Nuestra piel muerta iba a llamarse en un principio “La noche que bramaron las vacas”. La primera imagen fue esa: una casa en medio de la montaña, dos viajeros que llegan en la noche y piden hospedaje, todo rodeado por el bramido de las vacas.
La casa siempre estuvo inspirada en la casa de mis abuelos, que no está entre las montañas, ni rodeada por vacas, y a la que no llegaron nunca tales viajeros. ¿O sí? Quién sabe. Pero lo que yo quería era contar un secreto. Así que lo rodeé por montañas y vacas, le construí paredes, ventanas y puertas y lo llené de voces. Escribir fue crear la arquitectura para mi confesión.
Así que todo lo que escribí es real y también no lo es. Todo este alboroto sucedió en el master de la Escuela de Escritores porque Javi Sagarna nos insistía en que llevásemos una primera escena y luego otra y otra más. Y esa fue la primera escena durante meses. Luego todo se quedó quieto. Yo no sabía qué hacer ni con la casa, ni con la familia que vivía ahí, ni con los viajeros. Hasta amenacé con dejarlos. Cambié la historia y busqué otros personajes, pero se resistieron a irse y tuve que sentarme a lidiar con ellos.
Lucas, el personaje que cuenta la historia, tampoco me lo ponía fácil. Hablaba todo el tiempo de insectos y yo mandaba otros personajes a callarlo, a decirle que basta de hablar de bichos. Hasta que un día, mientras iba de la Biblioteca de Aluche a mi piso en Lucero, decidí dejar mi tozudez de lado y escucharlo.
En todo este proceso fue fundamental contar con mis compañeros y profesores de la VIII promoción del máster, que leían todo lo que llevaba a la escuela y jamás dejaron de aconsejar, corregir y acompañar mi escritura; autores que ya habían escrito los libros que yo quería escribir como William Gass, Shirley Jackson, Felisberto Hernández, Robert Walser, Ángela Carter y una mujer grandísima que me enseñó a mí y a mi personaje el mundo ínfimo y sagrado de los insectos: Sybilla Merian.
Dos años después, con muchas reescrituras y una revisión importantísima de Alfonso Fernández Burgos que me llevó a replantear el desenlace de la historia, puse el punto final, ya de regreso en Ecuador. Hoy que la novela está publicada por La Navaja Suiza en España, la casa que inspiró todo está a punto de ser destruida.
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Autora: Natalia García Freire. Título: Nuestra piel muerta. Editorial: La Navaja Suiza. Venta: Fnac
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