El mendigo y otros cuentos, de Fernando Pessoa, que publica Acantilado, reúne doce relatos que son una nueva oportunidad para descubrir otra faceta del vasto y cambiante universo narrativo del poeta portugués. Con estos cuentos, Pessoa invita al lector a realizar un viaje iniciático a una dimensión distinta, sorprendente incluso para los lectores más familiarizados con la obra del escritor lisboeta.
Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935) es una de las cimas literarias universales. Publicó en vida poemas y ensayos literarios en diferentes revistas de vanguardia, y pasó sus días como traductor anónimo de cartas para distintas empresas de Lisboa. Acantilado ha publicado además su obra más emblemática, Libro del desasosiego; y las obras Crítica: ensayos, artículos y entrevistas, La hora del diablo, La educación del estoico, El regreso de los dioses y los Escritos sobre genio y locura, así como los relatos policíacos reunidos en Quaresma, descifrador.
Zenda publica el primero de los cuentos recogidos en este volumen: El mendigo.
El mendigo
—¿Es usted artista? ¿Pintor? ¿Poeta?
—No; soy simplemente un hombre atónito.
Alcé la cabeza y lo miré sin responderle.
—Para mí—continuó—, el hecho esencial y pasmoso de las cosas es que éstas existan realmente. El hecho de que cualquier cosa exista es milagroso. El otro hecho milagroso es que yo esté aquí, consciente de que existen. Gozo este horror con todas las formas de mi alma. Sé muy bien que ni las cosas son lo que parecen, ni yo soy lo que siento que soy. La naturaleza se trasciende a sí misma. Yo soy mucho más de lo que soy. Si esto le parece una paradoja, es culpa del Universo, que es paradójico. La naturaleza es espíritu, porque es una idea mía. Pero es una idea mía de una realidad de que esa idea es una idea. Por veloz que sea la vista, sólo ve el lado de la realidad que está creado para ella.
»Para mí, la Naturaleza es alma. La aurora, la tarde, la noche…, el propio día…, para mí son fenómenos espirituales. Los veo como cosas mías. Si en mi percepción parcial la naturaleza es tan bella, ¿cómo será en su solidez espiritual?
»Cada hora es para mí una revelación. Cada minuto doy gracias a Dios por tener ese minuto para mí.
*
—El horror y la belleza del mundo. Me asombro ingenuamente de que la naturaleza sea la misma siempre, y siempre tan diversa. Nada en ella me hastía. Sólo el placer de calentarme las manos a la lumbre de la vida consuela mis modestos deseos, y no olvido que ahí fuera, en la noche infinita, el viento del misterio estremece la sola idea de sentirlo.
»La naturaleza es mi hermana en Dios. Percibo sus gracias como las de una hermana pequeña. Porque soy espíritu y, por esto, más viejo que aquélla. Lo que hay de esencial en mí ya existía antes del sol y presenció la aparición de las estrellas (y la primeva edad no debe respetos a éstas).
»A veces me entran ganas de aplaudir a una madrugada y de poder besar una puesta de sol. Los amo con una fraternidad
»Soy antiquísimo—dijo—, Adán es un ignoto de tan posterior a mí. Por eso puedo dar consejos, porque el que conoce es superior como padre para el que ignora. Por eso debes escuchar lo que voy a decirte. No vivas; sé vivido. Deja que la naturaleza te viva. Sé en ella como la flor que asoma a la superficie del agua o la hoja que el viento suspira. No seas tú. Sé la naturaleza. Muérete continuamente en el alma universal.
»El sentido de la naturaleza es Dios.
»Sueña con todo tu cuerpo.
»Haz como yo, que no te miento. Te aconsejo hacer lo que yo hago. Te contaré mi vida. No vivo como Dios, no vivo en Dios, vivo Dios.
»Todo lo que es, es siempre, siempre ha sido siendo. Nuestro sueño más pequeño, nuestro pensamiento más pasajero es tan real como el sol y las estrellas. Hamlet es tan absolutamente real como el cerebro que lo concibió. Si todo no fuera alma, lo que muere moriría. Pero lo que muere simplemente deja de ser nuestro. Desaparece, como el barco que se aleja más allá del aura del horizonte. Sigue siendo tan real como era. Pero todo lo que es, es. El más oscuro sueño del más oscuro ente es…, igual que cuando fue deja de ser.
