—¿Lo escuchan?
—¿El qué?
—El silencio, jajaja.
Era una broma recurrente de El Heavy del Bigotón desde 1994 cuando, confundido, inició un concierto en Maldivas con un eufórico “¡¡Buenas noches, Malvinas!!”; los maldivos, que siempre han sido muy suyos, mostraron su indignación gritando de tal manera que, para poder continuar con su show, a lo Spinal Tap, puso los amplificadores al once, lo cual hizo estragos en su pabellón auditivo.
De lo perdido saca lo que puedas es una de las máximas de nuestro protagonista, que pudo así compararse de algún modo con Beethoven. También le resultó más fácil hacer oídos sordos a alguna polémica absurda, y como hemos visto hace unas pocas líneas, pudo añadir un chascarrillo a su repertorio. Una de las consecuencias más imprevistas de todo ello vino, sorprendentemente, de la política española, cuando un candidato a la presidencia usó su ocurrencia de escuchar el silencio pero no como chanza, sino como parte de un discurso tan melodramático que sería ridiculizado en decenas de memes y tuits. El Heavy tenía una cláusula según la cual ninguna de sus canciones podría ser usada con fines políticos, sin caer en que también podrían utilizarse sus ocurrencias, así que no tardó en registrar su conocidísimo chiste sobre Justiniano y Teodora, y el no tan popular protagonizado por un perro llamado Miss Tetas (poca gente sabe que ambos son de su autoría). No pretendía sacar provecho de ello más allá de que la gente supiera que ocurrencias miserables como las de Que te vote Txapote o Me gusta la fruta nada tenían que ver con él.
Una de las cosas que menos le gustaban del siglo XXI era el bajo nivel de la política: como los habitantes de Maldivas, estaba hasta los atolones.
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