Después de la publicación de Patria, esa novela que permanecerá en la historia de la literatura como el retrato de una época, Fernando Aramburu se ha adentrado en una escritura intimista y en una prosa poética en este libro titulado Autorretrato sin mí. Está formado por un conjunto de textos breves, que abarcan un par de páginas cada uno. En total reúne 61 anotaciones, que son como entradas de un dietario personal sin fechas ni cronología, que tratan motivos diferentes. Hay algunos apuntes autobiográficos y experiencias personales; pero lo que cohesiona el conjunto es la voz lírica, la melancolía, el tono de pérdida de algunos apuntes y el realismo vital de otros.
Fernando Aramburu se define aquí como un hombre ligado a la tierra, nostálgico del mar, escritor que trabaja cada día las palabras, amante de la serenidad, buscador de la soledad y del sosiego. Describe el paisaje de su vida diaria: la ventana de su habitación desde la que ve una hilera de abedules y las aves que cruzan en otoño hacia las tierras del sur; la manzana humilde que cada mañana le alimenta y estimula su escritura; algún recuerdo que se cuela en su memoria; la despedida de la ciudad de la infancia; los amigos; los familiares que han muerto ya… En estas páginas pronuncia un canto a esas cosas sencillas de la vida: la amapola humilde, el abrigo de la cama, el olor del pan en el horno.
Entre los apuntes autobiográficos esboza imágenes del joven que con veinticuatro años cogió un tren para irse a vivir a un país de una lengua que apenas balbuceaba entonces. Respondía de esa manera al impulso amoroso por una mujer “sin la cual tu vida entera, créeme, no tendría más consistencia que el barro seco” (pág. 68). No rehúye recuerdos dolorosos: la enfermedad de la hija, la muerte de los padres, el infortunio que le llevó al aprendizaje de la compasión. Tras un grave diagnóstico, escribe: “Yo he seguido aprendiendo en soledad el arte tranquilo de morir. Me falta maestría, pero voy haciendo progresos” (pág. 179).
El recuerdo de los padres es uno de los motivos que recorre estas páginas como un hilo que engarza vivencias actuales y del pasado. Habla del padre, “un pedazo de pan”. Escribe sobre la madre, de quien admira “esa capacidad de cuarzo que tienes para mantener a raya la tristeza”. Evoca la casa familiar, en la que “los alimentos saben sin excepción a modestia”.
Deja constancia en alguna anotación de los años de plomo, cuando en las aceras eran asesinadas gentes por motivos políticos, ante la pasividad de muchos: “Por el lugar donde horas antes un hombre murió a tiros, donde se vació de sangre y dejó de golpe huérfanos y viuda, van y vienen como todos los días los transeúntes”.
El tratamiento literario de este y de los demás asuntos es siempre lírico. Autorretrato sin mí se incorpora a esa “literatura del yo” que ha marcado una tendencia literaria en estos últimos meses: Ordesa, de Manuel Vilas, Clavícula, de Marta Sanz, Un andar solitario entre la gente, de Muñoz Molina, El joven sin alma. Novela romántica, de Vicente Molina Foix… Fernando Aramburu convierte aquí su vida en literatura. Convierte en literatura todo lo que ve.
Este libro está escrito desde un sentimiento profundamente humano. Hay en él nostalgias, pérdidas y despedidas. Hay mucha emotividad. Hay asombro ante la vida. También temores e incertidumbre. Pero en conjunto predomina un esfuerzo vital: “Yo que acaso haya aprendido pocas cosas, sé que no consto sólo de miedo, que hay espacio en mí para la gratitud y hay momentos en mí para la paz, y que, puesto a hacer la suma completa, estoy a buenas con la vida” (pág. 33).
Autorretrato sin mí es un libro lírico, que testimonia las raíces poéticas de la literatura de Aramburu, nacida de las lecturas de Góngora, de Rubén Darío, de Federico García Lorca. ¿Qué es lo más destacado de este libro? La mirada y el lenguaje. El estilo personal, juanramoniano a veces, barroco, modernista, heredero de las vanguardias, sembrado de metáforas, de paradojas, de imágenes, de prosopopeyas con las que establece un diálogo con los objetos inertes. Y la mirada de un escritor que observa con serenidad su entorno; modula las emociones que le provoca; y escribe desde un compromiso ético con la vida, con los demás y consigo mismo.
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Autor: Fernando Aramburu. Título: Autorretrato sin mí. Editorial: Tusquets. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
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