»Una hoja tiene su propia alma, su propia conciencia. Sólo que esa alma es más remota en ella que en nosotros; nuestra alma está en la superficie de nosotros. Nosotros somos los que estamos más alejados de la naturaleza.
¿Progreso? ¿Vida social? ¿Para qué necesitamos todo eso? Si son cosas que una vez empezadas no tienen fin. En esto son como la mentira. La felicidad habría existido si no se hubiera separado la humanidad de la naturaleza. Pero una vez separada, la felicidad ya no se puede recuperar. La cruz ya no puede soltarse. Hay que llevarla hasta el Calvario.
»Un reflejo del sol poniente en un lago es un ente.
»Pensar, soñar una cosa, es dar ser a su alma; basta con eso para que exista, para que exista tan realmente como nosotros. No hay grados en el ser. Éste es o no es. Puesto que es, está a la altura de todo, al mismo nivel que todo.
»Una palabra es un ser nuevo. Una mirada es tan real como una piedra. La sombra de un árbol es tan sólida en el hecho de ser como un árbol.
»Nuestro más vago deseo se realiza en el hecho de tener.
*
—Vemos las cosas como en un espejo.
—Es curioso—dije—que, siendo todo tan espiritual para ti, sea a la vez real.
—No. Si Dios no creara cosas reales no sería Dios. ¡Yo contemplo la naturaleza con interés! Conozco todos los matices de sus colores cuando el sol asciende desde la noche hasta el día. Sé con qué apariencia del alma lo reciben los perfiles de los montes, que no son lo mismo que los montes en sí; sé con qué majestuosidad los peñascos dejan sentir a orillas del mar los besos de los atardeceres.
»Los hombres, en su ignorancia adquirida, creen que un campo siempre es el mismo campo. Pero yo sé, por la naturaleza, que un campo de madrugada y un campo de día y un campo de tarde y luego de noche son, no cuatro aspectos o formas siquiera de una cosa, sino cuatro cosas del todo distintas, con y conciencias dispersas de sí del todo ignoradas unas de otras. El perfil de un monte no tiene nada que ver con el monte en sí; es algo totalmente distinto. Una cosa es el campo, otra cosa las flores que contiene, que le pertenecen y no le pertenecen, que están y no están en él. Noto que no me comprende. Es cuestión de saber distinguir un alma. Quien se aleja demasiado de la naturaleza ya no es capaz de reconocer aquello de lo que está hecha.
»Cada día tiene un alma diferente de los demás. Esa alma no muere. Sube al cielo como el atardecer, y cuando la luz de la luna despunta, unge de bendiciones el misterio de su ascensión. El cántico religioso de la naturaleza en oración, el [.] en un alma. Me resulta tan comprensible y claro que me asombra que mencione el silencio nocturno. El silencio es el aspecto exterior; es la naturaleza alzando las manos en oración. Al menos, aquellos que perciben su forma velada son felices, pues han ensordecido ante el sentimiento de su voz.
»Comoquiera que sea, todo es real.
»No sólo un árbol es real; hay momentos del árbol que son entes. Un árbol es un ente. El perfil de un castillo en lo alto de un monte es, además de castillo, un ente (con un alma). Cada momento de cada cosa es en sí misma un alma y una vida.
»El perfume es un ente, y tan material y densamente real como una piedra. Un sonido es algo impenetrable, real; un Eco es tan Ser, en cuanto ser, como la garganta que le permite hablar y el alma, que es vida en esa garganta.
»El sentimiento de belleza es la visión de las cosas como almas. Yo sé que un eco es un ser porque ese eco es bello. Sé que un perfume es ente también porque seduce.
»Importa más lo bello que lo bueno. Lo bello contiene más de la esencia de las cosas. Lo bueno es la belleza de las almas, la belleza de la acción.
»Nada está hecho. Todo es bello. Todo es igualmente bello. Si algo nos parece feo es porque las tinieblas de nuestros sentidos hacen que nos parezca oscuro. La noche habita en nosotros donde los objetos son oscuros.
»La muerte—dijo el mendigo—es la liberación de la visión carnal de las cosas. Como moribundos, dejamos de ver las cosas en el espacio; pasamos a verlas desde el alma. El más allá de todas las cosas deja de ser otra cosa, otras cosas; pasa a ser el alma de esa cosa. Pasamos a ver no extensa, sino intensamente. Todas las cosas…; el cuerpo pasa a ser, no el punto de partida de una línea ideal que va al encuentro del infinito, sino de una línea real que va en busca del alma.
