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El libro de las casas de los libros (y el cine)

El libro de las casas de los libros (y el cine)

Antes de existir las casas de los libros —o del cine—, debieron existir las casas en las que se escribieron los libros —y se redactaron los guiones de cine—. Sobre ambas reflexiona este ameno volumen de Amelia Pérez de Villar, con iluminador prólogo de David Felipe Arranz, que, citando a Heidegger, nos recuerda ya de entrada que la casa vendría a dar respuesta a “la necesidad humana de concebir un lugar delimitado para la propia supervivencia del ser”. Si esto es así para cualquiera, lo es, desde luego, para los escritores, tan entregados de oficio al cultivo e indagación del propio ser. Es el caso de los que se citan aquí —y lógicamente de muchos otros—, como Stevenson, Dickens, London u Orhan Pamuk, que nació y vivió toda su vida en un edificio que llevaba el nombre de su familia. O de otros que, como es el caso de Amos Oz, vivió todo lo contrario: por carecer de una casa familiar mantuvieron el vínculo de las generaciones a través de una cultura de intelectualidad y estudio. La casa de D’Annunzio, un regalo de Mussolini; la solitaria de Curzio Malaparte, o la de ese otro escritor de una sola obra, Axel Munthe, que pasó a la historia de la literatura por precisamente escribir sobre la casa que se había construido. También están las que habitaron Virginia y Leonard Woolf, huyendo de los bombardeos sobre Londres. O los cincuenta años de pisos y casas en los que habitó César González Ruano. Todos ellos creadores en los que, como muy bien sabe la autora, como es evidente escritora ella misma también, “late un extraño pulso que les empuja a buscar un refugio aunque sea provisional”.

"Y desde luego, Cumbres Borrascosas, la narración de Emily Brontë que, por primera vez, al tiempo que lleva al género a otra dimensión, eleva una casa a la de personaje"

Ciertamente, es para todos ellos la casa un refugio, cuya etimología latina, nos recuerda Pérez de Villar, remite más bien a choza, a cabaña, a algo en realidad sencillo, no a la majestuosa domus romana ni mucho menos al oikos griego que evoca la idea de granja, de unidad de producción, con un propósito eminentemente económico. La casa, por lo tanto, puede ser muchas cosas: refugio, ostentación, fuente de ingresos y, también, cómo no, amenaza. Y a esta última dimensión dedica la autora la primera mitad del libro. Nos habla, cómo no, de la novela gótica, aquella que puso la casa en el centro de la literatura, normalmente con un propósito terrorífico, a partir de los problemas del linaje, de las dificultades para prolongarlo. Así, por estas páginas desfilan las fundacionales La caída de la Casa Usher, El castillo de Otranto o, ya en la corriente del gótico femenino, Los misterios de Udolpho. Y desde luego, Cumbres Borrascosas, la narración de Emily Brontë que, por primera vez, al tiempo que lleva al género a otra dimensión, eleva una casa a la de personaje. Después vendrán otras cumbres en esta materia, como Retorno a Brideshead, El jardín de los Finzi-Contini o Jardín de Villa Valeria, ya como espacios no tanto amenazantes como de decadencia en los que, por cierto, el jardín que circunda adquiere asimismo un papel fundamental como espacio entre el orden de la civilización y el caos de la naturaleza, como territorio liminar entre el adentro y el afuera.

"Unas casas llevan a otras. Por ejemplo, Malaparte vio antes de construir la suya la de Munthe, y quiso edificarla de una manera totalmente distinta"

Enriquece el volumen un hermoso álbum con 132 fotografías de todas estas casas y muchas más, tanto las reales como las que sirvieron de inspiración, en la literatura o en el cine, entre estas últimas Manderley, Xanadu o el Motel Bates. Esa cifra, la de las 132 fotografías, proporciona una idea acerca de la gran variedad de casas que se puede encontrar el lector, más allá del escaso puñado que se citan en esta reseña. Porque, después de todo, unas casas llevan a otras. Por ejemplo, Malaparte vio antes de construir la suya la de Munthe, y quiso edificarla de una manera totalmente distinta. La que albergó el rodaje de la de la primera serie televisiva sobre Retorno a Brideshead no es la misma que la que se empleó en la segunda. En fin, este mismo texto, como podrá sospechar el lector, ha sido escrito en una, en este caso Casa Cuniella, de Nava, Asturias, cobijo ella misma de textos, los centenarios que se guardan en el hórreo o el que, remitiendo a tiempos más remotos, cuenta desde una antigua ventana rescatada por su actual dueño la historia de la familia propietaria.

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Autor: Amelia Pérez de Villar. Título: Domus Aurea: Las casas de la vida, la literatura y el cine. Editorial: Fórcola. Venta: Todos tus libros.

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