en defensa de la Verdad y la Libertad. El Mundo de Sofia, es un enorme Tesoro. Una muy Valiosa Joya Literaria.

Antonio
Antonio
2 años hace

Es un camino super vasto para activar el pensamiento critico y la retroalimentacion constructiva. La filosofia es un Arte. Nos hace muchisimo mas humanos. Mas abiertos, tolerantes y empaticos.

Antonio
Antonio
2 años hace

Lo que nunca podemos permitirnos es, perder la capacidad de Asombro. El Arte de hacernos preguntas. El Asombro es un Don. Es algo sumamente extraordinario. Es nuestra Esencia y Naturaleza como humanos y personas.

Antonio
Antonio
2 años hace

La Introspeccion efectivamente es una Odisea. Es un Viaje de ida con multiples bifurcaciones llenas de grandes sorpresas. Una fantastica aventura que nos conduce a enamorarnos intensamente del conocimiento filosofico. Todos somos filosofos.

Antonio
Antonio
2 años hace

Coincido con Ricarrob, encontrarnos a solas con nosotros mismos es un gozo. Es la mayor y mas rica de todas las vivencias. Proporciona una vida y un verdadero Mindset de Excelencia.