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El Heavy del Bigotón y el Obladí

El Heavy del Bigotón y el Obladí

Si empecé con esta biografía del Heavy del Bigotón es por considerarme su seguidor. Por eso me resulta extraña su inseguridad en ese momento de los conciertos que, en vez de nervios, debería ser de comunión con su público: cuando les pasa el micro para que sean ellos quienes coreen el estribillo.

Fanfarrón en sus declaraciones, valiente y pretencioso a la hora de montar grandes espectáculos, pero tímido en el cara a cara o a la hora de enfrentarse a su audiencia, sólo se decidió a ofrecer su primer concierto acústico a principios de los dosmiles y entonces ya había quedado atrás la moda de los unplugged MTV de los 90. Uno de sus seguidores más veteranos asegura que al principio no era así, pero que tras uno de sus primeros recitales en el club Marquee, al lanzarse, en un momento de éxtasis, del escenario al público, este no le recogió y se pegó un tremendo costalazo contra el suelo. Eso le provocó tal temor que, a partir de ese recital, en vez de arrojarse él desde las tablas, lo que hacía era empujar sorpresivamente al bajista. A nadie le extraña que el encargado de las cuatro cuerdas sea el miembro que más cobra de su banda, ya que en su nómina aparece el concepto plus de peligrosidad.

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