Artículo de Publishers Weekly en Español
Novela, ensayo, infantil y juvenil. Por ese orden. En toda feria del libro, aquí en España y en cualquier otro país europeo y americano, los géneros predilectos guardan un orden canónico.
El ensayo es el segundo género en ventas y el que más rápido ha escalado los gustos del lector, porque en su génesis encierra la explicación del mundo desde todos los puntos de vista posibles: científicos, humanísticos, filosóficos, religiosos… La no ficción, como la industria del libro lo identifica, multiplicó desde la mitad del pasado siglo la presencia en los anaqueles de las librerías y lo hizo en un momento en que el lector tenía, tras la depresión heredada después de la Segunda guerra mundial, una vivaz necesidad de dar una explicación a todo cuanto lo rodeaba y un hambre por saber qué era lo que en realidad sentía frente al mundo al que se enfrentaba. Esa hambre no ha cesado. Se diría que ha aumentado. Y por eso el ensayo ha sido el género narrativo que más argumentos ha recogido, el más expansivo y dúctil, el más prolífico y entregado a observarlo desde todos los puntos de vista. Las editoriales comenzaron adscritas a la ficción y hoy existen numerosos sellos especializados con éxito en no ficción.
La frontera entre ambos géneros es difusa. Prueba de ello es la hibridación de muchos autores que pasan de uno a otro sin dificultad alguna, alimentando su obra, ensanchando su mirada, ofreciendo a sus lectores el doble relato de lo imposible y lo inevitable. El tercer género en éxito en las ferias del libro es la consecuencia lógica del carácter diletante y contemplativo de la celebración. Niños y jóvenes se han revelado en los últimos treinta años como clientes predilectos para muchas editoriales, librerías y bibliotecas. Y es un género que no decae y del que partió, por ejemplo, el género del cómic que en la última década se ha revelado como una mina para el público adulto.
¿Hay espacio para nuevos géneros? No, porque el ensayo devoraría como un agujero negro cualquier otro discurso que se apartara de las corrientes canónicas actuales. Mientras la forma de escribir, editar y disfrutar poesía no ha cambiado desde hace siglos, el ensayo sí ha modificado su manera de enfrentarse a la industria del libro, mostrándose abierto a cualquier temática por tangencial que sea. Lo veremos en Madrid en septiembre a través de muchas editoriales que abrirán sus casetas con volúmenes cada vez más sorprendentes, plurales y heterodoxos. Hoy la modernidad anida en el ensayo y parece haber dimitido de la ficción. Quizá sea cierto que la realidad supera la sorpresa de la novela por inverosímil que pueda resultarnos.
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