»Le digo esto con toda seguridad porque yo, que muero a diario para la carne, ya he adoptado, aunque incompletamente, esa visión libre y espiritual del alma.
»Perderemos la conciencia del cuerpo y, al hacerlo, ganaremos la conciencia pura de nuestra alma y de las almas que coexisten con ella.
»¿Qué hay más allá del horizonte? Alma. Porque el horizonte es un ente, aparte del mar donde termina, del cielo…
»El horizonte es una cosa con un alma. Más allá del horizonte no hay mar, ni cielo. Hay mar más allá del mar que se ve hasta el horizonte; hay cielo más allá del cielo que se ve más allá del horizonte; pero más allá del horizonte sólo hay más horizonte. El horizonte no es mar, ni cielo; éstos están en él como el cuerpo en el alma. Más allá del horizonte materialmente no hay nada; espiritualmente sólo hay alma, en el alma del horizonte primero, dentro de esa alma después, del alma como algo esencial de * (y el alma del momento del horizonte). Porque la Naturaleza es espíritu, pero el espíritu es sólo el cuerpo de Dios.
»La Naturaleza * la acción visible del Espíritu-Universal, pero el espíritu es cuerpo, cuerpo de Dios. Por esa vía (el espíritu) no comprendemos todavía que nos juntemos a Él y por Él.
—Pero, entonces, ¿por qué existen mundos?—pregunté volviéndome hacia el mendigo—. ¿Por qué creamos a Dios?
—¿Por qué existe un no-Dios? Porque existe Dios. Dios es todo, incluso aquel que no es. Si fuera solamente lo que no es, sería el mundo. Como es Dios, es más. En el mismo hecho de que Dios es todo se aprecia que debe haber un no-Dios.
»3 órdenes de espacios
»(1) el de 3 dimensiones, donde percibimos las cosas de la materia.
»(2) el de 2 dimensiones, donde percibimos visiones, sueños, etcétera.
»(3) el de 1 dimensión, donde percibimos los sentimientos, etcétera.
»El espíritu no tiene dimensión (¿tendrá posición, como el punto?).
»El tiempo no es un estado de conciencia; es *
»Las cosas en el espacio de 3 no son más reales que las que están en el espacio de 2: la realidad es la misma, pero el género es distinto.
»El espíritu pensado en la 1 .ª dimensión piensa almas; *
»Del centro de la esfera parten infinitos rayos, cada uno de los cuales pertenece a un círculo propio y de toda la esfera.
»No, todo eso es falso. Mi alma es cuerpo, y el cuerpo es alma. No hay grados, hay géneros de realidad, igual que dentro de cada uno de esos géneros hay especies. Pese a que la realidad de una flor y de una piedra es del mismo género, con todo, es de un tipo diferente.
»Ahora bien, una piedra parece más real que un sueño, o un sentimiento parece más real que una piedra; pero todos son igualmente cuerpos.
»La línea es el punto pensándose a sí mismo, esto es, moviéndose. De ahí el tiempo.
»Con la línea empieza el tiempo. Supuestamente, trazar la línea lleva tiempo. El punto ya existe. No se ha trazado ni en la imaginación. Escapa al tiempo.
»Para nuestro sentir limitado sólo hay más ente y menos vida… Sé bien que hay y que no hay más y menos… Aquello a lo que aspiro por esto es la más vida, la más * Por eso prefiero dispersarme que cerrarme en mí.
»El dios que hizo la Biblia existe realmente, verdaderamente, en un cielo real y verdadero… Los dioses paganos existen, realmente existen, existen en carne y ser espiritual, en su Olimpo real… ¡Qué grande es la vida!—Y, hablándome al oído, añadió—: ¿Te parece una teoría extraña? Reflexiona bien sobre esto: ¿qué otra teoría combina, tan misteriosamente, la pureza, el misterio y la realidad de la vida? ¿Qué otra lo ha hecho hasta este extremo?
»Nada es un símbolo y lo es todo. Todas las cosas son un símbolo de sí mismas. Todo vive, todo es ser.
—¡Qué asombrosos infinitos me revelas!
