“Einstein, Nietzsche, Fu Manchú,
no me afeito aunque me lo pidas tú
Chaplin, Mercury el de Queen,
perdería todo mi swing,
Pancho Villa, Groucho Marx,
ser de ellos uno más”
Single: “Not Without My Mustache” (1978)
Canción nunca publicada en LP
Cuando con doce años el futuro Heavy del Bigotón se percató de que, por aquellas cosas de la adolescencia, ya comenzaban a asomarle unos incipientes pelánganos en la zona supralabial (o infranasal, que nunca lo ha tenido claro), fue a explicárselo a su amigo Thomas Pappalardi: poco después sería el bajo de su primera banda, pero mientras tanto nuestro protagonista suponía que por tener trece años Pappalardi ya debía estar más bregado en la universidad de la vida.
—Huy tío, pues no te afeites, ¿eh? Me ha dicho mi hermana que si lo haces te saldrá más pelo, y más duro, o sea que ya tendrás que afeitarte durante el resto de tu vida, menudo rollo —le aconsejó, como si, en el caso de que aquello fuera cierto, llevar perennemente esa pelusilla fuera una opción deseable.
Ya en casa, con una brocha se untó la crema de afeitar tal y como había visto hacer a su padre tantas veces, y cogió la maquinilla con un gesto ceremonioso, consciente de que ese era un momento importante en su vida: sin embargo no tenía intención de repetirlo. Sí, lo iba a hacer para que el vello le creciera fuerte, recio y viril, lo más alejado posible de esos pelillos que ahora lucía, pero no tenía intención de volver a pasar una cuchilla por esa zona de su rostro. Primero, para crearse una imagen icónica, y segundo, porque si como le había dicho Pappalardi, tenía que hacer eso durante lo que le quedara de existencia, significaba que malgastaría minutos, horas, incluso días, delante del espejo: un tiempo precioso que podría usar para tareas más provechosas en su camino al estrellato, como componer, ensayar, o diseñar su vestuario. Pero entonces, si quería aprovechar el tiempo, ¿por qué se decantó por el bigote y no por la barba, que le habría eximido de los afeites? Pues no sólo por estética, sino, porque, tras conocer la expresión española “pagar por barba”, dio por sentado que los barbudos pagaban más en las reuniones, y no por ahorrar tiempo estaba dispuesto a malgastar dinero.
Mientras pasaba la cuchilla y se hacía un pequeño corte sobre el labio, lo decidió: hasta que no creciera y luciera un frondoso mostacho su nombre artístico sería El Rockero de la Pelusilla, pero eso sólo iba a ser un impasse hasta su metamorfosis definitiva a su mismidad plena: convertirse en El Heavy del Bigotón.
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