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El mapa de Utopía

Joaquín Rodríguez, que ya había sacudido las aguas editoriales con títulos clave como Los futuros del libro, vuelve a la carga ahora con Lectocracia, que no por nada lleva como subtítulo “Una utopía cívica”. Y vuelve, en mi opinión, a sacudir las aguas.

Vaya por delante, para cualquier posible lector interesado, que Lectocracia no es un libro cómodo. Es más bien un libro desafiante. Lejos de dar por sentadas las verdades habituales, las cuestiona durante buena parte de sus páginas. Lejos de lanzarse a una apasionada defensa de la sugerencia que el título implica, desarrolla un planteamiento dialéctico del que a veces parece que no va a salir la esperada promesa de futuro. Que nadie espere una lectura para previamente convencidos.

"Si la parte referida al cuestionamiento de las verdades establecidas resulta ya cuando menos incómoda, no lo es menos la que el autor dedica a las apuestas positivas, a la posibilidad real de progresar"

De hecho, el libro empieza con lo que parece una recopilación de experiencias fallidas. La lucha de Kurt Vonnegut contra la censura, la experiencia de las comunidades lectoras del siglo XIX, la lucha del maestro Ángel Llorca por cambiar la manera de leer en la escuela. Sigue por otra serie de experiencias en las que leer no se vuelve sinónimo de libertad (la China de Mao, las utopías del socialismo real, la demostración de que los índices de lectura no necesariamente garantizan una población libre), y termina cada uno de los capítulos con una batería de preguntas inquietantes: “¿Será, efectivamente, que no sabemos distinguir entre libros buenos y malos? (…) ¿Será que no puede haber lectura sin prohibición de la lectura, sin quema simultánea de lecturas, sin reducción a cenizas de lecturas?”

Si la parte referida al cuestionamiento de las verdades establecidas resulta ya cuando menos incómoda, no lo es menos la que el autor dedica a las apuestas positivas, a la posibilidad real de progresar. Y no lo es menos porque constantemente pone el dedo en la llaga de que no avanzaremos si no cambiamos no solo nuestros apriorismos, sino nuestros métodos.

" Habrá lectores que crean ver sobrevolar en él el escepticismo de quien ya lo ha probado todo y sigue viendo lejano el éxito, pero no hay que dejarse engañar: el secreto del libro está en su título"

Y hay que decir en honor del autor que no rehúye un catálogo propositivo. La segunda mitad del volumen, que lleva el sugerente y provocativo título “Estrategias para un ministerio de la lectura y el pensamiento críticos”, aboga por cambiar no ya los catálogos de lectura, sino los propios métodos de aprendizaje de la lectura. Por incorporar la escritura (y la escritura creativa) a la lectura como indisoluble parte de ella, por resolver la estéril tensión entre la moderna lectura digital y una lectura analógica que debe renunciar al adjetivo “clásica” para interactuar de manera productiva con la digital. Enfatizando no solo el leer, sino el cómo leer, y aportando propuestas concretas: lectura crítica, lectura cívica, lectura intencional (y lo desarrolla, pero dejamos en manos del lector ver cómo lo hace: la crítica adjetiva donde el texto criticado sustantiva).

No falta un apartado dedicado a leer por placer (de lectura especialmente recomendable), ni ese catálogo formal de propuestas que se anunciaba unas líneas atrás (“25 ideas para fundamentar la posibilidad de una lectocracia”).

Si acaso hay algo que reprochar al libro es, precisamente, su tremenda acumulación de ideas. Autores hay que habrían sido capaces de escribir volúmenes con lo que contiene este texto vehemente y combativo, escrito por un profesional bregado en el esfuerzo de la alfabetización lectora y que se mantiene atento no solo a los fracasos del pasado, sino a las posibilidades del futuro. Habrá lectores que crean ver sobrevolar en él el escepticismo de quien ya lo ha probado todo y sigue viendo lejano el éxito, pero no hay que dejarse engañar: el secreto del libro está en su título. Porque, como se dice en alguna de sus páginas, la utopía siempre está más allá y, citando a Oscar Wilde (así lo hace), un atlas que no incluye la utopía no merece la pena de ser consultado. Animo vivamente a consultar este atlas concreto.

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Autor: Joaquín Rodríguez. Título: Lectocracia. Una utopía cívica. Editorial: Gedisa. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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