—Sí, todo es infinito… Todo se desdobla en infinitos. La vida es vidas infinitamente.
—¿Y Dios?
—Dios es el centro de la circunferencia que es la vida, de las circunferencias que son todas las vidas en un aro infinito.
—¿Y el rayo?
—Es la conciencia. ¿No consigues entenderlo? ¿Cómo quieres entenderlo? La vida trasciende la Verdad, parte de ésta, trasciende la Realidad, parte de ésta, trasciende la Razón, parte de ésta. ¿No sientes que te compadeces de la comprensión, como si esto que te he dicho sobre la vida fuera algo más, una verdad superior? Asimismo, la vida trasciende la no-Razón. La Realidad trasciende la Verdad; la Vida, ambas. Todas las teorías son verdaderas, porque todas están vivas.
»Moral del abandono: la verdadera vida es la vida fuera de nosotros, la comunión en la vida inmensa, en el Cuerpo de Dios. Lo sensual se abandona a un ente; lo bondadoso, a varios entes; lo místico-religioso, a un ente-Dios. Es sensual de otro modo. Abandónate a la Vida. Merécela en ti. Sé casto.
»Yo no como ni bebo; no practico actos carnales. Alcanzo esa transición porque alcanzo mi ultra-yo. Yo no soy yo: soy la vida. No soy cuerpo ni alma; soy vida.
»¡Ah! ¿Por qué consideras extraña la Vida? Ser es ser. Un momento es un ente vivo. Un pensamiento vive carnalmente, a su modo. Hasta nuestros sueños menores viven. Hay muchos espacios, muchos tiempos, muchos fines de muchos mundos, donde todo vive. ¿Qué son las almas? Cuerpos de otro género que viven más allá del espacio y que llegan a nuestra mirada a través de otra visión, que las ve de muy lejos, cuerpos tal vez…, oscura correspondencia con otros aquí, tan cuerpos, tan reales, tan almas como ellos…
»Después, la ilusión de que las cosas tienen vida: las cosas son Vida… La Vida se trasciende a sí misma.
»Nuestra alma es almas. Dios es nosotros; lo que en nosotros aspira y se persigue y tiene es Dios. Nosotros no queremos nuestra eternidad, eso agota la vida. Queremos (¡sentimos!) la eternidad de nuestros visitantes. ¿Pasamos? No. El instante es otro.
»El cuerpo es alma. Para el idealista, sólo existe el alma; el cuerpo no es real. Para mí, el cuerpo es real, enteramente, sólidamente real. Pero es alma.
»Todo lo que parece ser es. Todo es igualmente. Esta teoría trasciende todas las teorías que se han elaborado sobre el mundo. El sentimiento de belleza es una visión como cualquier otra. La forma, la forma pura, es de dos dimensiones, ¿no es cierto? Pero ¿no es la forma la belleza exterior? ¿No es el color? También dos dimensiones.
»Las cosas son entes.
»Nuestros más pequeños pensamientos son carnalmente reales. No se puede pensar lo que no es. Ser pensado es ser.
*
—Pero ¿cómo pueden ser verdad sistemas filosóficos opuestos? Eso no se comprende.
—Nada en sí mismo se comprende. Para que algo se comprenda debe estar fuera de sí mismo: y el único ser que también está fuera de sí mismo es Dios, que es más de lo que es.
»Un sistema filosófico es un acto de pensamiento; pero para poder comprender cómo puede haber sistemas filosóficos verdaderos opuestos haría falta que la lógica comprendiera qué es, que estuviera fuera de sí misma, cosa que no sucede, pues la Naturaleza del ente, en cuanto no-Dios, es ser él y ser ente, y nada más. Un ente está fuera de sí mismo en cuanto Dios, de modo que Dios está perpetuamente dentro y fuera de sí mismo.
Dicho esto, se alejó. Lo seguí a toda prisa hacia el sur. Lo vi alejarse con la mirada abstraída, entregada a esa figura menguante, que se fue apagando hasta que, de repente, nítida en mi horizonte, desapareció envuelta en la aureola del sol poniente, en el último recodo del camino.
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Autor: Fernando Pessoa. Traductora: Roser Vilagrassa. Título: El mendigo y otros cuentos. Editorial: Acantilado. Venta: Amazon, Fnac, Casa del Libro.
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