La anécdota resulta muchas veces más clarificadora que la más extensa de las disertaciones. Golpes de ingenio, muchas veces con un toque de humor, otras con la sabiduría condensada en unas pocas y sabias palabras, valen al historiador para definir un personaje o, como mínimo, para despertar en el lector el deseo de conocer mejor a sus protagonistas. Los anecdotarios, las misceláneas, las curiosidades que pasan desapercibidas muchas veces en la Historia con mayúsculas son un método excepcionalmente útil para aquel que, como quien esto escribe, dedica su labor a la divulgación histórica. Partiendo de este punto nació Protagonistas de la historia.
El propósito era desvelar los grandes nombres femeninos que han jalonado el pasado, muchos de los cuales pasan desapercibidos o han llegado hasta nuestros días deformados por la leyenda. La anécdota, sin duda, podía servirme para dar a conocer a un número amplio de lectores quiénes fueron, por ejemplo, las numerosas pintoras, escritoras o escultoras que tuvieron que esconderse bajo nombres masculinos para dar a conocer sus obras, o las primeras mujeres soldados de España, es decir, las integrantes de la desconocida Compañía de Señoras Soldado de Santa Bárbara; saber algo más de las pioneras que a fines del siglo XIX olvidaron los prejuicios de quienes las rodeaban e hicieron el equipaje para descubrir el mundo; o saber qué llevó a una desconocida ama de casa norteamericana a inventar los primeros pañales desechables.
Convencida de que el background adquirido tras muchos años de oficio me facilitaría la tarea, me puse manos a la obra. Craso error. Para mi asombro, aun rebuscando en lo más profundo de mi memoria, eran escasas las anécdotas protagonizadas por mujeres. La bibliografía existente tampoco me ayudaba. Valga decir que en un recopilatorio de más de doscientas anécdotas de nombres clave de la literatura, solo una treintena eran protagonizadas por plumas femeninas. Hacía falta, pues, repasar, indagar, rebuscar en bibliotecas y, biografía a biografía, descubrir aquellas anécdotas o curiosidades que me ayudaran a conformar un libro ameno y clarificador. Ameno porque lo dedicaba a un amplio número de lectores que no tenían por qué ser especialistas, clarificador por cuanto se podía deducir de él que la mujer ha tenido un papel relevante en la historia.
No faltan tanto los estudios académicos sobre feminismo como las biografías de algunas de las grandes mujeres que han jalonado los siglos pasados. Pero, en cualquier caso, son excepciones si se comparan con la producción bibliográfica con nombres masculinos como protagonistas. Sin duda, no descubro nada con ello, la mujer es la gran olvidada de la historia. Su papel, hasta el siglo XX, ha sido siempre secundario, lo que no quiere decir que su influencia no haya sido en algunos casos decisiva. Pero hasta tiempos muy recientes la Historia la han escrito los hombres. Ellos han protagonizado las grandes hazañas bélicas o políticas y, salvo honrosas excepciones, han relegado a la mujer a un segundo plano. Es más, cuando se ha escrito sobre ellas el tratamiento ha sido totalmente distinto al de sus compañeros varones. Un caso ejemplificador es el de Hedy Lamarr, a quien se recuerda más por haber protagonizado el primer desnudo femenino de la historia del cine, en la película Éxtasis, que por sus descubrimientos precursores de los actuales sistemas de bluetooth y wifi. Otro tanto sucede, por ejemplo, con la zarina Catalina la Grande, que ha pasado a la posteridad como una absoluta depredadora sexual, olvidando su condición de monarca ilustrada, su correspondencia con intelectuales de la talla de Voltaire o su labor de modernización del Imperio ruso. Un doble rasero, por cierto, que convierte a los reyes de agitada vida galante en héroes de alcoba mientras que condena a las mujeres a la condición de promiscuas.
Protagonistas de la historia quiere ser, pues, un libro-trampa. En él se ha buscado la amenidad, la fluidez, la abundancia de nombres, pero con el fin de no quedarse anclado en la narración, sino en despertar en el lector la ambición de saber más de los, aproximadamente, 300 nombres femeninos que surcan sus páginas y así concederles la condición de protagonistas que merecen. Con ese propósito se ha escrito. Les invito a leer y a no conformarse: sigan buscando. Es tarea de todos conceder a las mujeres del pasado el lugar que merecen.
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Autora: María Pilar Queralt del Hierro. Título: Protagonistas de la historia: Anécdotas y curiosidades con nombre de mujer. Editorial: Roca. Venta: Amazon
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