“La fórcola es la parte más rara y hermosa de la góndola veneciana, realizada en madera, en la que el gondolero apoya el remo para maniobrar. Una auténtica fórcola se talla, de forma artesanal, sobre la curvatura natural del árbol, y por eso no hay dos fórcolas iguales”.
Siempre he tenido debilidad por las editoriales modestas, artesanales, esculpidas con esfuerzo, por manos que se guían exclusivamente de un corazón enamorado de los libros. Sin desmerecer todo lo bueno que aportan los grandes monstruos de la edición, sin embargo, para esta lectora, esas pequeñas editoriales son un mundo de admiración y logros, de orgullo y viejo oficio de elegir a ciegas un título que amas y recuerdas, o bien desconocías y te ha conquistado, o simplemente quieres mostrar a los demás con el orgullo del lector que todo editor es, en el fondo y en la forma, y que desea de esta manera tan especial decirle a otro: “Mira, este libro es maravilloso; he sido feliz con él y deseo que tú también lo seas”.
Por eso cuando Javier Jiménez, director editorial de Fórcola Ediciones me envió, orgulloso, esta selección de libros recientemente editados, me pareció un privilegio poder tenerlos, leerlos y compartirlos con nuestros lectores de Zenda:
Breve historia del marcapáginas es una delicia de principio a fin. Para los que abrir un libro de la biblioteca personal es esperar encontrar en él la aventura de haberlo vivido, un marcapáginas puede ser el desencadenante de una nueva lectura, más sutil si cabe, que la primera: los recuerdos de un billete de avión, un pétalo ajado, un posavasos… Todo eso nos evoca el siempre elegantísimo napolitano Massimo Gatta, autor de este libro; ese mundo curioso y desconocido del coleccionista exquisito de estos trozos de tiempo que son siempre los marcapáginas.
Dentro de la misma colección “Singladuras”, Fórcola nos invita de la mano de su autor, el polifacético Miguel Ángel Ortiz Albero, a emprender Un andar sosegado. Ortiz Albero rastrea los textos del escritor Peter Handke, Premio Nobel de Literatura, paseando literariamente con él para desvelarnos cómo el caminar transforma el mundo en narración. Creo que, en estos momentos de falta de libertad, este libro y las reflexiones que atesora son muy necesarios. Hoy más que nunca necesitamos recordar que el hombre, como la Literatura, es fruto del andar, del silencio y de la lentitud.
Cumpliendo con las celebraciones del 250º aniversario del nacimiento de Beethoven, Fórcola nos ha sorprendido con una verdadera joya: Las nueve sinfonías de Beethoven. Se trata de un ensayo escrito por Marta Vela, una joven pianista, profesora en la Universidad Internacional de La Rioja, y escritora. Erudito y muy documentado, este ensayo sin embargo tiene el don de cautivar al lector con suavidad, elegancia y dulzura, pues no es un libro sobre música, ni tampoco la biografía de un músico: es un libro sobre la lucha de un ser humano por mantenerse fiel a sí mismo. La construcción de las Nueve Sinfonías coincide con la destrucción del oído de Beethoven, y esa paradoja de sufrimiento, búsqueda, esplendor, miseria y gloria es narrada con una sencillez sobrecogedora. De lectura obligada en estos días de dudas, para renovar la fe en el ser humano.
Para el final he dejado un postre delicioso: El hombre que llegó a ser rey, un clasiquísimo de Rudyard Kipling en una edición de coleccionista, pues aúna todo cuanto el lector exigente puede pedir: una traducción impecable y refinada por parte de Amelia Pérez Villar; el prólogo que ya viene siendo habitual en los clásicos de Fórcola, del erudito Eduardo Martínez de Pisón, y una perla única para el epílogo: un texto delicioso de la mano de mi admirado Ignacio Peyró.
Nada puede decirse de esta clásica historia de aventuras que no sepan los lectores, pero sí desearía destacar que precisamente es este libro el que viene a resumir el planteamiento de lo que significa para mí el “irresistible encanto de editar”. Y no usaré mis palabras, sino las del editor de Fórcola Ediciones, quien, en las últimas páginas de este Kipling escribe esto a sus lectores:
“La idea de publicar este libro surgió en la mente del editor la tarde del 23 de abril de 2020, durante el Estado de alarma y en pleno confinamiento a causa de la pandemia de Covid-19, quizá el Día del Libro más triste que recuerdan todas las crónicas. Como en un sortilegio y durante unos instantes, la tristeza y el abatimiento quedaron neutralizados como una cobra seducida por la música de un pungi, tocado con habilidad por un encantador de serpientes de Lahore. La India de Kipling despertó de nuevo la imaginación, la dicha por la aventura y el sueño de volver a Kafiristán. Gracias a esta idea feliz, volvió la esperanza”.
Comprenderán por qué algunos preferimos el torneado artesanal y delicado de la fórcola de una góndola a la gigantesca maquinaria imbatible de un portaaviones.
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