Es indispensable considerar las características del Romanticismo para comprender la figura de Lord Byron, quien emergió como el personaje más influyente de este movimiento en Gran Bretaña. El Romanticismo es un movimiento artístico y literario que surgió entre finales del siglo XVIII y comienzos del XIX en Alemania e Inglaterra. Desde allí se extendió al resto de países de Europa y América. El movimiento se basó en la expresión de la subjetividad y la libertad creadora en oposición al academicismo y el racionalismo que encorsetaba a los artistas en el arte neoclásico. La importancia del romanticismo se debió, en parte, a haber promovido la idea del arte como un medio de la expresión individual.
El libro de la escritora británica Fiona MacCarthy (1940-2020) titulado Byron: Vida y leyenda, además de ser una extensa biografía sobre el poeta inglés, ofrece una visión especial sobre la naturaleza de su fama y la ambición que sentía, la cual consideraba como la más formidable de todas las emociones. Byron fue un revolucionario y poeta del movimiento del romanticismo británico. MacCarthy llena deliberadamente la biografía con citas del poeta.
George Gordon Byron, figura fascinante y compleja, poseía la personalidad típica de los románticos. Nació con un pie deforme que le produjo una cojera, y con el tiempo llegó a desarrollar una personalidad depresiva, posiblemente provocada por sus trastornos alimenticios. Poseía un carácter enfermizo debido a su delicada salud. Convirtió los amoríos, el sexo y su relación con las mujeres en su principal foco emocional, mientras que sus relaciones con jóvenes muchachos eran más una mera distracción que una expresión de pasión homosexual. Byron fue capaz de llevar una doble vida debido a otra de las características de su personalidad: la bipolaridad. Todas estas peculiaridades llenaron su vida de escándalos que le llevaron a huir de su patria para evitar ser condenado por la justicia, ya que en aquellos tiempos la homosexualidad estaba duramente castigada. A lo largo de su vida, excepto en las artes, terminó fracasando en todo lo que intentó. Fue el terrateniente que perdió sus tierras, el orador que provocaba el desdén de los pares de la Cámara de los Lores y, sobre todo, el hombre de ningún país. Sin duda, fue un político frustrado, defensor de causas perdidas.
Byron, persona de gran talento y ávido lector, terminó por rendir gran admiración al enemigo natural del Reino Unido, Napoleón Bonaparte. Con el tiempo, la obsesión que sentía el Lord inglés por el Emperador de la República Francesa llegó a dominar todos sus pensamientos.
Es curioso cómo el poeta que llegó a tener una relación especial con John Murray, con el paso del tiempo y debido a su controvertida poesía, esa relación con su editor se va alejando y enfriando.
A mi juicio, considero muy interesante el capítulo que hace referencia a su “fama en el exilio”. Durante su periplo como viajero impenitente, exiliado de su país, Byron se instaló en villa Diodati, situada a orillas del lago Leman, durante el verano de 1816. Esta fecha fue posterior a la explosión del volcán de Tambora, que cubrió la atmósfera de la Tierra con sus cenizas, hecho que impidió que la luz del sol pudiera llegar a la superficie terrestre. Ese verano se conoce como “el año en que no hubo verano y llegó el hambre al mundo”. Byron pasó ese verano en compañía de su inseparable Polidori y del matrimonio Shelley. Para combatir el aburrimiento y el hastío se dedicaron a pasar las noches contando y leyendo cuentos de terror. Un día decidieron hacer un reto, y para ello propusieron escribir, durante una noche, el mejor relato terrorífico del que fueran capaces. De estos relatos salió el primer borrador de Frankenstein y del vampiro romántico, así como el poema de Byron titulado “Oscuridad”. Esta es una prueba inequívoca de que a pesar de la terrible situación que les rodea, unos románticos pueden ser capaces de abstraerse de todo lo que ocurre a su alrededor y hacer aflorar su inspiración para dar a luz a grandes historias literarias de terror.
Byron fue una celebridad, una auténtica superestrella de la literatura que se convirtió automáticamente en leyenda tras su muerte en 1824. De ahí que el principal problema para cualquier biógrafo radica en separar la verdad de lo sentimental, los hechos de lo interesado y lo espurio. Este problema MacCarthy lo resuelve con la solvencia precisa para que su libro resulte atractivo.
A la muerte del poeta la gente demostró un sentimiento personal de pérdida. En las ciudades, la desdicha y la desolación acompañaron a Byron en su despedida. Un detalle imprescindible que se constata a lo largo del libro es que el culto a Byron traspasó los límites de la literatura y llegó al mundo de la pintura y la música. Además se destaca que la influencia de Byron en la literatura no ha disminuido con el tiempo; por el contrario, se ha vuelto cada vez más decisiva e importante. Lord Byron fue una celebridad, un auténtico rock star de la literatura que se convirtió, como es habitual en personajes de su calado, en leyenda tras su muerte en 1824.
A su muerte, a pesar de la gran fama que había adquirido en toda Europa, las autoridades eclesiásticas, debido a la dudosa moralidad del Lord, no permitieron que fuera enterrado en el rincón de los poetas de la abadía de Westminster.
No quiero finalizar sin recomendar esta biografía de un gran hombre, cuyas pasiones y los avatares de la vida le hicieron sufrir mucho, pero que fue capaz de legar para la posteridad lo mejor de sí mismo: su arte.
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Autora: Fiona MacCarthy. Título: Byron: Vida y leyenda. Traductores: Pablo Hermida, Teófilo Lozoya y Juan Rabaseda Gascón. Editorial: Debate. Venta: Todostuslibros.
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