El Mercado de Maravillas

Para ello utiliza a Nina, una mujer que regresa a Madrid tras haber pasado tiempo fuera, y la sitúa ante una improbable Bárbara, a la que dejó atrás hace cuatro décadas, y que revive en su memoria como fruto de este encuentro. Nina, con su piedra mágica, que ahora quiere regresar a Perú y que lo hace también en el tiempo, al recordar aquellos años mientras se pregunta por qué la mujer del mercado le dijo que Bárbara estaba muerta, ¿qué le pasó? De esta forma, la memoria de Nina se une a una memoria colectiva a la que la autora suma distintas voces para hablar de un momento en el que la mayor parte de la gente, incluso intuyendo el cambio, no podía saber lo que sucedería en los años venideros. La novela se convierte en un territorio seguro en el que dar voz a todos; allí están las gentes que no recibían información de lo que estaba pasando, los que se alistaban como única forma de vivir un poco mejor (o eso creían), los que fueron viendo poco a poco que algo pasaba, el terror a un lado y también a otro. Todo está ahí porque Nina lo atraviesa limpiamente en su búsqueda de esa Bárbara, a la que un día dejó llevándose una piedra mágica que tal vez fuera parte de un tesoro perdido pero nunca olvidado.

Pacheco cambia de voces, cruzan versos la novela para darles a ellos la voz de la razón, la que pregunta por qué ahora se pone a buscar a su prima, si piensa viajar y, sobre todo, si es consciente de que su visita al pasado ya no será bajo el velo de la inocencia infantil. Descubrimos que la Bárbara idolatrada por Niña-Nina caminó firme bajo sus ideales. Una imagen que contrasta, como sucede en estos casos, con la realidad que uno recuerda haber vivido y que le dejaba ajeno a lo que realmente sucedía justo a su lado. Pacheco podría achacarlo todo a la infancia, pero da un paso más allá mientras el lector se pregunta qué es lo que sabe realmente de lo que está sucediendo, de lo que ha sucedido, y qué es lo que nos han contado. Un desconocimiento que, como el de Nina, puede permanecer durante cuarenta años sin que nos demos cuenta. Incluso aunque estemos viviendo sus consecuencias. Y es que como dice otro de sus personajes, “la gente escucha partecitas, y con esos pedacitos pretende entender cómo son las cosas, cómo es la realidad”.

Mención especial tiene la forma en que está escrito, una prosa que tiende al lirismo en la que se mezclan juegos, mitos y vivencias, con vívidas descripciones o crónicas detalladas que se ven sorprendidas de repente por un capítulo en verso, que se desliza a modo de conciencia superior sorprendiendo a un lector que está recogiendo poco a poco fragmentos de una historia global reflejada en las vivencias personales. Y tiene ahí el acierto de usar la intriga, la búsqueda de esa mujer que dijeron se había ido fuera a estudiar, para lograr que el lector más que seguir sus pasos, se enamore de ella. Por eso, sobre todo, El año del viento es una novela de personajes formidables.

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Autora: Karina Pacheco. Título: El año del viento. Editorial: Destino. Venta: Todos tus libros.