El Heavy del Bigotón y el largo adiós

Bandas como Kiss o Scorpions llevan años despidiéndose de su público en un interminable último tour que a estas alturas tiene tanta credibilidad como el “bueno, habrá que ir pensando en irse” que suelta tu cuñado mientras se repantiga en tu sofá favorito. El Heavy del Bigotón, que desde pequeño, y tras charlar con un vagabundo que escribía sus carteles con faltas de ortografía “porque eso es lo que mi público quiere”, conoce el valor de la mercadotecnia, quiso aprovecharse del placer nostálgico que provoca una despedida. La pasión con la que un amigo de su madre exclamaba “me voy, ay, que me voy, que me voy” cada vez que se encerraba con ella en la habitación terminó por convencerle de que un adiós es siempre un arma poderosa. Y es por eso que su primera gira fue promocionada como si fuera una gira de despedida: entre los que acudieron por la ironía y los que no pillaron el chiste pero quisieron despedirse de alguien a quien ni siquiera conocían, el tour contó con aforos respetables en todas las salas por las que aterrizó. Por la misma regla de tres, si algún día el Heavy anuncia una gira de presentación, comprad enseguida las entradas, porque sin duda ese sí que será su último tour: no hace falta ser Philip Marlowe para deducirlo.